Sin atender preguntas de contingencia nacional se ha mantenido por un extenso periodo el Presidente Gabriel Boric.
Dos meses han transcurrido del pasado 18 de octubre en que el Mandatario concedió una extensa conferencia de prensa por el caso Monsalve. Desde entonces, las vocerías del caso han radicado en ministros y en el subsecretario del Interior, Luis Cordero, mientras el jefe de Estado ha acotado sus pronunciamientos a las actividades presidenciales y ha vertido opiniones solo a través de sus redes sociales.
Ese viernes 18 de octubre desde la comuna de Lampa, un días después de detonar por la prensa la denuncia por violación contra el exsubsecretario y que este anunciara su renuncia desde La Moneda, el Presidente decidió acoger todos los requerimientos sobre el caso.
Contra las recomendaciones de su asesora de comunicaciones, Boric respondió más de 30 preguntas por cerca de 55 minutos, lo que derivó a la apertura de un flanco adicional al sismo que generó el caso Monsalve. Al Mandatario se le criticó por trasladar la crisis a la presidencia, entregando información de forma errática y con datos no verificados.
Solo en X que el Presidente aludió a la detención del otrora subsecretario del Interior, manifestando que «nadie está por sobre la ley», mientras que asuntos más personales ha transmitido por Instragram, como la revelación de su paternidad.
Durante este tiempo, la Cámara ha hecho andar la comisión investigadora del caso Monsalve. Ahí han comparecido figuras del Gobierno como la ministra del Interior, Carolina Tohá, su par de Segegob, Camila Vallejo y el jefe de asesores del Presidente, Miguel Crispi. Fue ese último, sin embargo, el más criticado. Miembros de la comisión, tanto de oposición como del oficialismo, acusaron al frenteamplista de encarar las preguntas con evasivas.
Voces parlamentarias
En este contexto, legisladores de la instancia evalúan el hermetismo del Presidente con opiniones encontradas.
La diputada Camila Musante (PPD-Ind) aseveró que «el Presidente tiene toda la libertad y autonomía para definir cuándo responde a las preguntas de los medios de comunicación y de la prensa, porque recordemos que en los gobiernos existe un ministerio que es el Secretaría General de Gobierno». A su juicio, Vallejo «ha ejercido un excelente rol y no tengo duda que si la ministra Jara es la que va a asumir esta vocería en calidad de biministra, va a continuar haciéndolo de muy buena manera y representando no sólo el sentir del Gobierno, sino que además el criterio y la postura del Presidente Boric».
Del mismo modo, la diputada Daniella Circardini (PS), afirmó que «el Presidente ya habló lo que debía hablar, e incluso los mismos que hoy lo emplazan a volver a referirse, lo criticaron por hablar más allá de lo prudente; pero el Presidente ha seguido hablando por canales institucionales, ha declarado voluntariamente a la justicia, responderá las preguntas de la comisión investigadora y ha hablado a través de sus ministros. A mi juicio eso es mucho más que suficiente».
Distinto fue lo que consideró la diputada Sofía Cid (Rep). «Si el Presidente no tiene nada que esconder en su manejo del Caso Monsalve, como él mismo ha dicho, no se entiende que lleve 2 meses sin hablar con la prensa».
«En la comisión Investigadora hemos ido conociendo antecedentes cada vez más preocupantes sobre todo lo que ocurrió esas 48 horas en las que Monsalve siguió en su cargo, con amplias facultades, hasta que la denuncia salió en los medios. Por lo mismo, he insistido en que el Presidente debe asistir a la comisión, sobre todo porque los asesores se escudan en el supuesto secreto profesional para no hablar», sostuvo.
En ese tenor, la diputada Flor Weisse (UDI) manifestó que «es muy lamentable que el síndrome del pato cojo haya llegado a La Moneda restando todavía un año y tres meses de Gobierno. Hoy tenemos a un Presidente que ha sido relegado a un segundo plano, que no incide en el debate público y que, desde que se destapó el caso Monsalve, prefirió mantenerse al margen, sin asumir el liderazgo que una crisis de esta envergadura exigía».
En esa línea, apuntó que «no es primera vez que el Presidente Boric decide optar y evadir los asuntos más polémicos, como por ejemplo el perdonazo masivo de extranjeros irregulares que prepara su Gobierno o la crisis de seguridad que se sigue recrudeciendo. El problema es que su marginación termina generando en los chilenos la sensación de una falta de conducción brutal».
