El Estado democrático de derecho es una forma de organización social que busca controlar el poder, limitándolo, haciendo responsable a sus titulares por sus actos y generando un sistema de controles jurídicos, institucionales y sociales. Cuando se denomina a la prensa como “el cuarto poder”, no solo se alude a su enorme influencia, sino también al rol de contrapeso del príncipe, equivalentes al Congreso y los tribunales de justicia, esenciales para una sociedad libre.

El poder tiende naturalmente a expandirse, a perpetuarse y a identificarse con el bien, de manera que los gobernantes suelen confundir sus objetivos, generalmente compartidos, con los medios que ellos proponen para alcanzarlos, siempre opinables e imperfectos. Al poder le molesta la crítica, la oposición y la fiscalización, por eso trata de eludirlas donde puede; nada es más frecuente en los caracteres autoritarios que descalificar los cuestionamientos institucionales y apelar al contacto directo con “el pueblo”, así como atribuir a los medios de comunicación intenciones oscuras.

En las desviaciones autoritarias cabemos todos, no es patrimonio de izquierdas ni derechas, por eso la fidelidad a instituciones que preserven la libertad es indispensable y debe estar siempre por sobre el compromiso con líderes o partidos. Lamentablemente, en el año que lleva en el poder, el Presidente Boric ha mostrado una tendencia preocupante a tener gestos de intolerancia y molestia con determinados periodistas y medios de comunicación. Incluso antes de iniciar su gobierno, en el contexto del debate previo a las elecciones, reprendió a un periodista por una pregunta que no había sido de su agrado.

Ahora, su administración lanza un proyecto al que se le ha llamado “El gobierno informa”, en que los ministros y otras autoridades difundirán directamente las políticas gubernamentales, sin pasar por el molesto filtro de periodistas que pregunten, cuestionen y contrasten con visiones diferentes. Nadie podría negar el derecho de cualquier autoridad a informar, a comunicarse con la opinión pública, a usar la tecnología actual y subir, por ejemplo, videos a las redes sociales, escribir cartas o columnas en las páginas editoriales de los diarios, en fin, a valerse de todos los canales normales disponibles.

Cosa distinta es abrir institucionalmente una vía de información en que el gobierno elude, como política de comunicaciones, el filtro de la prensa independiente. No hay que ser muy despierto para asociar esta decisión con la reiterada acusación de que los medios de comunicación están en manos de la derecha, del llamado duopolio de la prensa escrita y de los discursos que llaman a generar un sistema de medios en que se fuerce coactivamente cierta definición del “pluralismo”.

La izquierda latinoamericana ha tenido la tendencia a victimizarse para justificar el control de la prensa. Chávez inventó su conocido programa “Aló presidente”; que nuestro gobierno siga esos rumbos es, en sí misma, es una muy mala noticia.

Por Gonzalo Cordero, abogado para La Tercera