En esta columna quiero hacer un llamado de alerta a un hecho extremadamente grave.

  • Me refiero a la forma hipócrita como nuestra sociedad esconde la tremenda cantidad de niños que mueren a mano de sus padres, en especial la madre, día a día, llegando a la alarmante cifra de 182.000, si leyó bien, ciento ochenta y dos mil niños muertos por sus padres al año.

A esto debemos sumar los suicidios, ya que, unos 46.000 adolescentes se suicidan anualmente:

  • Significa cada 11 minutos acontece un suicidio y este dramático suceso se posiciona como la quinta causa de fallecimiento infantil en el planeta;
  • Además de la alarmante cifra de que 1 de cada 7 adolescentes entre 10 y 19 años en el mundo tiene algún problema de salud mental diagnosticado.

Que decir, si sumamos aquellos que son:

  • Mutilados;
  • Quemados;
  • Heridos gravemente;
  • Dañados física y psicológicamente debido a los severos golpes de sus padres.
  • Los que enferman psicológicamente por el maltrato y abandono a que son sometidos por padres extremadamente neuróticos en sus exigencias;
  • Los hijos no deseados que de una u otra forma son rechazados por haber llegado en un mal momento en la vida de pareja de sus padres y/o por factores individuales de uno de ellos.

¿Alguien se suma a este llamado?

Entonces:

Compartir esta columna es una manera de defender la voz de quienes no salen a la calle a gritar porque genotípica y fenotípicamente no están capacitados;

Son “invisibles” para todos nosotros por años, hasta que el maltrato llevado a cabo por quienes deben amarlos y cuidarlos, los lleva a la delincuencia y/o ya no están para contarnos lo que sufrieron.

Los que quedan, la mayoría, tiene:

El camino del afecto sano y maduro, sin posibilidades, y lo que es peor;

Enlutará el camino de sus descendientes, y de todo aquel que se relacione e interaccione con ellos, ya que, sus vidas, se atiborrarán y/ o sufrirán de:

  • Drogadicción;
  • Alcoholismo;
  • Embarazos precoces;
  • Bulimia;
  • Anorexia;
  • Suicidio;
  • Fracasos afectivos;
  • Sexualidad

La sexualidad precoz existente hoy en día, no en busca del agradable orgasmo, sino la búsqueda desesperada de:

  • Importarle a alguien;
  • De sentir que alguien me necesita;
  • De que alguien “me quiere” aunque para ello tenga que “prostituirme” cambiándome por una mirada, una caricia, que muchas veces, la mayoría es falsa, en suma, sentir que existo.
  • Tal como pueden leer latamente en mi columna “Me casé con un Psicópata.

Recuerdos

Los recuerdos, a veces,

son un tormento para el alma,

hacen brotar lágrimas,

llevan en sí,

los secretos del dolor que las causó.

Las otras, las de sangre,

se desplazan a través de ti y del tiempo,

son portadoras de una melancolía,

 que te enajena. Sforzini

Recuerdos, Repetición Patológica

Pues bien, existe una forma terrible de expresar nuestros tristes recuerdos de la infancia, y esta no es otra que nuestros actos, nuestra actuación diaria, son la forma de expresar nuestro «pretérito olvidado”:

¿Dices no tener recuerdo de sentirte solo y triste en la infancia?:

Pues la soledad que sientes al lado de la pareja que elegiste para compartir tu vida es tu manera de recordar lo poco amado (a) que te sentiste cuando niño -a-;

En ese mismo campo:

  • Tus inseguridades actuales;
  • Tu baja autoestima;
  • Tu timidez;
  • Tus celos;
  • Tu envidia;

son las formas de perpetuar cuan poco importante y querido te sentiste por tus figuras amorosas primarias;

¿No recuerdas los conflictos con tu padre o madre como figura de autoridad?:

  • Pues bien, tu actuación frente a jefes o cualquier tipo de autoridad es tu manera de actualizar tu pretérito “olvidado”.
  • Esa es tu manera de recordar
  • Todo aquel que diga que no recuerda nada de su infancia, debe analizar sus actuaciones en distintos campos de su quehacer actual y allí encontrará su pasado y su recuerdo.

