Un empate técnico, con votos que podrían subirse o bajarse a última hora, es el escenario que vive la Cámara de Diputadas y Diputados que está convocada para el próximo lunes para elegir a su nuevo presidente y a quienes se desempeñarán en las dos vicepresidencias.

Aunque la mayoría absoluta son 78 de 155 diputados, en caso de que ninguna candidatura logre ese umbral, los nombres más votados se miden inmediatamente en una segunda vuelta, donde gana simplemente quien saque más apoyos. En caso de empate (escenario no descartable dada la estrecha competencia), todo se resuelve con un sorteo. Hasta el momento el procedimiento que se usaría es el de una moneda al aire.

La definición, que tiene vilo al gobierno y a la oposición, es clave para despejar cuál fuerza política tendrá el control de esta rama del Congreso para poder manejar el ritmo y los contenidos de los proyectos de ley de los próximos dos años.

Si bien hipotéticamente la derecha y alianza gubernamental tienen una base de apoyos, hay al menos 10 diputados que tienen sus votos en suspenso.

Aunque algunos de ellos públicamente han dicho que no apoyarán la postulación de la carta aún no definida del Partido Comunista -que ahora le correspondería presidir la Cámara, según el acuerdo mayoritario del oficialismo-, tampoco tienen comprometido su apoyo a la candidatura de la diputada Joanna Pérez (Demócratas).

Dentro del grupo de diputados que aún no definen públicamente su postura figuran los independientes Pamela Jiles, Gonzalo de la Carrera, Francisco Pulgar, Enrique Lee, Carlos Bianchi y René Alinco. También en reflexión se declara Mónica Arce (Partido Humanista), Andrés Jouannet (Amarillos) y Gaspar Rivas y Karen Medina (ambos del PDG).

Adicionalmente, hay ruidos en cada bando en disputa y amenazas de descuelgues de legisladores de derecha y del oficialismo, que nublan aún más cualquier pronóstico. Por ejemplo, existe una advertencia explícita de los legisladores del Partido Social Cristiano, que exigen a las otras bancadas ser debidamente considerados en la distribución de espacios de poder en la Cámara.

Sin considerar estos ruidos y descontando a quienes abiertamente están en reflexión, la oposición hoy tendría una base de 73 votos para llegar a la presidencia de la Cámara: seis legisladores de Demócratas, un ex-PDG (Rubén Oyarzo), 23 UDI, 22 RN, cuatro Evópoli, 12 republicanos y cinco de los siete integrantes del comité socialcristianos-independientes.

Sin embargo, es altamente probable que Andrés Jouannet se incline por la carta opositora, Joanna Pérez, dada su cercanía y su distancia ideológica con el PC. Con el presidente de Amarillos, la derecha sumaría 74 respaldos. “Yo no he firmado ningún acuerdo, pero tengo una cosa clara. No voy a votar por el PC. Es algo de fondo. Joanna Pérez es una gran diputada y tiene todas las condiciones para ser presidenta de la Cámara”, expresó Jouannet.

Un cuadro más complejo ofrece Gonzalo de la Carrera, quien si bien no apoyaría a la carta comunista, podría no votar y dejar al bloque opositor en una situación desmejorada. “No he decidido mi voto. No necesariamente voy a votar por los candidatos que proponga Chile Vamos. Si no nos incluyen en el acuerdo, no cuenten con nuestro voto”, expresó de la Carrera.

Un caso distinto es el de Enrique Lee, quien ha dicho no tener reparos personales para votar por un PC o la diputada Pérez, pero su voto lo decidirá al final.

Francisco Pulgar, por su parte, tampoco ha resuelto su voto y señala que ambos bloques en disputa lo han decepcionado con compromisos que no ha cumplido en materia de trabajo legislativo.

Cuentas del oficialismo
Por otro lado, la base hipotética de apoyos a la candidatura del PC está compuesta por 12 legisladores comunistas, 22 del Frente Amplio, 13 socialistas, 8 del grupo PPD-independientes, 5 liberales, 3 radicales, 5 DC, 1 FREVS, 2 Acción Humanista y un exhumanista. Todos ellos suman 72 votos.

A ese piso de votos podrían sumarse los apoyos de Mónica Arce, René Alinco y Carlos Bianchi. Con ellos se llegaría a 75, un voto más que los que tiene la derecha. Sin embargo, sus votos aún no están asegurados.

El gobierno, además, está apostando fuertemente a convencer a los PDG Karen Medina y Gaspar Rivas, con lo que llegaría a 77 respaldos.

El problema es que si bien Rivas está abierto a apoyar en esta oportunidad al postulante del PC, Medina exige que se le entregue la presidencia de la Cámara al PDG, según el calendario original que establecía el acuerdo administrativo, suscrito en marzo de 2022. En caso de que ello no ocurra, la legisladora del PDG no votaría por la candidatura del oficialismo. “Estamos esperando la decisión del gobierno y ellos está en conversaciones para evaluar lo que significaría perder la mesa”, dijo Medina, quien recalcó que el Ejecutivo decide postular al PC “sería romper el acuerdo y nuestra postura es inamovible, al PDG le corresponde la presidencia”, señaló Medina.

Un caso especial también es Pamela Jiles, quien en instancias similares se ha restado. Consultada por La Tercera, tampoco anunció que hará el próximo lunes. “Este es un problema que no le interesa a la ciudadanía. Es una vergüenza la pérdida de tiempo y energía en algo que no tiene ninguna relevancia en la situación de crisis en la que se encuentra la ciudadanía. Yo no comento mis votaciones. No he hablado ni una sola palabra con el gobierno, porque no corresponde. Considero que el llamado acuerdo administrativo murió cuando el gobierno intervino en algo que es de dominio parlamentario y quebró el pacto, que decía que había que votar por la presidencia de un PDG en este período”, dijo la legisladora.

/psg