Simon Johnson, Daron Acemoglu y James A. Robinson fueron galardonados hoy con el Premio Nobel de Ciencias Económicas 2024, por sus destacados trabajos sobre «cómo se forman las instituciones y afectan a la prosperidad». Los dos últimos -Acemoglu y Robinson- se hicieron mundialmente conocidos hace una década, cuando publicaron el best seller «Por qué fracasan los países». En él, apuntan a las instituciones extractivas como las que impiden que los países se desarrollen.
Su publicación los convirtió en autoridades a la hora de analizar procesos políticos y económicos en las naciones. Dieron conferencias alrededor del mundo, participaron en debates y fueron invitados a cuanta universidad existe. En medio de eso, atendieron al proceso que vivía Chile, post estallido y en pleno debate por las nuevas reglas del juego. Acemoglu y Robinson se refirieron en distintas ocasiones a Chile y vieron con esperanza el fallido proceso constituyente.
Daron Acemoglu: Chile es «una sociedad muy desigual»
En 2020 Daron Acemoglu visitó Chile para participar en el evento de BTG Pactual Latam Focus 2020. En ese entonces ya había ocurrido el estallido, pero aún no llegaba la pandemia. El Mercurio lo entrevistó, y pudo extraer algunas de sus opiniones en torno a lo que vivía el país. «En términos generales, Chile es una historia exitosa. Dentro de la región, es uno de los países que más se ha desarrollado; las instituciones estatales, sus cortes y la burocracia funcionan; al igual que el sistema electoral, tras la transición a la democracia», apuntó primero.
«Pero -agregó después- a pesar de que ha alcanzado importantes logros, hay mucho por hacer para lograr que el crecimiento se reparta de una manera más igualitaria, tanto a nivel de las instituciones como en la economía». Acemoglu había estado antes en Chile, en 2014. En esa ocasión ya se había hecho una idea de los problemas que se vivían en el país. «Percibí que era desigual y había menos diversidad social de lo que uno podría esperar en un país con este nivel de ingresos y de desarrollo económico», dijo a El Mercurio.
En la conversación Acemoglu fue consultado por la razón del estallido. Señaló que se trataba de algo difícil de dilucidar, pues Chile, «ha disminuido sus niveles de desigualdad en los últimos 30 años, -aumentando la educación y el acceso a la salud-, pero estas mejoras no han estado a la altura de las aspiraciones del país». «Muchos ciudadanos aún perciben que viven en una sociedad desigual, que los privilegios se concentran en un segmento de la sociedad y quieren más apertura y equidad en ese aspecto», asveró asimismo. y añadió: «Yo sí creo que Chile necesita una nueva Constitución».
Casi un año después, en febrero de 2021, el académico del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) volvió a hablar de Chile. A esas alturas, el debate constitucional estaba en tierra derecha. «Chile está pasando por un momento muy bueno… la nueva Constitución puede ser un punto de inflexión», reflexionó.
En esa oportunidad, volvió a ofrecer su mirada, en términos generales, de nuestro país. «En Chile se ha creado una sociedad muy desigual en lo económico y social. En la década del 2000, Chile dio pasos importantes para rectificar algunas de esas desigualdades económicas, pero no hizo nada para tratar la desigualdad social. Solo basta con mirar a los políticos y a la élite empresarial que dirigen el país. Las personas que representan a Chile en el extranjero son muy homogéneas», explicó.
«Eso, sumado a las grandes aspiraciones de la nueva generación, es la raíz de este gran descontento. La discusión de una nueva Constitución es una parte importante de ese debate y creo que Chile está en camino a un mejor consenso en estas materias. Debe evitar, eso sí, que la nueva Constitución se convierta en un texto antiempresas, porque eso sería ir de un extremo a otro», sostuvo también.
Acemoglu continuó siguiendo el proceso chileno. Y en 2022 ofreció su mirada en torno al texto propuesto por la Convención Constitucional. «Creo que el énfasis en el medio ambiente es importante y bienvenido. El compromiso con la protección social y los derechos de los indígenas es importante. El proyecto también se mantiene alejado de las cosas más controvertidas, como la nacionalización de la minería y las disposiciones que podrían equivaler a la expropiación de empresas», opinó en ese entonces.
Luego, añadió: «Sin embargo, mi lectura es que este proyecto va más allá de un marco constitucional e incluye demasiados derechos y disposiciones detalladas, y algunas partes del mismo, como las relativas a la descentralización regional, no parecen estar totalmente bien pensadas». Así, detalló que «los derechos tienen sentido cuando son básicos y proporcionan un marco. Proliferar los derechos hace que las cuestiones más fundamentales, como la protección social, los derechos civiles y el compromiso con la redistribución básica, pierdan fuerza».
