El Vaticano ha explicado, tras las críticas de algunos obispos católicos a la autorización de bendiciones a parejas homosexuales, que la medida no es un ‘visto bueno’ ni una absolución y reconoce «la necesidad de un tiempo más prolongado de reflexión pastoral».

Lo indicó este jueves la Congregación para la Doctrina de la Fe en una nota, publicada por la Oficina de Prensa de la Santa Sede, después de “las comprensibles manifestaciones de algunas Conferencias episcopales» sobre el documento ‘Fiducia supplicans’. Precisa que lo expresado por esas Conferencias episcopales «no puede interpretarse como una oposición doctrinal», porque «el documento es claro y clásico sobre el matrimonio y la sexualidad».

El documento de seis páginas, firmado por el nuevo prefecto del Dicasterio, el cardenal argentino Víctor Manuel Fernández, inicia con una posición doctrinal, recordando que «hay varias frases contundentes» que «no dejan dudas», como: «La presente Declaración se mantiene firme en la doctrina tradicional de la Iglesia sobre el matrimonio, пo permitiendo ningún tipo de rito litúrgico o bendición similar a un rito litúrgico que pueda causar confusión». Actuando, frente a las parejas irregulares, «sin convalidar oficialmente su estatus ni alterar en modo alguno la enseñanza perenne de la Iglesia sobre el Matrimonio«.

En la parte pastoral precisa que «al dar esta bendición a dos personas que se acercan espontáneamente a implorarla, no las estamos consagrando ni las estamos felicitando, ni estamos aprobando ese tipo de unión. En realidad, lo mismo ocurre cuando se bendicen individuos, porque ese individuo que pide una bendición -no la absolución- puede ser un gran pecador, y no por eso le negamos este gesto paterno en medio de su lucha por sobrevivir».

La nota de prensa señala que «los documentos del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, como Fiducia supplicans, en sus aspectos prácticos, pueden requerir más o menos tiempo para su aplicación de acuerdo con los contextos locales» y que se someten al «discernimiento de cada Obispo diocesano con su Diócesis». Aunque precisa que los diversos modos de aplicación no significan «una negación total o definitiva a ese paso que se está proponiendo a los sacerdotes».

El documento habla también de la «reflexión pastoral basada en la visión del papa Francisco, implica un verdadero desarrollo sobre lo que se ha dicho sobre las bendiciones en el Magisterio y en los textos oficiales de la Iglesia», invitando a «enriquecer la praxis pastoral».

La aclaración del Dicasterio a cargo del cardenal argentino, indica que se trata de bendiciones muy breves, no «litúrgicas o ritualizadas», «sin justificar algo que moralmente no es aceptable».

Y da un ejemplo concreto: en medio de una gran peregrinación una pareja de divorciados en nueva unión le piden una bendición al sacerdote porque no consiguen trabajo o están enfermos.

«Son 10 o 15 segundos. ¿Tiene sentido negar este tipo de bendiciones a esas dos personas que la suplican? ¿No vale la pena sostener su fe, poca o mucha, auxiliar su debilidad con la bendición divina, dar un cauce a esa apertura a la trascendencia que podría llevarlos a ser más fieles al Evangelio?».

Además «esta bendición nunca se realizará al mismo tiempo que los ritos civiles de unión, ni tampoco en conexión con ellos. Ni siquiera con las vestimentas, gestos o palabras propias de un matrimonio». Ni «debería realizarse en un lugar destacado del templo o frente al altar porque esto también crearía confusión».

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