El papa Francisco, de 86 años, será operado de urgencia y bajo anestesia general este miércoles por la tarde en Roma, por un riesgo de obstrucción intestinal, anunció el Vaticano.

La intervención quirúrgica resulta “necesaria” por la agravación de los síntomas presentados por el sumo pontífice, indicó su equipo médico, y requerirá “varios días” de hospitalización, precisó el director del servicio de prensa de la Santa Sede, Matteo Bruni.

Tras dirigir como cada semana la audiencia general en la plaza de San Pedro del Vaticano, y saludar a los fieles a bordo del “papamóvil”, el pontífice argentino fue llevado bajo escolta policial al hospital Gemelli, en el noroeste de la capital italiana, adonde llegó hacia el mediodía.

“Al comienzo de la tarde, se someterá a una operación quirúrgica de laparotomía y de cirugía plástica de la pared abdominal con prótesis, bajo anestesia general”, explicó Bruni en un comunicado.

La laparotomía es una intervención consistente en abrir el abdomen. “La operación, preparada estos últimos días por el equipo médico que asiste al Santo Padre, se ha vuelto necesaria a causa de una hernia incisional que provoca síndromes suboclusivos recurrentes, dolorosos y en vías de agravación”, agregó Bruni.

El martes por la mañana, el papa había tenido que pasar por el hospital Gemelli para someterse a unos “exámenes”, pero el Vaticano no detalló la naturaleza de los mismos. La operación ha sido considerada de urgencia después de los resultados de la TAC a la que se sometió este martes.

En julio de 2021, el obispo de Roma tuvo que ser hospitalizado unos diez días en ese mismo hospital para someterse a una operación del colon, en la que se le extirpó una parte del mismo. Según dijo, sufrió “secuelas” de la anestesia.

En una reciente entrevista con la agencia estadounidense AP, Francisco reveló que volvía a sufrir de divertículos, el problema por el que tuvo que ser operado del colon, pero que estaba bien de salud.

A fines de marzo, Francisco, elegido papa en 2013, tuvo de nuevo que ser ingresado en el hospital Gemelli por una “pulmonía aguda” que requirió antibióticos.

Francisco confió hace dos semanas en una entrevista con la televisión hispanohablante Telemundo que esta “neumonía” fue tratada “a tiempo”, y que si se hubiera esperado más tiempo, podría haber sido más grave.

“Seguimos al Papa con nuestro afecto y nuestras oraciones, esperando que todo se resuelva pronto y que regrese con prontitud al ejercicio de su ministerio”, dijo el secretario de Estado vaticano, cardenal Pietro Parolin.

La Presidencia de la Conferencia Episcopal Italiana también expresó en una nota “la cercanía y el afecto de los obispos y de las Iglesias de Italia al Papa Francisco”.

Una salud renqueante

Tras su operación este miércoles, el papa tiene previsto permanecer en la décima planta del hospital Gemelli, en la misma habitación utilizada por el papa Juan Pablo II, operado en varias ocasiones en ese centro médico.

Jorge Bergoglio padece también dolores crónicos de rodilla, que lo obligan a desplazarse en silla de ruedas o con ayuda de un bastón.

El jefe de la Iglesia católica tuvo igualmente que anular sus citas previstas el 26 de mayo por un estado fiebroso, que no requirió ingreso hospitalario. Al día siguiente retomó sus compromisos.

La salud del santo padre ha alimentado regularmente las especulaciones sobre una posible renuncia. En varias ocasiones dijo que se plantearía dimitir -como hizo su predecesor Benedicto XVI, fallecido el 31 de diciembre- si su salud así lo obligara, pero recientemente dijo que tal escenario no era de actualidad.

Pese a todo, Francisco mantiene su programa de viajes. A inicios de agosto tiene previsto visitar Lisboa con motivo de las Jornadas Mundiales de la Juventud, y en septiembre tiene agendados sendos viajes a Mongolia y Marsella, en el sur de Francia.

El papa es seguido de forma permanente por un equipo médico, tanto en el Vaticano como durante sus visitas al extranjero.

Un dispositivo necesario, máxime cuando tiene a sus espaldas un pesado historial clínico, ya que con 21 años sufrió una pleuresía, una afección grave que le supuso la ablación parcial de un pulmón.

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