También, apuntó a que «el proyecto constitucional debía ser lo suficientemente inclusivo como para recibir un apoyo abrumador de la población. Está claro que esto no está ocurriendo, y si este borrador se aceptara, no se consideraría legítimo por una cómoda mayoría. Se trata de una enorme oportunidad perdida».
Robinson: «Estos procesos son inevitables»
James A. Robinson también siguió el proceso chileno. Y en octubre de 2021, en entrevista con El Mercurio, comentó su parecer acerca de lo que ocurría en el país. En lo medular, su opinión coincidía con la de Acemoglu. «Chile ha sido muy exitoso en muchas dimensiones, pero en otras ha sido muy oligárquico», explicó.
En los días en que se sostuvo la conversación, la Convención Constitucional ya discutía el nuevo texto. La sorpresa seguía siendo, a esas alturas, la cantidad de convencionales independientes que habían llegado al hemiciclo. Robinson veía con buenos ojos aquello. «Las cosas están cambiando y va ser un nuevo Chile, con muchas más voces sobre la mesa, pero mi apuesta es a que eso va a ser algo positivo», declaró. Y sobre lo mismo, agregó: «Tal vez a corto plazo se van a cometer errores, pero eso es inevitable, y ha ocurrido a lo largo de la historia en cada momento de progreso».
¿Chile sigue siendo la estrella de la región?, le preguntó el medio citado al ahora Nobel. «Absolutamente -contestó- y no solo en términos de los estándares de vida, sino también en la calidad de los bienes públicos, la seguridad, y ha habido enormes avances en relación con la inequidad, y eso es innegable. Chile tiene desafíos, pero los puede resolver como nadie en Latinoamérica».
En relación a los principales problemas que veía en el país, en tanto, sostuvo: «Todavía tiene estas características muy oligárquicas como sociedad. Si haces un cálculo de la élite económica, todos fueron a cuatro o cinco colegios en Santiago, es un país demasiado centralizado, demasiado basado en esta élite de familias poderosas en Santiago, y hacerlo más descentralizado parece ser una buena medida. Obviamente, hay desafíos, pero veo que Chile ya está enfrentando esos retos».
Robinson entregó también su opinión acerca del ex presidente Sebastián Piñera. «Ha tenido que lidiar con las protestas sociales, y su primera reacción fue aterradora, pero luego entendió que tenía que tomarse esto en serio y tratar de entender de qué se trataba el descontento, y responder a él en forma apropiada», sostuvo. Y luego apuntó: «Tiene mucho crédito por hacerlo, y eso merece reconocimiento. Creo que Piñera pasará a la historia en forma positiva por ser el facilitador para el próximo paso en la transición chilena».
El debate con ex ministros chilenos
Hace poco más de un mes, James A. Robinson debatió con los ex ministros de Hacienda de Chile, Andrés Velasco e Ignacio Briones. Esto, en el marco del conversatorio «Retos y oportunidades para el desarrollo económico de América Latina» organizado por la Universidad Andrés Bello.
Durante su exposición, Robinson -profesor de la Escuela Harris de Políticas Públicas de la Universidad de Chicago-, apuntó al modelo de Chile como uno de «certezas y favoritismo». «Se convierte en evidencia de cómo tus posibilidades son limitadas por tu situación social (…). Existe esta idea de que no importa lo duro que intentes, nunca puedes avanzar a menos que el sistema te lo permita», expuso. Y aseveró: «Una consecuencia de esto es la caída de confianza en el sector privado también, y eso es un desastre».
El ex jefe de la billetera fiscal durante la primera administración de la ex presidenta Michelle Bachelet contrastó con él. «Yo no creo que Chile sea una sociedad profundamente dividida en las preferencias. Tampoco creo que sea una sociedad dividida porque la oligarquía no quiere ceder su poder; si la oligarquía fuera tan poderosa no tendríamos gridlock (estancamiento), creo que lo tenemos precisamente porque la oligarquía ya no es tan poderosa como fue y, por lo tanto, no puede imponer su parecer», sostuvo Velaso.
Mientras, Briones puso un énfasis en la reforma al sistema político. «Es la madre de todas las batallas para el desarrollo económico», aseveró. «Si el sistema político no intermedia o es disfuncional o falla, y no hay acuerdos y no hay reformas y no hay reglas; bueno, no hay incentivos para la inversión, el crecimiento, emprendimiento, la productividad. Es decir, no cabe esperar ningún resultado distinto», sostuvo asimismo.
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