Científicos europeos están entrenando dos naves espaciales para realizar un «baile» orbital frente al Sol, creando eclipses artificiales. Este proyecto, parte de la misión Proba-3 de la Agencia Espacial Europea (ESA), busca replicar la magia de los eclipses solares, eventos raros que ocurren unas 60 veces cada siglo. Con estos eclipses artificiales, los científicos podrán estudiar la corona solar de manera continua, algo crucial para desentrañar misterios solares.

La corona solar, esa atmósfera brillante y difusa alrededor del Sol, es más caliente que su superficie, superando el millón de grados. Sin embargo, su luz es opacada por la intensidad del Sol, dificultando su observación directa. Los eclipses naturales permiten breves momentos de visibilidad, pero Proba-3 promete algo revolucionario: eclipses prolongados y controlados, eliminando estas limitaciones y ampliando las oportunidades de estudio.

Proba-3 consiste en dos naves: el Ocultador, que bloquea la luz solar con un disco de 1,4 metros de diámetro, y el Coronógrafo, que capta imágenes detalladas de la corona. Separadas por 150 metros, estas naves sincronizan movimientos con una precisión milimétrica para crear un mini-eclipse en el espacio. Este enfoque, inédito en la historia de la astronomía, permitirá obtener imágenes libres de interferencias.

Una de las mayores promesas del proyecto es eliminar los «halos negros» que afectan las imágenes actuales de la corona, causados por fugas de luz en telescopios tradicionales. Al distanciar el disco del Coronógrafo, Proba-3 reducirá esta dispersión lumínica, revelando detalles nunca antes vistos de la corona, incluida su anillo interno, conocido como la región de transición.

El impacto de esta misión va más allá del Sol. Los datos obtenidos ayudarán a comprender fenómenos como las eyecciones de masa coronal, que afectan sistemas eléctricos y satélites en la Tierra. Además, el éxito de Proba-3 sentará bases tecnológicas para futuras misiones espaciales, mostrando cómo la innovación científica puede ampliar fronteras en diversos campos.

La precisión requerida para esta misión es asombrosa. Las naves deben mantener una formación estable mientras viajan a 10 kilómetros por segundo, gracias a un avanzado sistema láser desarrollado por la ESA. Este «ballet espacial» redefine lo que es posible en ingeniería espacial, estableciendo nuevos estándares para la exploración astronómica.

Proba-3 no solo promete revolucionar la física solar, sino también inspirar un futuro donde los eclipses artificiales sean herramientas comunes en el estudio del cosmos. Bajo esos halos negros se esconden respuestas no solo sobre nuestra estrella, sino sobre el universo y nuestra propia existencia.

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