Ayer lunes arribó a Chile el avión estadounidense «Ten Tanker», aeronave que colaborará con el combate de los incendios forestales que afectan a las regiones del Maule, Ñuble, Biobío y La Araucanía. Ayer en la tarde despegó desde Carriel Sur en Concepción con destino a Santa Juana, en su primera misión de apoyo a la que brigadistas realizan en terreno.

El DC-10 Air Tanker es un avión que ya ayudó en el país en 2019 a combatir incendios forestales; tiene una capacidad de 36.000 litros de agua y sólo tarda 10 minutos en ser cargado por completo.

La aeronave trae, inevitablemente, el recuerdo de otro avión que se tomó la atención en 2017, para enfrentar la llamada «tormenta de fuego» que azotó a las regiones de O’Higgins, Maule y Biobío durante ese año. En esa oportunidad, la autoridad arrendó, con el apoyo de privados, el avión Supertanker B-747 y también el Ilyshin-76.

La semana pasada, el gerente de Protección contra Incendios Forestales de la Conaf, Pablo Lobos despejó una de las primeras dudas respecto a las razones por las que el Supertanker no se arrendó este año: «está desmantelado», sostuvo. En efecto, la compañía Global Supertanker cesó sus operaciones en 2021 y el fuselaje de la aeronave fue comprado por una aerolínea estadounidense.

Ya despejado el porqué de la «ausencia» del Supertanker en el combate de los siniestros de este año, las dudas apuntaron a las razones por las que nuestro país no cuenta con un avión propio de tal magnitud. La propia autoridad hoy abordó el punto y algunos expertos consultados por Emol también abordaron las razones.

«Hemos reforzado la flota de aviones pequeños»

La ministra del Interior, Carolina Tohá, sostuvo que la razón por la que Chile no tiene este tipo de colosos es «porque se ha considerado reforzar la flota de aviones más pequeños». Esto, porque los aviones más pequeños «tienen una versatilidad y una capacidad de respuesta rápida que es indispensable».

En esa línea, la autoridad subrayó que el Ten Tanker «hace un refuerzo a la labor de los aviones pequeños; en Chile existían muchas falencias en esa flota, y ahí está el paso primero que hubo que dar en esa línea, tanto en recursos aéreos como disposición de brigadas».

La ministra también recordó que para este año el Gobierno destinó un 22% más de recursos para prevención y ataque a los incendios, aunque destacó que «todo eso muchas veces queda superado por la evolución que va teniendo la situación de riesgo, producto de cómo ha afectado el cambio climático a nuestro país; entonces año a año hay que ir pensando cómo se refuerza, planifica, profundiza, se diversifica la capacidad de los instrumentos que el país tiene para responder a este tipo de eventos».

En efecto, en 2017 se conoció un estudio de la Conaf que daba cuenta que el Super Tanker no era tan efectivo para el combate de los incendios, pese a que su tamaño y sus 20 tanques para carga de agua hacían pensar lo contrario. Según dicho análisis basado en el porcentaje de agua que efectivamente llegó a las zonas afectadas, el Super Tanker logró apenas un 13,61% de efectividad.

En tanto, el Ilyshin-76 logró un 35% de efectividad, y la aeronave Sirosky S64 o «Atenea», logró un 100% de efectividad. Este último, diseñado para mover cargas pesadas, tenía una capacidad de 10.000 litros de agua, además de contar con un microprocesador en sus puertas que le permiten 8 niveles de tipos de lanzamiento de la misma, y su capacidad de lanzar agua por minuto era de 1.140 litros.

Costos vs efectividad

En conversación con Emol, el académico Horacio Gilbert, miembro del Centro de Cambio Global de la Universidad Católica, apunta a la relación entre los costos de mantención de una aeronave como un Super Tanker y la necesidad de evaluar la frecuencia con que ésta se utiliza. «Entiendo que un avión como ese es muy caro de mantener y se usa en contadas ocasiones, por eso, parece muy caro mantener un avión de esas características, considerando que uno tiene que haber una relación entre el uso y la mantención», comenta.

En esa línea, agrega que «he escuchado algunos colegas decir que los aviones muy grandes son bastante poco efectivos en Chile, por nuestra geografía. Los incendios en general se producen en las cordilleras o en terrenos muy quebrados y los aviones de esa magnitud, parece que no tienen mucha flexibilidad para trabajar en ese tipo de territorio».

En esa línea, el académico plantea que los aviones más pequeños ofrecen condiciones que facilitan la logística, pues «son capaces de reabastecerse en cuerpos de algo más pequeño, imagínate lo que es reabastecer el Súper Tanker o un Ten Tanker».

En la misma línea, Michel De L’Herbe, consultor en Gestión de Emergencias, plantea que aviones como el «Ten Tanker» son un recurso «menos versátil, que probablemente uno accede a estos recursos, cuando las necesidades básicas, intermedias y avanzadas más satisfechas». De hecho, plantea que si se trata de invertir en aeronaves, sería mejor apuntar hacia aeronaves multipropósito, «como el CL-415 y la nueva versión que saldrá en 2025, el CL-505; un avión que puede ser utilizado los 365 días del año en materia de emergencias, no sólo en el combate de incendios, sino que rescate de personas o labores marítimas».

«Tener este tipo de aviones es claramente una decisión de Estado, puesto que un CL-415 cuesta unos US$40 millones; no es una aeronave que suela estar disponible para su arriendo», subrayó.

Por su parte, Carolina Álvarez, académica de la Universidad O’Higgins y parte del Instituto de Ciencias Agroalimentarias, Animales y Ambientales, subraya que «lo que pasa con este tipo de aviones gigantes, a parte de que son caros, es que no son los principales responsables de que el fuego se apague; cumplen una labor complementaria con las tareas que están haciendo los brigadistas. El avión aporta con el lanzamiento de agua, y son importantes cuando estos siniestros pasan a la categoría de «mega incendios», pero es clave el trabajo que se hace en terreno también».

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