Nada será igual para el gobierno del Presidente Boric luego del brutal asesinato de tres carabineros en Cañete en la madrugada del sábado 27 de abril, fecha en que se celebra el Día del Carabinero. Los terroristas que los mataron han declarado la guerra al Estado de Chile, que deberá perseguirlos como se persigue a un enemigo.

Esto pone fin a un período en que el Presidente Boric y el grupo que controla su gobierno han oscilado entre una abierta hostilidad hacia la institución de Carabineros de Chile, a la que antes de asumir el poder hostilizaron, insultaron y persiguieron en los tribunales; y una etapa de ambigüedad posterior, en que los han humillado, indultando y premiando con pensiones de gracia a los delincuentes que los atacaron desde octubre del año 2019, mientras al mismo tiempo se condolían de ellos cada vez que eran asesinados por acción del crimen desbordado en nuestras ciudades o el terrorismo que asola la macrozona sur.

Desde hoy en adelante, ninguna lágrima ni palabra de consuelo hacia los familiares de los mártires de carabineros será observada sin sospecha de hipocresía, si no va acompañada de acciones concretas que aporten a la desarticulación de los grupos que han decidido declarar la guerra a los chilenos y a las policías que los protegen.

Y la oportunidad para ejercer este nuevo trato con Carabineros de Chile que tiene el gobierno del presidente Boric ya comenzó. Leyes pendientes por años en el Congreso, como la ley antiterrorista, la ley de inteligencia y la de las reglas de uso de la fuerza (RUF), que ha cumplido ya un año de tramitación, deben acelerarse y aprobarse para mostrar la verdadera disposición del gobierno a respaldar a las policías y eventualmente a las FFAA en el combate al terrorismo y al crimen organizado. Si bien en el Senado se han producido avances en estos días en la ley antiterrorista, en la Cámara la diputada Maite Orsini, apoyada por los diputados Araya y Winter, se ha negado a dar unanimidad para que la corporación discuta hasta total despacho las RUF, legislación en que el oficialismo ha intentado imponer normas ridículas que obligan a las FFAA a identificarse, advertir y reportar, o establecen el resguardo de menores y otros grupos sin considerar la dificultad que ello implica. También se discute si han de ser tribunales civiles o militares los que juzguen eventuales excesos en el uso de la fuerza.

Es indignante que en estas circunstancias la diputada Orsini esgrima la calidad de feriado irrenunciable del feriado del día del trabajo (una norma dirigida a los trabajadores del comercio), para la negativa a sesionar el 1 de mayo. La diputada, que no trepidó en llamar a generales de carabineros para que intervinieran protegiendo a su pareja de escarceos amorosos luego de un incidente de tránsito, devuelve la mano de esta manera a la institución. El inefable diputado Winter por supuesto la apoya. Esas son las conductas que el presidente Boric deberá cortar de raíz entre sus políticos más cercanos, si pretende otorgar credibilidad a sus palabras de condolencias.

Es que el nuevo trato del gobierno con Carabineros debe partir de una reflexión que no se ha hecho a cabalidad en el círculo que controla el Ejecutivo. Boric y sus cercanos, especialmente los del Frente Amplio y el PC, deben resignificar lo ocurrido en los últimos años en Chile. Deben pedir perdón a Carabineros por su trato hacia ellos y también al país, por el nulo compromiso con la democracia que demostraron al apoyar un intento insurreccional contra el gobierno del presidente Piñera y la forma como condujeron un proceso constitucional que en definitiva resultó un fraude a los chilenos. La magnitud y entidad de este mea culpa es similar a la que el socialismo hizo luego del gobierno de la UP y el golpe de estado. Sólo después de él, adquirió legitimidad para volver a ser una alternativa de gobierno en Chile.

Mientras el Presidente Boric no comprenda esto, cada una de sus actuaciones de condolencia hacia carabineros será vista como una acción performativa vacía y se distanciará más del alma de los chilenos; que ha demostrado en estos días que está unida a Carabineros de Chile por profundos lazos que se estrechan cada vez más en presencia del miedo y la incertidumbre.

Por Luis Larraín, economista, para El Líbero

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