Trece días después del terremoto que golpeó a Turquía y Siria, los socorristas turcos encontraron este sábado a tres personas vivas entre los escombros, aunque una de ellas, un niño de 12 años, falleció poco después de camino al hospital.
Fue un auténtico milagro que hayan sobrevivido casi dos semanas a pesar de haber estado atrapados bajo los escombros y en un clima helado. Pero el número de personas rescatadas vivas disminuyó a solo un puñado en los últimos días y las esperanzas comienzan a extinguirse.
Según el último balance, al menos 44.330 personas perdieron la vida. El servicio de emergencias turco Afad cifró este sábado en 40.642 las víctimas mortales de los seísmos registradas hasta ahora, informó la agencia oficial Anadolu.
A ellas se suman las 3.688 contabilizadas en Siria por el grupo de rescatistas Cascos Blancos, que opera en la región opositora noroccidental, y la agencia oficial siria SANA, que ofrece el recuento de todas las demás zonas bajo el Gobierno del presidente sirio Bachar al Asad. El número de heridos se eleva a 122.757 (108.000 en Turquía y 14.757 en Siria).
Trece días después del siniestro, estos datos con solo un balance provisional, ya que aún quedan decenas de miles de cuerpos bajo los escombros y diversas estimaciones prevén que el saldo final rondará o superará 100.000 muertos. Ya es la mayor catástrofe de la región en casi un siglo.
La agencia estatal de noticias Anadolu compartió las imágenes de rescatistas colocando a un hombre, una mujer y un niño en camillas, luego de pasar 296 horas enterrados bajo los escombros en el distrito de Antioch, en la provincia de Hatay.
El ministro de Salud turco, Fahrettin Koca, compartió un video de la mujer de 40 años en un hospital de campaña recibiendo tratamiento. «Está consciente», tuiteó. En las últimas horas también se logró rescatar en vida de debajo de los escombros a un hombre de 45 años.
El vicepresidente turco Fuat Oktay precisó el viernes que los esfuerzos de rescate continúan en menos de 200 sitios, mientras los socorristas compiten contra el tiempo para encontrar más personas vivas.
El terremoto, ocurrido en una de las zonas sísmicas más activas del mundo, golpeó áreas pobladas, donde muchos estaban dormidos, en casas que no habían sido construidas para resistir tan poderosas vibraciones del suelo.
El presidente turco Recep Tayyip Erdogan recibió críticas por la lenta respuesta a la catástrofe y por el hecho de que se permita construir edificios de mala calidad. Los funcionarios habían prometido, tras un terremoto en 1999 que se cobró más de 17.000 vidas en el noroeste de Turquía, que se reforzarían las normas de construcción.
Uno de los últimos cuerpos en ser hallados fue el del ex futbolista de la Selección de Ghana, Christian Atsu. Fue su mánager quien confirmó que su cuerpo había sido encontrado debajo de un edificio derrumbado en Antakya.
El edificio donde murió el futbolista Atsu, un bloque de apartamentos de lujo de 12 plantas, fue construido en 2013 cuando Turquía tenía normas más estrictas sobre la construcción. Pero, para la sorpresa e indignación de muchos, el bloque de desmoronó. La policía turca arrestó al contratista después de que intentara huir del país, informó Anadolu la semana pasada.
Los oficiales detuvieron a docenas de contratistas mientras el gobierno promete tomar medidas enérgicas contra las normas de construcción laxas. Más de 84.000 edificios se derrumbaron, necesitan ser demolidos urgentemente o resultaron gravemente dañados por el sismo, indicó el viernes el ministro turco del Medio Ambiente, Murat Kurum.
Con información de AFP y EFE
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