El economista y académico de la UCLA, Sebastián Edwards, definió su opción para el plebisito del 17 de diciembre: votará A Favor.

En una columna publicada en El Mercurio, Edwards señaló que «lo mejor para el país es que gane el A Favor, y que de esa manera se produzca una señal fuerte de que este carrusel constitucional ha llegado a su fin».

De todos modos, reclacó que «si la opción triunfante es el En Contra, no será el fin del mundo. Pálido, pero sereno, el país seguirá funcionando, enfrentando grandes desafíos que ninguna de las dos opciones resuelve por sí sola».

«Un aspecto positivo de la opción A Favor -argumentó- es que reforma el sistema político. Los principales cambios son la reducción del número de diputados de 155 a 138 , la disminución del número de escaños por distritos -ahora habrá entre dos y seis en cada uno-, un umbral del 5% de los votos nacionales para que los partidos sobrevivan, y las sanciones a los parlamentarios ´díscolos´».

En esa línea, Edwards recalcó que «este es un paso en la dirección correcta», pero que «no nos engañemos», pues «es un paso tímido e insuficiente, una norma que apenas hará mella en el funcionamiento político del país. Los partidarios del A Favor han publicitado esta reforma como el elemento salvador de la democracia y de la gobernabilidad nacional. Lo presentan como una gran panacea. Exageran, y caen en una ilusión voluntarista, o en loque los sajones llaman ´wishful thinking´».

En ese sentido, el economista arguyó que «no cabe duda de que la fragmentación política es un lastre que impide lograr acuerdos y avanzar en la dirección que necesita el país. Pero esta fragmentación no es, principalmente, el resultado del número de diputados, ni de que algunos partidos políticos tengan un apoyo por debajo del 5%.

«El país no se jodió -agregó- cuando el número de diputados pasó de 120 a 155, ni cuando los minipartidos eligieron congresistas (…) el país se jodió cuando se reemplazo el sistema binominal por un sistema proporcional».

Así, continuó señalando que «en un sistema proporcional los incentivos para los acuerdos casi no existen. Lo importante no es el tamaño de la cámara o de los partidos, sino que las reglas para elegirlos. En esto la propuesta del Consejo avanza muy poco. Mantiene el sistema proporcional con algunos distritos gigantes».

Edwards añadió, a modo de crítica, que ni los expertos ni el Consejo discutieron opciones que abordaran el tema de la fragmentación en forma frontal y decidora.

En relación al binominal, dijo también que «tiene una pésima reputación» y que «se la asocia con la dictadura».

En ese sentido, reclalcó que «hay otros sistemas que enfrentan el problema de la fragmentación en forma eficiente y seria. El más simple es el uninominal, con un representante por distrito, y todos los distritos del mismo tamaño en términos de población. Una alternativa aún mejor es el modelo alemán, que combina un representante por distrito con listas cerradas a nivel nacional. Es en estas listas donde se aplica el umbral de votación mínima del 5%».

En todo caso, Edwards subrayó que «no estoy diciendo que la reforma política en la propuesta sea dañina. Mi punto es que, si bien es un paso en la dirección correcta, es un paso muy pequeño (…) habrá menos partidos, producto de fusiones y reaglomeraciones, pero seguiremos con un sistema fragmentado».

Edwards concluyó señalando que se perdió una oportunidad única para verdaderamente modernizar nuestra política. Los congresistas incumbentes difícilmente querrán un cambio que pone en riesgo sus dietas, sus asesores y su poder. Pero un paso pequeño es mejor que no avanzar y seguir empantanados».

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