El ex Presidente peruano Alejandro Toledo (77 años) se entregó este viernes a las autoridades estadounidenses para iniciar su proceso de extradición a Lima, donde está acusado de corrupción y lavado de dinero.

Toledo, quien reside en Estados Unidos desde hace años, se presentó ante los alguaciles luego de que el miércoles el juez federal Thomas Hixson, del distrito norte de California, ordenara su detención.

El político –que gobernó Perú de 2001 a 2006– salió esta mañana de su residencia en Menlo Park –donde se encontraba en reclusión domiciliaria– acompañado de su esposa Eliane Karp, y de su abogada. Vestía una chaqueta verde, chaleco rojo, blue jeans y zapatos deportivos, y llevaba algunas pocas pertenencias.

Una gran cantidad de medios esperaba desde temprano en la entrada del edificio federal donde debía entregarse, sin embargo, Toledo los evadió e ingresó discretamente por otro lugar.

El Servicio de Alguaciles de Estados Unidos confirmó a AFP que Toledo se había entregado y fuentes judiciales dijeron que se esperaba que el proceso de extradición durara menos de una semana.

El ex Presidente permanecerá «en una cárcel adecuada» hasta que sea entregado a las autoridades peruanas.

Toledo –quien está acusado en Lima por el caso de corrupción de la constructora brasileña Odebrecht– presentó varias peticiones para bloquear la extradición que Perú buscaba desde 2018 y que Estados Unidos autorizó en febrero pasado. Sin embargo, todos sus recursos para retrasar el proceso fueron denegados.

El ex mandatario alega que es inocente y que su integridad podría correr peligro en Perú.

Dice sentir «miedo» de la cárcel peruana: «Es peor que China o Irán»

Horas antes de entregarse, Alejandro Toledo dio una entrevista a EFE, donde le exigió a la justicia peruana que no permita su «muerte en prisión». «Le pido a la justicia peruana que no me mate en la cárcel; déjenme luchar con argumentos», sostuvo.

También aclaró que que acataría la resolución judicial que ordenaba su arresto: «Lo haré; soy respetuoso con la decisión del juez, aunque no la comparta».

El ex mandatario comentó que «mi salud es muy mala. Tomo 14 pastillas diarias, tengo hipertensión y sufro por los remanentes del cáncer (…) Solo respeten eso, no han probado nada y ya me quieren meter en la cárcel».

A pesar de la sucesión de acusaciones en las que se encuentra inmerso, Toledo insistió en que «nunca» recibió «ni un solo dólar malhabido» y comparó su caso con el del Presidente brasileño Lula da Silva, que pasó 580 días en prisión por una condena que luego fue anulada. «¿Yo, que he trabajado para ganármelo desde los cinco años?», señaló.

Toledo también afirmó que siente «miedo» del sistema penitenciario de Perú. Para el ex Presidente, la situación de las cárceles allí es «peor que la de regímenes como China, Irán o Sudán», porque los reos sufren importantes violaciones de sus derechos humanos.

El político instó a las autoridades de su país a que recapaciten, porque por su cabeza no pasa en ningún momento escaparse aprovechando su situación de arresto domiciliario. «Yo no soy un fugitivo como Fujimori. Yo me mudé al lugar (Bahía de San Francisco) donde me formé», concluyó, asegurando que luchará «hasta el final».

El ex Presidente es reclamado por la justicia de su país desde fines de 2017, donde está imputado por la presunta comisión de los delitos de lavado de activos, colusión y tráfico de influencias con relación a contratos concedidos a la empresa Odebrecht para la construcción de la Ruta Interoceánica entre Brasil y Perú.

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