En reciente entrevista a la prensa*, el general Mario Rozas, ex Director General de Carabineros durante el tiempo del estallido, da cuenta de lo que fueron esos momentos, tal vez los más serios que ha debido enfrentar la Institución en su historia ya larga de 90 años. Y fueron serios, no sólo por la magnitud de la amenaza a todo el país, sino por la parálisis que afectó al poder político de entonces, especialmente al presidente de la República y sus ministros que, de hecho, maniataron a la policía para impedir así que se les pudiera acusar de violaciones a los “Derechos Humanos”. Protegieron así a los delincuentes, pero condenaron a nuestros policías: “De octubre de 2019 a marzo de 2020 hubo más de 19 mil eventos graves de alteraciones de orden público. En un momento, casi la dotación completa tuvo que realizar labores de control del orden público, con más de 5 mil carabineros lesionados, 126 recibieron impactos balísticos, 5 con pérdida ocular, 82 quemados y 554 ataques a nuestros cuarteles”.

Además, como bien recordamos, una enorme destrucción de propiedades públicas y privadas: quema de Iglesias, asaltos y saqueos a locales comerciales, grandes, medianos y pequeños, toma y vandalización de rutas, calles y plazas, etc. Lo más graves fue, sin duda, la quema y destrucción del sistema de transporte subterráneo en Santiago, con decenas de estaciones vandalizadas e incendiadas. Para el general Rozas “La quema del Metro fue planificada”. Y concluye afirmando que, en materia política, “hay una deuda pendiente de quienes primero avalaron la violencia, que nunca la condenaron; de quienes propiciaron la famosa Primera Línea, que fue recibida en el ex Congreso para homenajearla. . .”.

Pone así, este General, el dedo en la llaga. Lo más grave de lo que se vivió en esos días, fue la abdicación que hizo poder político de entonces de sus deberes constitucionales de cara a la defensa del orden público y de la seguridad de los ciudadanos. Hoy, pagamos las consecuencias. La delincuencia se desató en esos días, porque la impunidad en que se dejó a esa primera línea trajo como consecuencia de que, hasta el último delincuente, sintió que ya no había más obstáculo para cometer sus fechorías.

Carabineros, en cambio, a pesar de todo, enfrentó la situación y se constituyó en el último y más firme pilar de nuestra institucionalidad. Como señala el general Rozas: «La Moneda y el Congreso estuvieron a punto de caer y gracias a los carabineros hoy hay Estado de Derecho». Nunca podremos agradecerles todo lo que entonces hicieron por nosotros y lo que han seguido haciendo, a pesar de que el poder político de hoy fue el que estuvo detrás de la delincuencia de esos años. Hoy quiere pasar por un poder político respetable, pero ya no engaña a nadie.

Los nombres de las y de los carabineros caídos en el cumplimiento del deber: sargento Rita Olivares, los cabos Daniel Palma y Alex Salazar, el sargento Carlos Retamal, el carabinero Brean Rivas y los cabos segundos David Florido Cisternas y Eugenio Nain Caniumil constituyen hoy el mudo testimonio de hasta dónde llegó la entrega de Carabineros en el cumplimiento de su deber.

Por Gonzalo Ibáñez Santamaría para El mercurio