En tanto, la diputada Joanna Pérez (Dem) afirmó que «es importante que la justicia opere. Este es un caso que ya tiene cansada a la gente y creo que se ha hecho un uso desmedido también de manera comunicacional».
Sin perjuicio de ello, aseveró que «los ministros y asesores e invitados deben ayudar a que la comisión pueda llegar a buen término y no tener la actitud que tuvo un asesor del Presidente, como el señor Crispi. Creo que esta bien que el Presidente se mantenga en silencio, pero sus asesores y ministros deben colaborar con esta Comisión».
Quien también se pronunció al respecto fue el diputado Jaime Araya (PPD-Ind). «El silencio presidencial en el caso Monsalve es una excelente decisión, porque ha permitido ir fijando ciertos enfasis de la agenda de Gobierno con mayor nitidez, sin estar constantemente expuesto a ratificar, rectificar, corregir o interpretar los dichos del Presidente, y eso es un acierto mediatico. Finalmente el tema sale de la presidencia por fin, y ojalá siga en esa ruta», sostuvo.
Analistas
La estrategia de mantener al Mandatario lejos de los requerimientos sobre la contingencia, aquilató el académico de la Universidad Autónoma, Tomás Duval. «El golpe de su improvisada conferencia y los efectos políticos que produjo a raíz del denominado caso Monsalve, me parece que han provocado un cambio en el Gobierno en cuanto a no exponer la figura presidencial a todos los avatares de la política», adujo.
A su juicio, esto también responde a «dejar espacio para que la agenda pública que lentamente ha ido recuperando el Gobierno a los ministros del gabinete y por tanto el Presidente sólo intervine en ciertos actos políticos. Esto no es otra cosa que cuidar la figura presidencial de Boric y su proyección política».
Por su parte, el académico de la Universidad Central, Marco Moreno, afirmó que «dado que la crisis del caso Monsalve aún no se ha cerrado, sino que está en una etapa que podríamos definir de extensión de la crisis, que va teniendo nuevos elementos que van nuevamente colocando en entredicho la acción del Gobierno -como lo señalaba ayer por la ministra vocera que se enteró por los medios y que la decisión estuvo radicada en Interior y en el segundo piso de asesoras del Presidente- probablemente esa centralidad que tuvo el caso Monsalve, porque el Presidente lo llevó a La Moneda, hoy día se busca alejarlo de manera efectiva del escritorio del Presidente».
Ahora bien, advirtió que «vemos que, a pesar de eso, igualmente hay algunos errores que se vuelven a colocar y complican esta estrategia, como por ejemplo el anuncio de esta regularización de extranjeros indocumentados. Son factores que hacen que con facilidad el Gobierno pierda el control de la agenda, pero lo que el Presidente no quiere es llevar estos problemas hasta su escritorio, como lo hizo con el caso Monsalve».
«De ahí que pareciera ser que la estrategia sea mejor no opinar de temas que pueden ser catalogados como parte de un catálogo de temas de crisis política y entonces el Presidente solo se dedica a hacer anuncios de buenas noticias, o de visitar, o inaugurar algunas actividades para mejorar su relación con la opinión pública», añadió.
A su vez, el investigador asociado a Faro UDD, Rodrigo Pérez de Arce, reparó que «no es primera vez que el Presidente adopta un silencio autoimpuesto. Lo que sí llama la atención es que sea después de su peor tropiezo comunicacional, la extraña conferencia de prensa luego de que estallara el caso Monsalve. Así, ha delegado esas tareas en las ministras Tohá y Vallejo y en el subsecretario Cordero».
«Puede que la estrategia le rinda frutos en cuanto a evaluación ciudadana, aunque todavía no se nota un cambio tan drástico en ese indicador», afirmó y adivirtió que «nada indica que la intervención del Presidente vaya a cambiar el problema actual del Gobierno, que es su falta de herramientas para hacer avanzar su agenda. Esa falta de iniciativa -que incide también en que los nombramientos de autoridades se hayan vuelto en extremo lentos- lo perseguirá durante este último año de mandato que está por comenzar».
«El Gobierno, con Presidente hablando o callado, se encuentra políticamente estático», cerró.
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