El Gobierno de Brasil reforzó la seguridad en Brasilia el miércoles en medio de tensiones ante posibles nuevas protestas de partidarios del ex presidente Jair Bolsonaro y el arresto pendiente de uno de sus aliados solo días después de que los disturbios sacudieran la capital brasileña.

Los caminos que conducen a la Explanada de los Ministerios fueron bloqueados al tráfico y a los peatones, dijo a los periodistas el viceministro de Justicia, Ricardo Cappelli, mientras los seguidores de Bolsonaro prometían nuevas “mega” protestas para “recuperar el poder” de manos de su sucesor, Luiz Inacio Lula da Silva.

La explanada alberga todos los ministerios del gobierno, así como la Plaza de los Tres Poderes: la presidencia, el Congreso y la Corte Suprema, todos los objetivos del violento levantamiento del domingo.

También se planearon manifestaciones en Río de Janeiro, San Pablo y otras ciudades en un país que quedó profundamente dividido por una vitriólica campaña para las elecciones de octubre en la que el izquierdista Lula venció por poco al ultraderechista Bolsonaro.

Desde la derrota de Bolsonaro, sus más acérrimos defensores han estado clamando a los militares para que den un golpe de Estado contra Lula. Y el domingo, cientos de personas ataviadas con los colores amarillo y verde de la bandera brasileña, cooptada por Bolsonaro y sus partidarios como símbolo del fervor nacionalista, irrumpieron en los lugares simbólicos del poder.

Llamados “fascistas fanáticos” por Lula, se enfrentaron con la policía, golpearon a los periodistas y dejaron una estela de destrucción de propiedades a su paso.

Cientos han sido arrestados y Brasilia ha estado tranquila, aunque tensa, desde que la policía detuvo el lunes a los llamados “bolsonaristas” que estaban acampados en la capital desde octubre.

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