Frente al yacimiento arqueológico de Ollantaytambo, en el Valle Sagrado de los Incas, el «Inca» lamenta ver vacía la puerta de entrada a Machu Picchu04. Los violentos disturbios que sacuden Perú desde diciembre han ahuyentado a los turistas y el Gobierno decidió el cierre de Machu Picchu desde el pasado 21 de enero, dejando descolocadas a las comunidades que dependen de este popular destino.
«Mira, no hay nada, está vacío», recalca el «Inca» Juan Pablo Huanacchini Mamani, de 48 años, quien trabaja con turistas ataviado con un traje de coloridas telas, sandalias y ornamentos dorados que resplandece con el sol.
La economía del país andino se basa en buena parte en el turismo, importante fuente de empleo que atraía a unos 4,5 millones de visitantes antes de la pandemia.
Pero en cuestión de semanas la situación ha cambiado en Ollantaytambo, a unos 60 km de Cusco, capital inca y turística del país, donde unos 4.000 visitantes llegaban diariamente durante la temporada alta para conocer Machu Picchu.
Cien turistas por fin de semana
Desde el 7 de diciembre, Perú se ha visto sacudido por protestas que han dejado 48 muertos. Los manifestantes piden la renuncia de la presidenta Dina Boluarte, quien asumió el poder tras la destitución y detención del mandatario izquierdista Pedro Castillo ese 7 de diciembre por haber intentado disolver el Parlamento.
En medio de las protestas, ahora apenas unos cien acuden los fines de semana, los dos únicos días permitidos por los manifestantes, una concesión para que los habitantes puedan sobrevivir.
«Vivimos del turismo (…) Ahora estamos en una escasez de gente. Cuando hay turismo todo nuestro pueblo trabaja mediante los hoteles, mediante los restaurantes, la agricultura se mueve», narra el «Inca».
Hoy, asegura, están en una «crisis tremenda».
Cifras de la crisis
La crisis está costando al país 25 millones de soles diarios (unos 6,5 millones de dólares), con una caída del 83% en la ocupación hotelera, según cifras del Ministerio de Turismo.
Abel Alberto Matto Leiva, director regional de turismo, explica que en Cusco el 75% de la población trabaja directa o indirectamente con el turismo, ya que hay 900 guías de turismo y 5.000 porteadores para quienes hacen el Camino Inca a Machu Picchu.
Es «una cadena», subraya, que comprende «2.500 agencias de viajes», comida, alojamiento, transporte.