 

Cifras de la UNICEF:

 

  • 500 niños al día mueren, en el mundo, por la violencia de sus padres;
  • Eso significa 182.500 niños muertos al año en mano de sus padres, y tal como se señala, la mayor parte, a mano de sus madres

Cifras ONU:

 

  • Cada día, un promedio de 137 mujeres en el mundo, muere a manos de su pareja o de un miembro de su familia.
  • Esto significa 50.005 muertes de mujeres al año a mano de sus parejas o parientes cercanos.

Entonces:

  • Los padres, especialmente las madres, matan más niños que las muertes de género que ellas sufren a manos de sus parejas.
  • Las madres matan casi 4 veces más niños en el mundo que las muertes de ellas a manos de hombres.

Les inquiero;

¿A nadie le interesan los niños?

Más aún, en estos casos:

 

  • ¿Dónde están los defensores de los Derechos Humanos?
  • ¿Dónde están los defensores de los Derechos de los Niños?
  • ¿Dónde está la prensa, sobre todo las mujeres?
  • ¿Existe una defensa de complicidad criminal de género implícita?

 

La Paternidad Responsable es:

 

  • Traer al mundo niños cuando estamos preparados individualmente para ello;
  • La pareja está consolidada afectivamente;
  • No para llenar, en la existencia de adultos inmaduros, su miedo a la soledad e inseguros de poder llenar sus vacíos existenciales.

En suma:

 

Cuando amamos o tenemos desarrollada esta capacidad, lo suficiente y necesaria para poder Ser:

 

  • Ese Ser altruista que nuestros hijos necesitan y que;
  • La pareja, sea capaz de generar una riqueza de contención capaz de cubrir y satisfacer las necesidades afectivas de todos sus miembros.
  • Entonces y solo entonces podemos pensar en formar una relación de pareja;
  • Y llegar a trascender como tales en la familia a través de hijos deseados y, por ende, ciertos que podremos amarlos.
  • La Proliferación de Mascotas ¿No es la proliferación de mascotas en reemplazo de hijos, la bofetada en la cara que nos están dando nuestros hijos, como signo evidente del abandono afectivo en el que han crecido?

 

Y no es el único signo… Miremos a nuestro alrededor.

Veamos como actúan, como interaccionan con:

  • Ellos mismos;
  • Los otros;
  • La sociedad;
  • Sus parejas, y veremos que:
  • Los “fallecidos” a mano de nosotros, sus padres, son más de quinientos al día.

 

Por último, les dejo este “poema” que leí hace años en nuestra “Escuela para Padres” en Radio Gigante, la radio de “Don Francisco”, que expresa el llamado desesperado de un niño al padre:

  • Castigador;
  • Abusador;
  • El castrador padre.

Lean con mucha calma cada palabra, cada frase, es nuestro drama, la que hemos sufrido todos los niños abusados por quién debió amarte, no destruirte, ya que, como dice, en una parte de la letra de la canción “No me ames” tendríamos que advertirle a quién se nos aproxime:

“No me ames, pues te haré sufrir

Con este corazón que se llenó de mil inviernos”

Compositores: Aleandro Civai / Giancarlo Bigazzi / Ignacio Ballesteros Diaz / Marco Falagiani

 

Vamos a lo ofrecido:

 

Papi, “No me pegues”

 

Tus golpes no sólo hieren mi cuerpo…

¡Golpean mi corazón!

me hacen duro y rebelde,

terco, torpe y agresivo.

 

Tus golpes me hacen sentir miserable,

pequeño e indigno de ti… mi héroe.

 

Tus golpes me llenan de amargura,                                                   

bloquean mi capacidad de amar,                                                  

 acrecientan mis temores y                                                                           

 nace y crece en mí el odio.

 

Papi, tus golpes me alejan de ti,

me enseñan a mentir,

cortan mi iniciativa y mi creatividad,

mi alegría y mi espontaneidad.

 

No me golpees más…                                                    

soy débil e indefenso ante tu fuerza;

tus golpes enlutan mi camino,

y sobre todo endurecen mi alma.

 

La fuerza de tu razón es superior

a la fuerza de tus golpes;

si no te entiendo hoy

¡Pronto lo haré!

si eres justo e insistes en explicármelo…

 

Más poderosos que tus golpes,

más efectivos y grandiosos

son tu afecto, tus caricias, tus palabras.

 

Papi tu grandeza no está                                                    

en el poder de tu fuerza física                                           

tú, mi héroe, eres mucho más                                     

cuando no necesitas de ella para guiarme…-

por Victor Sforzini Sepúlveda