El 29 de enero de 1986 un extraño objeto esférico sobrevoló el cielo de Dalnegorsk, un pequeño pueblo minero al sureste de Rusia. Tras realizar una serie de maniobras a poca velocidad cayó y se estrelló contra una montaña de la zona. Un equipo de eminentes científicos soviéticos analizó los restos del accidente y su conclusión fue que no era posible producir estos materiales con la tecnología que había en la Tierra.
Poco después del avistamiento, el gobierno soviético cerró el lugar del accidente al público y el Ministerio de Defensa se puso al mando de la investigación científica que tenía que arrojar luz sobre los fragmentos recuperados. Casi 40 años más tarde, seguimos sin tener la tecnología para crear los compuestos encontrados en Dalnegorsk y el llamado Roswell soviético continúa siendo un misterio del que no se sabe mucho más.
Una sonda averiada
Cerca de las ocho de la tarde, los vecinos de Dalnegorsk ven un objeto que vuela sin apenas hacer ruido a unos 24 km/h y a unos 800 metros sobre el suelo. Es una esfera metálica que emite un destello de luz de tonos anaranjados que van cambiando de intensidad constantemente. Los testigos aseguran que cuando está subiendo se vuelve más brillante y emite rayos de luz y cuando va cayendo se pone más oscura.
Tras un instante la esfera desaparece tras el monte Izvestkovaya, también conocido como la colina 611, y se estrella. Los vecinos del pueblo suben al monte y encuentran el lugar del accidente.
Tres días más tarde llega un grupo de investigadores del Comité de Fenómenos Anómalos de la Academia de Ciencias, liderados por el científico Valeri Dvuzhilni. La zona de impacto tiene el aspecto de haber ardido a consecuencia de la colisión, pero el equipo descubre unos pedazos de pedernal magnetizado junto a unos 300 gramos de diferentes materiales que están pegados a las rocas.
Entre los restos se encuentran pequeñas esférulas sólidas junto a fragmentos aún más diminutos y desperdigados como si los hubieran pulverizado con un spray. Junto al lugar del accidente hallaron la base del tronco de un árbol cuya parte superior se había quemado y aún desprendía un fuerte olor a producto químico.
Compuesta de materiales nunca vistos
Los restos fueron analizados después por los científicos más prestigiosos de Rusia. Sus informes hablan de compuestos metálicos que contienen niveles extraordinarios de elementos más puros que los que se encuentran en la Tierra.
También encontraron unas raras estructuras de cuarzo en forma de red con hilos desgarrados y muy finos (17 micras) formados por fibras aún más finas hechas con hilos de oro de siete micras. Estas fibras, aseguran los investigadores, son mucho más pequeñas que un pelo humano (56 micras) y no se podían haber producido con la tecnología de la época.
El experto en carbono del Instituto de Química del Departamento de Extremo Oriente de la Academia de Ciencias rusa, A. Kulikov, escribió que no era posible hacerse una idea de lo que es esa red. Se parece al carbono vítreo, pero se desconocen las condiciones que conducen a su formación. El investigador aseguró que un fuego común no podría producir semejante material.
Dvuzhilni y su equipo acabaron elaborando un informe de unas 300 páginas, publicado en la revista NLO, en el que se detallan todos sus descubrimientos. Su conclusión es que los fragmentos metálicos están hechos de un material artificial que no existe en nuestro planeta. Dvuzhilni asegura que algo así ha tenido que ser fabricado por una civilización inteligente fuera de la Tierra y que se trata de parte del sistema de guiado de una sonda extraterrestre.
Una chocante misión de rescate
Tras este incidente se repitieron los avistamientos de objetos extraños en la zona. Según cuenta el propio Dvuzhilni en un documental (que pueden ver bajo estas líneas) llegaron objetos voladores en forma de discos y globos que parecían estar buscando algo. Llevaban unas luces de búsqueda sorprendentes que, según explica el propio investigador, solo iluminaban lo que querían ver sin emitir haces de luz de ningún tipo.
Otros testigos aseguran haber visto fenómenos semejantes en la colina 611. Funcionarios del Ministerio del Interior declararon ver un objeto incandescente que surcaba el aire con una esfera opaca en su interior y una bola roja en el centro. Los empleados de la cantera de Bor vieron un enorme objeto de forma alargada (entre 200 y 300 metros de longitud) que se asemejaba al metal en llamas y cuya parte frontal estaba iluminada.
Y un profesor de guardería de la zona declaró haber visto una bola brillante y cegadora que emitió un rayo violeta-azulado que iluminó el suelo. A continuación, el objeto se acercó a la montaña y emitió una luz rojiza parecida a la de un proyector.
El misterio de la colina 611 sigue sin resolverse
Poco después del primer incidente, las autoridades rusas dieron el cerrojazo a la zona y el Ministerio de Defensa tomó el control de la investigación. A pesar del interés que ha suscitado la colina 611 entre muchos ufólogos, lo que ocurrió ese 29 de enero y en las fechas subsiguientes sigue siendo un misterio.
La única respuesta es la que nos da la Academia de Ciencias en sus conclusiones: la tecnología para producir estos materiales no está disponible actualmente en la Tierra. De hecho, los extraños materiales encontrados en la colina siguen sin poder fabricarse hoy en día a pesar de la evolución tecnológica que ha habido en las últimas cuatro décadas.
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