Información clave para la toma de decisiones tras uno de los mayores desastres ocurridos en el país durante los últimos 30 años, fue generada por un equipo de investigadores y profesionales del Centro de Investigación para la Gestión Integrada del Riesgo de Desastres (CIGIDEN).
El equipo, apoyado por la Secretaría de Planificación (Secpla) de la Municipalidad de Viña del Mar, estuvo durante tres días realizando un catastro de daños en el área afectada de la comuna de Viña del Mar. Allí, realizaron un mapeo de las áreas afectadas con apoyo de imágenes satelitales, así como un levantamiento de infraestructura crítica y equipamiento urbano.
Junto con lo anterior, se llevó a cabo la prospección de los principales factores de exposición y vulnerabilidad para la población, así como también los requerimientos y testimonios de las personas afectadas tras la emergencia.
Catastro de daños
Los resultados permitieron determinar la superficie quemada durante los siniestros, equivalente a un total de 9.215,9 hectáreas que abarcan sectores urbanos, agrícolas y forestales en cinco comunas de la Región: Valparaíso, Viña del Mar, Quilpué, Villa Alemana y Limache.
En Viña del Mar, el incendio quemó el 45% de la cobertura de pastizal-arbustivo y el 10% del suelo construido, estimándose un total de 9.828 edificaciones afectadas en la comuna. El incendio afectó al 34% de la superficie de la comuna de Viña del Mar, con una parte importante de suelo construido y el 38% de la superficie comunal de Valparaíso.
Carolina Martínez, investigadora principal de CIGIDEN y directora del Centro UC Observatorio de la Costa, quien lideró el trabajo científico en el área siniestrada, explica que se generó un catastro de daños de infraestructura a través de 136 puntos levantados en terreno en los principales sectores afectados.
Los sectores que concentran la mayor afectación por pérdida total son: Los Almendros B, Villa Independencia, Villa Arauco, Alto Horizonte, El Olivar I, El Olivar II, Villa Hermosa y Villa Rogers.
El nivel de daño de la infraestructura crítica observado durante la investigación, en tanto, estableció un 46,8% con daño parcial y un 53,2% daño completo. Esto incluye industrias de diverso tipo, entre ellas, empresas Tricolor y manufactureras (29,8%), además de zonas con postes del alumbrado público (23,4%), transporte público tales como garitas de buses y línea de tren (6,4%), torres de alta tensión (4,3%), un colegio y un CESFAM (2,1% del total respectivamente).
Sobre el nivel de daño del equipamiento vecinal y urbano constatado durante los recorridos en las zonas afectadas, se establece que el 42,1% presentó daño parcial y el 57,9% daño completo.
Dificultad en la evacuación
Carolina Martínez agrega que entre las causas que dificultaron la evacuación causando la pérdida de vidas humanas, se cuenta «el trazado de calles irregular, el colapso de la redes críticas (eléctrica y agua), el crecimiento urbano espontáneo, la materialidad de las construcciones, la falta de simulacros para incendios, el manejo de sustancias agravantes al fuego (tendido eléctrico, balones de gas) y la falta de diseño urbano resiliente (vías de evacuación, rutas expeditas para bomberos)».
Por su parte, Rodrigo Cienfuegos, director de CIGIDEN y académico de Ingeniería UC, explica que fruto de esta investigación se pudo también constatar una vez más la capacidad de autoorganización de la comunidad, «en especial a través de juntas de vecinos, identificándose elementos de resiliencia social que podrían reforzarse con programas locales de gestión del riesgo».
Junto con ello, comenta que «se observaron múltiples esfuerzos por reconstrucción autogestionada, sobre laderas de cerro con fuerte alteración de pendientes y suelos removidos. Estos esfuerzos surgen naturalmente en la respuesta a la emergencia, pero debiéramos mejorar la forma de canalizarlos a través de la institucionalidad formal y así corregir problemas estructurales identificados transversalmente de manera de hacer una reconstrucción que controle o disminuya los riesgos».
El informe también destaca que ninguna de las comunas afectadas tiene actualizados sus planes reguladores (Valparaíso, 2018; Viña del Mar 2016; Quilpué, 2014 y Villa Alemana, 2002), mientras que la determinación de área de riesgo (en especial incendios forestales) no ha sido articulada a éstos.
Recomendaciones para la reconstrucción
Cienfuegos recalca que «se requiere fortalecer la planificación territorial en estas comunas, que presentan escenarios complejos debido a sus características geográficas y formas de ocupación, en especial el fuerte incremento tomas y campamentos que hacen más limitado un proceso de evacuación ante incendios y también porque incluyen tipologías constructivas más vulnerables al fuego», explica.
La investigación concluye que en el actual contexto de variabilidad y cambio climático, se requieren estudios inter y transdisciplinarios que permitan modelar la amenaza de incendio y considerar los factores de vulnerabilidad y exposición con enfoques integrados, con el fin de generar escenarios de riesgo para la toma de decisiones.
«Sin embargo, cualquier nuevo desarrollo en nuestro país debiera considerar un análisis multi-riesgo a una escala de cuenca, pues la reconstrucción que considere sólo el último desastre se enfrentará más temprano que tarde a amenazas no consideradas en el plan», agrega Cienfuegos.
También se incorporan una serie de recomendaciones para la prevención y el manejo del riesgo durante incendios, destacando que el proceso de reconstrucción que sobreviene podría ser una «oportunidad para incorporar diseño urbano resiliente así como fortalecer la cultura preventiva a través de planes de emergencia y educación a la población».
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