Una multitud se congregó este domingo en San Pablo convocada por el ex presidente Jair Bolsonaro, que busca en el acto rechazar las sospechas golpistas en su contra y dar una demostración de fuerza como líder de la oposición.
Bolsonaro, inhabilitado políticamente, dijo que “no se puede aceptar” que se aparte a opositores del escenario político. “No podemos aceptar que un poder elimine del escenario político a quien quiera que sea, a no ser por un motivo justo. No podemos pensar en elecciones apartando a los opositores”, afirmó el ex jefe de Estado.
Pidió, además, “una amnistía para aquellos pobres desgraciados que están presos en Brasilia”, en alusión a sus seguidores detenidos por la invasión y devastación de las sedes de los tres poderes el 8 de enero de 2023, contra la asunción de Luiz Inácio Lula da Silva en el poder.
Bolsonaro, que se mantuvo en silencio el jueves al ser interrogado por la policía, negó de nuevo cualquier intento de “golpe” ante sus seguidores: “¿Qué es un golpe? Tanques en las calles, armas, conspiración. Nada de eso ocurrió en Brasil”.
Miles de seguidores vestidos de verde y amarillo comenzaron a llegar desde la mañana a la emblemática Avenida Paulista de la megalópolis, donde el jefe de Estado convocó la marcha.
Será “una manifestación pacífica en defensa del Estado de derecho democrático”, aseguró Bolsonaro en varios videos publicados en las redes sociales para movilizar a sus seguidores.
El ex mandatario dijo que pretendía defenderse de “todas las acusaciones” en su contra, incluidas las sospechas de haber participado en un plan de golpe de Estado para mantenerse en el poder, tras su derrota electoral frente a Lula en octubre de 2022.
Entre la multitud reunida en San Pablo estaba Wilson Aseka, que viajó unos 700 kilómetros desde el vecino estado de Minas Gerais: “Bolsonaro es una persona honesta, víctima de una persecución”, dijo a la agencia AFP el constructor de 63 años con una bandera de Brasil colgada al cuello.
“Es importante apoyarlo, porque él representa a Dios, patria y familia”, agregó, repitiendo el lema del ex mandatario.
La policía lanzó el 8 de febrero la operación “Tempus Veritatis” (La hora de la verdad, en latín), contra Bolsonaro y varios de sus estrechos aliados, incluidos algunos de sus ex ministros. Hubo allanamientos, detenciones y al ex mandatario se le prohibió salir de Brasil.
Según la investigación, los sospechosos planearon desacreditar el sistema de votación electrónica antes de las elecciones, y después prepararon un golpe de Estado -que no se llevó a cabo- contra el nuevo gobierno de Lula.
Bolsonaro se dice víctima de una “persecución” y el jueves guardó silencio al ser interrogado por la policía.
En las encuestas, Bolsonaro se mantiene como líder de la oposición, aunque no puede presentarse a ninguna elección, al haber sido inhabilitado hasta 2030 precisamente por criticar sin pruebas las urnas electrónicas.
Se prevé que el gobernador del Estado de San Pablo y ex ministro de Bolsonaro, Tarcisio de Freitas, así como el alcalde de la megalópolis, Ricardo Nunes, participen en la marcha.
Uno de los abogados de Bolsonaro, Fabio Wajngarten, indicó el jueves que esperaba entre “500.000 y 700.000″ manifestantes, así como más de un centenar de diputados.
“El día 25, yo voy. Por Brasil. ¡Será gigante!”, escribió en X la diputada federal bolsonarista Bia Kicis.
“Si hay una gran adhesión, (Bolsonaro) podrá decir que el pueblo está con él”, afirma a la AFP André Rosa, politólogo de la Universidad de Brasilia. De lo contrario, perderá “legitimidad”, agrega.
La manifestación también fue promovida por el pastor Silas Malafaia, muy influyente entre los millones de evangélicos de Brasil, electorado clave para Bolsonaro y la oposición conservadora.
El ex presidente pidió a sus seguidores que marchen con el verde y amarillo -los colores de la bandera de Brasil que buscó apropiarse durante su mandato-, pero que no lleven pancartas ni banderolas.
La mayoría de los manifestantes que asisten a la convocatoria cumplen con la consigna, muchos vestidos con camisetas de la selección de fútbol y banderas ‘verdeamarelas’.
Bolsonaro también solicitó que no haya manifestaciones en otras ciudades del país.
Durante su mandato, los actos bolsonaristas estuvieron plagados de lemas contra las instituciones brasileñas, especialmente el Supremo Tribunal Federal y su juez Alexandre de Moraes. Además de estar al frente de varias investigaciones contra Bolsonaro y su entorno, este magistrado autorizó la operación policial “Tempus Veritatis”.
Desde que dejó el poder, al ex jefe de Estado le llueven las investigaciones.
El año pasado, compareció ante los investigadores por sospechas de haber instigado la asonada en Brasilia por parte de seguidores suyos, días después de la investidura de Lula.
En la Paulista también ondean banderas israelíes entre seguidores conservadores que llamaron en redes sociales a apoyar al Estado hebreo, tras las polémicas declaraciones de Lula en que comparó la campaña militar en Gaza con el Holocausto.
Edivan Batista Borges, un vendedor de seguros de 43 años, llevaba una insignia del Estado hebreo colgada en la espalda. “Queremos demostrar que el pueblo brasileño no está de acuerdo con lo que dijo Lula sobre Israel”, dijo a la AFP.
(Con información de AFP)
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