Pero, con la vuelta del equipo chileno a la cancha la sorpresa fue que Arturo Vidal no había sido sustituido y muchos pensaron de inmediato: «Se va a romper entero».
Y así fue no más.
El Rey aguantó casi 75 minutos y cayó derrumbado en la cancha.
Fue triste ver como salía en camilla del campo de juego, pero peor aún fue verlo salir en las mismas e incluso peores condiciones desde el estadio, una vez terminado el partido.
Se valor el esfuerzo, se aplauden las ganas de defender la camiseta de Chile, pero no puede aceptarse la falta de criterio, espcialmente del cuerpo técnico que no impuso su atoridad por sobre los deseos del jugador.
Es de esperar que las consecuencias no seanlas que se supone.
Porque esta lesión podría costar muy caro.