La minería del cobre es la principal actividad económica del país y la demanda por uno de los metales claves en la transición energética parece estar asegurada a nivel global en los próximos años. Sin embargo, el tamaño del negocio está reduciendo las mejores expectativas que existían en su momento, retrocediendo a niveles no vistos desde hace cinco años. Así se desprende de un informe anual confeccionado por la Comisión Chilena del Cobre (Cochilco), que actualizó el escenario productivo para la próxima década.

El reporte titulado “Proyección de la producción esperada de cobre en Chile 2023-2034″ arrojó que el punto más alto para la industria cuprífera local se alcanzaría en 2029, año en que la elaboración del metal rojo ascendería hasta los 6,88 millones de toneladas de cobre fino. El reporte anterior estimaba que el peak anterior se alcanzaba en 2030, con 7,14 millones. Y el de 2021 lo situaba en 2028, con 7,62 millones.

Hacia el horizonte de proyección restante, los cálculos indican una reducción que llevarían a la producción esperada a situarse en 6,43 millones de toneladas, en 2034. No obstante, las estimaciones de Cochilco consideran un rango donde, en el escenario más optimista, la producción máxima alcanzaría 7,46 millones de toneladas en 2034, y en el más pesimista, una producción mínima de 5,36 millones ese mismo año.

Así, el peak previsto ahora por Cochilco cayó por debajo de los 7 millones de toneladas de cobre fino. Es más, en la proyección esperada, en el reporte anterior durante el trienio 2028-2030 Chile produciría más de 7 millones de toneladas por temporada. En el actual, ese límite no se supera.

Y si se considera el período entre 2023 y 2033, Cochilco redujo la estimación de producción para cada uno de los años en relación al estudio del año pasado.

“La proyección de producción de cobre, al igual que el año 2022, se estima una vez más a la baja debido principalmente a la postergación de la puesta en marcha de los proyectos mineros de la cartera de inversiones”, explicó el nuevo reporte de la Comisión, cuya función es asesorar al Ministerio de Minería y el Ejecutivo sobre las tendencias en la producción de cobre y otros metales.

En ese sentido, se alude una combinación en el retraso de distintos proyectos. En primer término, está Rajo Inca, de Codelco, cuya demora ha enfrentado tanto dificultades técnicas como de gestión. El proyecto, que busca extender la operación de la división Salvador de la cuprífera estatal en 47 años ante el agotamiento de los recursos, ha sido un dolor de cabeza para la principal productora de cobre.

La iniciativa recibió la aprobación de sus permisos ambientales en febrero de 2020, iniciándose las obras tempranas en marzo de mismo año. Sin embargo, el avance de sus obras ha sido tortuoso. Al cierre de 2021, el avance físico de las obras era de 23%. Un año más tarde era de 42,6%. En febrero de 2023, Codelco rescindió el contrato adjudicado al consorcio CBM, conformado por la chilena Movitec y la estatal bielorrusa Belaz, por el “mal desempeño de la empresa de movimiento de tierras”. Según la última entrega de resultados de Codelco, a septiembre de 2023, las obras ya alcanzaban el 61,4% de avance, y aunque siguen las obras de prestripping, ya se inició la operación de la fase 2, y se desarrollan las optimizaciones en las obras de las plantas concentradora e hidrometalúrgica, además del tranque.

Otro factor mencionado en el reporte de Cochilco para explicar las menores proyecciones apunta al “aplazamiento de proyectos en su ejecución y puesta en marcha”. En ese sentido, si bien el reporte no identifica en detalle cuáles de los proyectos están en esa condición, sí destaca que algunos de ellos “han sido retrasados de tal manera que han salido del horizonte temporal de análisis, y que en informes anteriores se consideraban como proyectos que entrarían en producción de manera más temprana”.

Uno de ellos, al menos, corresponde a un proyecto nuevo para la gran minería del cobre, denominado NuevaUnión. El proyecto conjunto de la minera canadiense Teck y la estadounidense Newmont Goldcorp nació en agosto de 2015, cuando ambas firmas combinaron sus respectivos proyectos Relincho y El Morro, ubicados a 40 kilómetros de distancia entre sí, en la provincia de Huasco, región de Atacama. El proyecto es “uno de los mayores proyectos de cobre-oro-molibdeno no desarrollados en las Américas”, destacó Teck en su momento, tras reportar que durante 2021 se realizó “la evaluación de las oportunidades de optimización”. Dicho proyecto actualmente forma parte del portfolio de Teck para crecer en su producción de cobre. Según la última presentación a inversionistas de la firma, NuevaUnión es uno de los seis proyectos que le permitirán alcanzar un potencial anual en la producción de cobre por hasta 1,9 millones de toneladas. Actualmente, Teck está duplicando su producción de cobre gracias a Quebrada Blanca, cuya fase segunda operacional –inaugurada en octubre pasado- le permitirá elevar su desempeño anual hasta las 640 mil toneladas.

Con todo, el reporte de Cochilco también destaca que “la recuperación de la pérdida productiva por los efectos de la pandemia aun no son revertidos”. En esa línea, recuerda que, en 2022, la estimación para el cierre de 2023 apuntaba a alcanzar los 5,65 millones de toneladas, proyección que fue corregida a 5,33 millones de toneladas “retrasando la recuperación el año 2024″.

Agrega que, aunque se ha extendido la vida útil de algunas faenas, principalmente de óxidos, ello “no es suficiente para subsanar la problemática relacionada a la disminución de procesamiento de minerales de cobre a través de líneas de lixiviación y electrowinning, y la falta de proyectos públicos y privados que busquen una forma de utilizar la capacidad instalada de alrededor de 2,2 millones de toneladas de cobre fino en plantas hidrometalúrgicas”.

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