El avance populista en América Latina, con la llegada de líderes aupados por sociedades descontentas, como Javier Milei en Argentina y Nayib Bukele en El Salvador, ha impulsado a la academia chilena a estudiar cuán fértil está el campo para este fenómeno político en el país sudamericano. Por primera vez, el sondeo del Laboratorio de Encuestas y Análisis Social (LEAS), de la Universidad Adolfo Ibáñez (UAI), abordó el asunto y los consultados adhirieron, en promedio, el 68% de las actitudes populistas presentadas, como que los políticos deben seguir la voluntad del pueblo (74,5% de acuerdo o muy de acuerdo) o que la gente, y no los políticos, deben tomar las decisiones más importantes (50%).
Para tomar la temperatura del populismo en Chile, el LEAS preguntó sobre la adhesión a las ocho dimensiones base del fenómeno, definidas en 2014 por los académicos Akkerman, Mudde y Zaslove. En una escala de uno a cinco, los chilenos de izquierda, centro y derecha, alcanzan en promedio el 3,7. Es decir, no distingue por preferencia política.
Populismo: Índice Akkerman
Para el politólogo Cristóbal Bellolio, de la Escuela de Gobierno de la UAI, los resultados “confirman que la posta populista ha ido mutando: del estallido social de 2019, al proceso constitucional uno y dos”. “Es una especie de camanchaca que se instala y todos los sectores son vulnerables a ella”. El académico plantea que antes de las revueltas, los casos de corrupción política y empresarial fueron creando “un caldo de cultivo de sospecha”, donde los actores políticos y sociales pensaron que solo afectaba al adversario, pero que los terminó impactando. “Los republicanos trataron de rentar con el mismo ethos populista que la izquierda lo intentó en el estallido social”, asegura.
Los encuestados consideran que el Partido Republicano, liderado por Kast, es la formación más importante de la oposición (51%), sacándole una ventaja abrumadora a la derecha tradicional, que oscila entre el 11% y el 17%. A su vez, Kast es considerado como la figura más relevante de la oposición 38,5%, seguido muy de lejos por la alcaldesa de la UDI Evelyn Matthei. Esta visión no está alineada con la carrera presidencial de 2025. El 20,5% quiere que Matthei sea la próxima presidenta de Chile y en segundo lugar Kast, con un 15,6%. “Es posible que dentro de la estrategia de Matthei no esté el ocupar el lugar de la principal opositora al Gobierno de Boric”, apunta Scherman. “Quizá quiere salir de esa lógica tan dicotómica de posicionarse en un extremo. Ella, que fue diputada en 1990, responde a lógicas de la transición, de espacios más intermedios de acuerdo”, añade.
Sobre el respaldo al actual Gobierno, un 55% de los encuestados desaprueba la forma en que está conduciendo el Gobierno y un 33% la aprueba.
En la última encuesta Cadem, publicada esta semana, Matthei continuaba liderando el voto espontáneo con el 21% de las preferencias, seguida por Kast (12%), en tercer lugar la expresidenta socialista Michelle Bachelet (4%), y luego las ministras de Estado, Camila Vallejo, comunista, con el 3%, y Carolina Tohá, de la centroizquierda, con 2%. “Si Chile tiene una elección entre Matthei y Tohá sería una estupenda noticia para hacer frente al fenómeno populista”, dice Bellolio. Y agrega: “Ellas se alejan de los discursos de tirar basura al rival y reivindican el de los acuerdos y consensos. Los de Kast y Boric original [el de la primera vuelta] eran mucho más populistas, de ver el mundo en blanco y negro. Desde este punto de vista, una elección Matthei-Tohá parece resistirse al clima populista o al menos a la polarización, que muchas veces va asociada a este fenómeno”.
/Escrito por Antonia Laborde para El País