Tensos días ha vivido el sistema bancario en Estados Unidos debido al temor de sus clientes por una eventual crisis financiera.

Comenzó con el colapso de Silicon Valley Bank (SVB) -favorito de las tecnológicas- que, en un intento por ampliar su capital, canalizó los depósitos hacia bonos a largo plazo y, por los riesgos de sus inversiones y la subida de las tasas de interés, no pudo dar respuesta ante una retirada de fondos, alarmando a las empresas y organizaciones.

SVB terminó siendo víctima de retiros masivos por parte de sus clientes -quienes en 24 horas solicitaron US$42 millones, una cuarta parte del total de sus provisiones-, obligando al Departamento de Protección Financiera e Innovación de California a cerrarlo por falta de liquidez.

Se trató del mayor derrumbe bancario en la potencia norteamericana en los últimos quince años, solo comparable con la caída de Washington Mutual en lo que fue la gran crisis financiera de 2008 -esto considerando que su quiebra arrastró consigo a Signature Bank, uno de los más importantes prestamistas para el sector de las criptomonedas-.

En respuesta, y con el objeto de evitar un impacto sistémico, el Presidente Joe Biden prometió a la ciudadanía que sus ahorros están bien guardados. «Debemos reducir el riesgo de que esto suceda de nuevo», sostuvo la autoridad y recordó que bajo la administración del también demócrata Barack Obama (2009-2017) se pusieron en marcha «duras exigencias» al sector bancario que retrocedieron durante el mandato del republicano Donald Trump (2017-2021).

Pero la historia no terminó ahí. El pavor por un efecto contagio no ha desaparecido del todo y muchas miradas apuntan a otro: First Republic Bank, sumergido en una desvalorización bursátil.

La situación llevó a los bancos más grandes de Estados Unidos -entre los que destacan Bank of America, JP Morgan, Goldman Sachs y Morgan Stanley- a planear un rescate por US$30.000 millones para evitar que este tenga un destino similar al de SVB.

Consultado por el tema, Ignacio Mieres, analista de mercados de XTB Latam, explica que las corridas sufridas por Silicon Valley Bank se relacionan con que durante la semana pasada «comenzaron los rumores de que SVB estaría enfrentando problemas de liquidez y no podría hacer frente a sus obligaciones en el corto plazo».

Según el analista, estas causas gatillaron una desconfianza de los clientes hacia el banco, provocando una «corrida bancaria». «Es decir, retirada masiva de dinero», explica Mieres, por lo que «el banco no pudo responder a las solicitudes de sus cuentas, lo que provocó su colapso».

Pero, ¿a qué se debe esta situación? ¿Cuáles son los factores detrás de lo que pareciera ser una reacción en cadena y cómo ha influido la normativa estadounidense?

Cambios legislativos

Tras la crisis financiera de 2008, el Congreso de Estados Unidos -durante la administración de Barak Obama- aprobó la Ley Dodd-Frank, donde se establecieron una serie de normas financieras que limitaban el actuar de los bancos, resguardando a los consumidores.

Sin embargo, altos ejecutivos presionaron para flexibilizar la normativa y en 2018, Donald Trump, revirtió algunas partes, permitiendo un aumento en el riesgo y un debilitamiento en los requisitos de liquidez. Asimismo, se redujeron las pruebas de estrés periódicas para identificar posibles vulnerabilidades y reforzar los negocios.

Esta desregularización se aplicó a instituciones financieras regionales, bancos como Silicon Valley Bank consiguieron que les suavizaran los requisitos y que debilitara la fiscalización.

«Yo luché contra esos cambios», dijo la senadora Elizabeth Warren. «Washington está a punto de ponerles más fácil a los bancos que eleven el riesgo, más fácil que pongan en riesgo a nuestros electores y más fácil que pongan en riesgo a las familias estadounidenses, solo para que los delegados de estos bancos puedan tener un nuevo avión corporativo y una nueva sede», sostuvo la legisladora antes de la votación el año 2018.

Efecto tasas

La debacle del sistema financiero estadounidense se enmarca en los cambios legislativos y además en el impacto de la política monetaria que ha adoptado la Reserva Federal (Fed) para hacer frente al desborde inflacionario que afecta a la nación.

En ese sentido, los activos se han visto afectados por el alza de las tasas de interés y en su última exposición, el presidente de la Fed, Jerome Powell, reconoció que es probable que el nivel final de tasas de este ciclo pueda ser más alto que lo anticipado, con el fin de lograr el objetivo de inflación, por debajo del 2%. Aunque la coyuntura de las instituciones financieras podría cambiar el escenario.

Guillermo Larraín, economista y académico de la Universidad de Chile, se refirió a lo ocurrido con SVB. «Es una mala reacción de este banco al alza de tasas en Estados Unidos, tomaron una apuesta muy riesgosa que llevó a una pérdida de confianza de parte de los depositantes. Y el problema es que, cuando aparece la desconfianza en un banco, como el sistema financiero opera en red, entonces empieza a preguntarse todo el mundo si es que el banco de al lado está en una situación similar o no, entonces se contagia», indicó.

En esa línea, Larraín mencionó que «los otros bancos, como el First Republic Bank, quedaron muy afectados por simplemente contagio y pánico financiero, que es lo que ocurre en los sistemas financieros: cuando aumenta el temor, los inversionistas se preguntan ‘¿Me tocará a mí ahora?’, y eso es lo que explica mucho de la situación.

Y si bien el experto dijo que la presencia de bancos privados en el caso de First Republic Bank es «una buena señal», de cara a la reunión de política monetaria que tiene programada la Fed para los días 21 y 22 de marzo, enfatizó en lo relevante que será para contener este efecto dominó en el sector financiero los anuncios que entregue Powell.

«Es bastante importante porque, en el fondo, la Fed ha estado embarcada en un programa de alza de tasas de interés que estaba programada para que continuara conteniendo la inflación», precisó, agregando que «acá la pregunta es si la Reserva va a darle más primacía a contener todavía el problema inflacionario, o tiene tanto temor a lo que esté pasando en el sistema financiero, que va a preferir no meterle más presión y seguir subiendo tasas. Ese es el debate».

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