Más de doce meses han transcurrido desde el que el régimen cubano de Miguel Díaz-Canel prometió un 2023 más próspero para la isla que, en la actualidad, enfrenta una crisis política, económica y social sin precedentes.

La devaluación del peso cubano ha alcanzado niveles alarmantes, con un dólar que se cotiza en el mercado informal a más de 200 pesos y que refleja una caída de la moneda nacional de casi 50% en comparación con el año anterior.

Esta situación ha tenido un impacto directo en la economía doméstica, donde en octubre de este año, el salario mínimo mensual de un cubano se redujo a 8,23 dólares, quedando por debajo de las clasificaciones internacionales de pobreza extrema.

La propia dictadura cubana ha reconocido una contracción del 2% en su Producto Interno Bruto (PIB) este año.

“No resulta posible alcanzar el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) a precios constantes que nos propusimos de un 3% para 2023″.

El ministro de Economía Alejandro Gil, atribuyó la inflación creciente a “múltiples factores”, incluyendo el déficit de mano de obra en el sector agrícola, el aumento de los precios internacionales y la ineficacia de las medidas gubernamentales. Estos problemas han impactado directamente en la disponibilidad de productos alimenticios básicos.

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