El trimestre de julio, agosto y septiembre sería, según los pronósticos, la fecha tentativa para la llegada del fenómeno La Niña. Su contrario, El Niño, ya se despidió de Chile, llevando consigo las abundantes precipitaciones de la zona central de Chile que podrían no repetirse en varios años más.

Y es que durante el tiempo de visita de La Niña, el clima seguiría un patrón completamente distinto.

Según la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA por sus siglas en inglés), la posibilidad de que La Niña inicie este trimestre es de un 65%. En caso de que no pase, la llegada inminente sería entre noviembre de este año y enero de 2025, con un 95% de probabilidad.

Es decir, este próximo verano ya tendríamos a La Niña con nosotros. ¿Qué significa esto para el clima del país?

Cómo será el próximo verano 2024-2025 con el fenómeno La Niña en Chile

Si el pronóstico se cumple tal y como se anunció ahora, es muy probable que este próximo verano el fenómeno La Niña ya esté estableciéndose en Chile.

Esto quiere decir que en los próximos meses podríamos sentir los efectos del fenómeno en el clima. A diferencia de El Niño que nos acompañó desde el año pasado —que trajo más precipitaciones en la zona central y, a la vez, un verano más caluroso— su opuesto, La Niña, promete disminuir la cantidad de lluvia pero también que las temperaturas se mantengan más bajas que el promedio.

“Las temperaturas en los veranos marcados por La Niña no son extraordinariamente calurosos”, le dice el climatólogo Raúl Cordero, de la Universidad de Santiago de Chile (Usach).

Esto, según el experto, significa que el próximo verano —que comienza el 21 de diciembre de este año— “no debería ser tan caluroso como los dos últimos, que estuvieron marcados por El Niño”.

Estas serían buenas noticias para la zona central, pues la disminución de las altas temperaturas también harían que el riesgo de incendios forestales —como el del 2 y 3 de febrero de este año— baje considerablemente.

Mientras tanto, en la zona norte del país, La Niña podría “potenciar el invierno altiplánico”. Así se le conoce a la abundante lluvia en temporada de verano (desde diciembre a marzo) en las regiones de Antofagasta, Tarapacá y Arica y Parinacota. Esto aumentaría el riesgo de aluviones en el lugar.

Por otra parte, en la zona sur, el fenómeno también marcaría un descenso en la probabilidad de lluvia, lo que —contrario a la zona central— aumenta el riesgo de incendios por la vegetación que comienza a secarse, lo que serviría como ‘combustible’ que puede prenderse con facilidad.

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