El Banco Mundial mejoró su pronóstico para la economía chilena en 2023, aunque sigue proyectando una caída del Producto Interno Bruto (PIB). Esto, en medio de las dudas que tiene el mercado tras el nagativo Indicador Mensual de Actividad Económica (Imacec) de febrero.

En concreto, la entidad, en su informe «El Potencial de la integración: oportunidades en una economía global cambiante», prevé que el PIB de Chile caiga 0,7% este año, frente a la baja de 0,9% que pronosticó anteriormente.

Una apuesta que coincide con la del Gobierno. Según el Informe de Finanzas Públicas (IFP) del cuarto trimestre de 2022, se espera que la economía nacional se contraiga entre 0,5 y 0,7%.

Con todo, la proyección del Banco Mundial se aleja de otras, como la del Fondo Monetario Internacional (FMI) que espera una contracción de al economía chilena de 1,5% durante 2023.

En tanto, para 2024 el Banco Mundial espera que el PIB anote un crecimiento de 2,1%, versus el 2,3% esperado previamente.

El economista jefe para la región, William Maloney, señaló que «Chile está enfrentando un año difícil, estamos esperando una caída de -0,7% en el PIB y luego rebotará a 2,1% el próximo año».

«Esto es principalmente por una combinación de una política monetaria restrictiva y la caída de los precios de los commodities», explicó.

Con respecto a la incertidumbre política, Maloney destacó que «Chile está tratando de hacer un reforma constitucional ambiciosa, pero tenemos fe de que es un país competente con gran experiencia y que resolverán esto con el tiempo».

Proyecciones para la región

El informe estima que el PIB regional crecerá 1,4% en 2023, una tasa inferior a la anticipada. Asimismo, señaló que se esperan tasas de 2,4% para 2024 y 2025, demasiado bajas para lograr progresos significativos en la reducción de la pobreza. «La región en gran medida se ha recuperado de la crisis de la pandemia, pero lamentablemente ha vuelto a los bajos niveles de crecimiento de la década anterior», dijo Carlos Felipe Jaramillo, vicepresidente del Banco Mundial para América Latina y el Caribe. «Los países deben urgentemente acelerar el crecimiento inclusivo, para que todos se beneficien del desarrollo, y esto requerirá mantener la estabilidad macroeconómica y aprovechar las oportunidades que hoy ofrece la integración comercial», agregó.

Según el informe, la resiliencia general de la región es el resultado de un arduo progreso obtenido en la gestión macroeconómica a lo largo de las últimas dos décadas. Preservar este logro será primordial.

Sin embargo, apuntó que los desequilibrios fiscales siguen siendo elevados, con un promedio estimado en 2,7% del PIB en 2023, lo que erosiona aún más el espacio fiscal ya de por sí reducido; y se espera que el nivel de endeudamiento llegue al 64,7% del PIB este año, levemente por debajo del 66,3% alcanzado en 2022. Además, alertó que las recientes quiebras bancarias en EEUU y Europa añaden incertidumbre. «Sus repercusiones en el sistema bancario y los flujos de capital en América Latina y el Caribe aún están por verse», indicó.

El reporte además sugiere una serie de políticas de integración que los países deberían considerar para aprovechar estas oportunidades. Esto incluye políticas de largo plazo, como reducir los riesgos sistémicos, impulsar las inversiones en infraestructura tradicional y digital y mejorar el capital humano; así como opciones a corto plazo, como preservar la estabilidad macroeconómica, impulsar avances en la regulación aduanera y de transporte, y mejorar las agencias de promoción de exportaciones e inversiones.

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