El presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, llegó este viernes a un hospital privado de Brasilia para ser sometido a una operación para corregir problemas en la cabeza del fémur que le causan constantes dolores.

El mandatario, quien cumplirá 78 años en octubre, fue ingresado en el hospital Sírio-Libanês de Brasilia en el que, en principio, permanecerá unos cinco días, y luego seguirá el proceso de recuperación en el Palacio da Alvorada, su residencia oficial.

El equipo de veinte profesionales que participará en la cirugía, integrado por médicos de su confianza, encabezado por Roberto Kalil Filho, viajó desde Sao Paulo y desde el jueves está en la capital con los preparativos para la cirugía, de la que no se informó el horario.

Según fuentes oficiales, será sometido a una “artroplastia total de cadera”, un procedimiento para el que recibirá anestesia general y que durará “algunas horas”, tras lo cual los propios médicos informarán a la prensa sobre el resultado y evolución del paciente.

El proceso de recuperación demandará “entre tres y cuatro semanas”, un periodo en el que, sin embargo, el mandatario “podrá despachar con normalidad” y no precisará delegar responsabilidades en el vicepresidente, Geraldo Alckmin, según las fuentes oficiales.

Sin embargo, tendrá algunas restricciones de movilidad mientras permanezca de reposo, un tiempo en el que estará asistido por sus médicos.

Lula siente fuertes dolores en la cadera desde mediados del año pasado, cuando estaba en plena campaña las elecciones de octubre, en las que derrotó al entonces mandatario, el ultraderechista Jair Bolsonaro.

Una vez recuperado, Lula retomará su agenda internacional con un viaje previsto para principios de noviembre para participar de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de 2023 (COP28) en Emiratos Árabes Unidos y luego una visita oficial a Alemania.

Se prevé que permanezca ingresado hasta el martes, y en ningún momento cederá el cargo a su vicepresidente, dijo un asesor de la Presidencia.

El procedimiento, de varias horas y bajo anestesia general, consiste en colocar una prótesis híbrida, con una parte fijada con cemento óseo y otra encajada directamente en el hueso.

Lula ha recortado en los últimos días su agenda y canceló un desplazamiento a Sao Paulo por “recomendación” médica antes de la cirugía, dijo una fuente presidencial.

Además, en algunas de sus últimas apariciones esta semana en Brasilia ha usado una mascarilla.

El gobernante se dijo “muy optimista” de que la operación saldrá bien y afirmó que podrá “trabajar normalmente” durante su convalecencia, que pasará en el Palacio de la Alvorada, la residencia oficial.

Pero deberá poner un freno a su apretada agenda de viajes y se quedará en la capital brasileña al menos cuatro semanas.

Si todo sale como previsto, se espera que Lula retome sus desplazamientos internacionales a finales de noviembre, con motivo de la Conferencia de la ONU sobre el Clima COP28, en Emiratos Árabes Unidos.

Lula sufre en la parte derecha de la cadera de una artrosis, un desgaste en los cartílagos que revisten las articulaciones y que puede limitar los movimientos.

El lunes reveló que los dolores comenzaron en agosto del año pasado, durante la campaña contra su predecesor de ultraderecha Jair Bolsonaro, a quien venció en los comicios de octubre.

Desde entonces, se intensificaron, dijo, causándole dificultades para dormir, sentarse o estar de pie, y lo dejan de “mal humor”.

Sin muletas a la vista

Pero el mandatario decidió postergar la cirugía por temor, según confesó, a transmitir una imagen de debilidad. En cambio asumió el mando de una diplomacia hiperactiva y dio la vuelta al mundo para reuniones con líderes extranjeros y citas multilaterales.

Internamente, mantuvo el mismo empuje: viajó a varios estados de este país de tamaño continental, dio discursos y participó semanalmente en su programa “Conversación con el presidente”, transmitido en redes sociales.

Las próximas semanas, probablemente deberá caminar con ayuda de un andador, aunque dijo que por consejo de su fotógrafo oficial no se mostrará usándolo en público.

“No me verán de andador ni de muletas, me verán siempre guapo, como si no me hubiera operado”, afirmó, entre risas, el martes.

No es el primer percance de salud de Lula. Exfumador, fue diagnosticado en 2011 con cáncer de laringe y logró una total remisión el año siguiente, tras someterse a radioterapia y quimioterapia.

En marzo pasado, debió postergar un viaje a China por una neumonía.

Su predecesor, Bolsonaro, hoy de 68 años, fue hospitalizado varias veces durante su mandato, especialmente para tratar las secuelas de una puñalada durante la campaña electoral de 2018.

(Con información de EFE y AFP)

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