Ante la evidente incapacidad del gobierno del Presidente Gabriel Boric para enfrentar los problemas del país y para entregar una respuesta a las demandas de la ciudadanía, sería lógico esperar que la inclinación popular a castigar al oficialismo en las elecciones regionales y municipales de octubre de 2024 induzca a muchos líderes establecidos y emergentes de derecha a lanzarse al ruedo electoral para aprovechar ese viento de cola y arrebatarle a la izquierda el gobierno en varias regiones y comunas del país. Pero la realidad parece indicar que la derecha está demostrando una cobardía electoral que bien pudiera terminar convirtiendo a la elección de octubre en una muestra de apoyo a la desastrosa gestión política del gobierno del izquierdista radical Gabriel Boric.

Las cifras no mienten. Este gobierno ha tenido un desempeño entre mediocre y desastroso. La economía no crece. Si no fuera por la inmigración ilegal, en 2023 hubiéramos caído en recesión. La delincuencia está fuera de control. El gobierno ha perdido su mayoría en el Congreso y no logra construir consensos para aprobar una necesaria reforma previsional. Tal vez la única buena noticia es que la agenda de profundas reformas anti mercado que este gobierno quería impulsar se ha desvanecido. Si Boric prometió que Chile sería la tumba del neoliberalismo, su desastroso gobierno terminó cavando la tumba de esos nostálgicos sueños estatistas que inspiraban al Frente Amplio, pero que nunca funcionaron en ninguna parte.

Dado este escenario, cualquier observador razonable pensaría que las condiciones están dadas para que la oposición de derecha arrase en las elecciones de octubre. Con una aprobación por debajo del 30% y con una amplia mayoría de los chilenos creyendo que el país va por el camino equivocado, la oposición parte con una enorme ventaja en la campaña para los comicios municipales y regionales que se avecinan. Como el oficialismo de izquierda defiende muchas regiones y comunas en las que ganó producto del sentimiento anti oficialista y pro fundacional que arrasó con la derecha en 2021, ahora la mesa parece servida para que se produzca una ola pro derecha en octubre. Por cierto, uno de los legados menos memorables del fallecido Presidente Sebastián Piñera es que, al final de sus dos gobiernos, la derecha sufrió sendas palizas electorales por parte de un electorado insatisfecho con la forma en que los gobiernos de Piñera habían hecho su trabajo.

Pero la poca disposición de líderes de derecha para lanzarse al ruedo electoral amenaza con arruinar lo que podría ser una gran victoria para ese sector en octubre. Muchos reconocidos líderes de derecha quieren ir de candidatos en comunas en que la derecha siempre gana. Esa voluntad por buscar sandías caladas refleja una cobardía electoral que no se entiende dado el contexto político que vive el país y que es impropia en líderes políticos que presumiblemente quieren defender sus ideas y valores.

La derecha está teniendo serios problemas en encontrar candidatos competitivos para gobernadores regionales. En la Región Metropolitana, por ejemplo, el sector todavía no encuentra una buena carta. En múltiples municipalidades importantes del país -Santiago, Maipú, Viña del Mar, Valparaíso y Concepción, por nombrar a algunas- parece haber más personas que se han bajado de la carrera que candidatos competitivos interesados en entrar al ruedo. Abundan los interesados en comunas que son sandías caladas para el sector -como Vitacura o Las Condes. Pero faltan políticos que se atrevan a ir a dar la pelea en lugares que son históricamente competitivos o en reductos donde generalmente gana la izquierda.

Si la derecha no se atreve a lanzarse a la piscina electoral cuando las condiciones son favorables, entonces no debieran sorprenderse después si el oficialismo logra evitar un castigo popular en las elecciones de octubre.

Es verdad que las campañas electorales son caras y que demandan mucho esfuerzo. También es cierto que varios incumbentes de izquierda que han logrado distanciarse del gobierno de Boric. Es más, por más impopular que sea el gobierno, ningún candidato opositor, por más conocido que sea, tiene garantizada la elección. Pero la democracia siempre supone incertidumbre. La gente es la que al final decide cuando los candidatos hacen sus propuestas y se muestran en terreno.

El expresidente Bill Clinton escribió alguna vez que uno debe ser candidato solamente si tiene buenas posibilidades de ganar o buenas razones para perder. La derecha hoy tiene un ventajoso viento de cola electoral y, dado el rumbo por el que el gobierno de Boric está llevando al país, hay poderosas razones para que los defensores de la libertad y del modelo de libre mercado entren al ruedo electoral. Es de esperar que en las próximas semanas se disipen esos miedos y temores que parecen haberse instalado en varios de los líderes de derecha que hoy están llamados a defender los valores y las ideas de la libertad.

Por Patricio Navia, sociólogo, cientista político y académico UDP, para El Líbero

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