A 20 km de altura, en plena estratosfera, un equipo de científicos estadounidenses acaba de captar una serie de extraños sonidos que no han sido capaces de identificar.

La estratosfera, que se extiende desde unos 10 km hasta 50 km sobre nuestras cabezas, es un buen lugar para grabar sonidos, algo que los investigadores logran instalando micrófonos en globos construidos por ellos mismos. Pocos aviones vuelan a esas altitudes, y apenas si hay turbulencia, por lo que resulta fácil, desde ahí arriba, captar cosas como las colisiones de grandes olas oceánicas, truenos, turbinas eólicas y explosiones.

Pero junto a todo eso, Daniel Bowman, del Sandia National Laboratories, en Estados Unidos, ha detectado un sonido que ha sido incapaz de identificar. «En la estratosfera -dijo Bowman durante la 184 Reunión de la Acoustical Society of America, celebrada en Chicago-, hay misteriosas señales de infrasonido que ocurren algunas veces por hora en algunos vuelos, pero su fuente es completamente desconocida«.

Las ondas infrasónicas tienen una frecuencia demasiado baja para que el oído humano las escuche, pero pueden ser captadas con los instrumentos adecuados. Bowman y sus colegas, en efecto, detectaron los misteriosos sonidos con micrófonos especiales instalados en distintos globos que funcionan con energía solar, cada uno de seis o siete metros de diámetro. «Básicamente -dijo Bowman- nuestros globos son bolsas de plástico gigantes con un poco de carbón en su interior para oscurecerlas».

Globos caseros

Los globos son de fabricación casera: «Los construimos usando plástico de pintor de la ferretería, cinta adhesiva y polvo de carbón de las tiendas de suministros pirotécnicos. Cuando el sol brilla sobre los globos oscuros, el aire del interior se calienta y se vuelve flotante. Esta energía solar pasiva es suficiente para llevar los globos desde la superficie a más de 20 km en el cielo».

Los globos están equipados con rastreadores GPS, para que puedan ser recolectados fácilmente, y ‘microbarómetros’, dispositivos que detectan infrasonidos gracias a los pequeños cambios en la presión del aire. Ahora solo queda que los científicos descubran qué es y de dónde vienen los sonidos que hasta ahora no han podido identificar.

/psg