Por primera vez, un nuevo estudio ha proporcionado evidencia sólida que apunta a la presencia de un oscuro objeto desconocido con una gran masa gravitacional que acecha la Tierra y el resto de planetas desde los confines de nuestro Sistema Solar. Científicos del Instituto de Tecnología de California, la Universidad Côte d’Azur y el Instituto de Investigación del Suroeste creen que sus datos pueden confirmar la presencia de este objeto, que podría ser el legendario y esquivo Planeta 9.
La noción de un noveno planeta —demasiado lejos del Sol para no poder ser observado de forma directa— suena a trama de una novela de ciencia ficción pero, según los astrónomos, se basa en anomalías muy reales observadas a lo largo de la órbita distante de Neptuno. El misterioso objeto ha capturado la imaginación de los científicos y el público desde 2015, cuando un grupo de investigadores propusieron por primera vez su existencia basándose en la observación de alineaciones orbitales inusuales entre varios objetos distantes del sistema solar.
El viaje en el tiempo del planeta 9
La intriga comenzó hace más de una década, pero ha ganado fuerza con los más recientes avances en tecnología y métodos de observación. El último estudio —enviado al diario científico The Astrophysical Journal Letters pero todavía sin revisar por pares—detalla una investigación que ha usado complejas simulaciones y un seguimiento preciso de objetos durante un largo período de tiempo. Objetos que se encuentran mucho más allá de la órbita de Neptuno, en los confines del sistema solar.
A diferencia de las observaciones con telescopios tradicionales, las simulaciones pudieron predecir y analizar los movimientos de estos objetos distantes, lo que a su vez les condujo a desarrollar un método con el que inferir la influencia gravitacional de este objeto que causa el caos allá por dónde pasa y sería responsable del lanzamiento de cometas y asteroides desde la nube de Oort hacia el interior del sistema solar, cuerpos celestes que pudieron causar la extinción de los dinosaurios y millones de impactos en diferentes planetas del sistema solar.
El papel de Neptuno y las influencias galácticas
Su sistema de simulación también consideró los movimientos de otros planetas del sistema solar exterior, como Neptuno, el octavo planeta (con perdón del pobre y degradado Plutón). En sus computaciones, el equipo calculó meticulosamente la atracción gravitacional de Neptuno, asegurando así la detección de cualquier movimiento anómalo que la influencia del gran planeta azul no pudiera justificar. Los investigadores también incluyeron los efectos de la marea galáctica, la influencia gravitacional ejercida por la masa de la propia Vía Láctea, que afecta sutilmente a las órbitas de los objetos en el borde de nuestro sistema solar.
Los astrónomos afirman que hay una tercera fuerza gravitacional desconocida que afecta claramente a estos objetos transneptunianos, deduciendo que la evidencia apuntaba directamente a la existencia del noveno planeta.
Sin embargo, aunque las simulaciones son sofisticadas y convincentes, el equipo no ha podido identificar la ubicación exacta del Planeta 9. Esta limitación, afirman, es un reflejo de la inmensidad de la región de búsqueda. Pero la consistencia de los resultados en múltiples modelos añade un peso innegable a su hipótesis, reforzando la noción de que algo masivo e invisible en las sombras de nuestro sistema solar. Que sea o no un planeta podría ser lo de menos.
Explicaciones alternativas
Los críticos argumentan que las anomalías orbitales observadas podrían explicarse por otros factores, incluyendo la presencia de grupos de cuerpos celestes más pequeños, pero todavía sin descubrir. Incluso puede haber sesgos de observación y errores en la recopilación de datos, afirman. Otros también apunta a la posibilidad de un pequeño agujero negro, como apunta Avi Loeb. “En un trabajo reciente con mi estudiante, Amir Siraj, consideré la posibilidad de que el Noveno Planeta sea un agujero negro primordial con una masa planetaria y un horizonte del tamaño de un pomelo”, apuntaba Loeb en un estudio científico publicado en 2022. Estas explicaciones alternativas no se pueden descartar automáticamente porque representan escenarios plausibles que podrían imitar los efectos gravitacionales atribuidos a un Planeta 9.
El Observatorio Vera Rubin, que comenzará a funcionar el próximo año, promete una posible solución al misterio. Equipado con el sensor más potente jamás construido, el Vera Rubin llevará a cabo un estudio detallado del cielo del sur de forma constante, con atención especial a los objetos en el borde de nuestro sistema solar. Sus observaciones pueden ser fundamentales en la búsqueda del Planeta 9, ya que el observatorio está diseñado para detectar objetos que son demasiado débiles o demasiado lentos para haber sido observados con la tecnología actual. El posible descubrimiento del Planeta 9 no sería sólo una cuestión de añadir otro planeta a la familia de nuestro sistema solar. Redefiniría totalmente nuestra comprensión de la estructura y la dinámica orbital del sistema solar, ofreciendo nuevas ideas sobre cómo se formó, cómo evolucionó y cómo podría afectar su futuro desarrollo.
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