Cuando falta una semana para las elecciones en Estados Unidos, la ventaja de la vicepresidenta Kamala Harris sobre el ex mandatario Donald Trump en las encuestas nacionales empieza a ser muy escasa.

En general, la candidata demócrata lidera por menos de 1 punto porcentual, según el promedio de encuestas de The New York Times. Es su menor ventaja desde mediados de agosto. Y muestra, en realidad, un empate técnico.

Aun así, los sondeos de la semana pasada ofrecieron un resquicio de esperanza para ella: a nivel estatal no parecían inclinarse hacia Trump, aunque sí lo hicieran las encuestas nacionales.

Los estados más disputados siguen estando extraordinariamente reñidos, y ningún candidato tiene una ventaja significativa en los siete estados con más probabilidades de decidir la presidencia. En cierto sentido, no es sorprendente. Lo interesante es que Harris sigue siendo competitiva en los campos de batalla a pesar de que su ventaja nacional se redujo.

Normalmente, un empate en la votación nacional no sería un buen augurio para los demócratas. En sus dos primeras contiendas, Trump lo hizo mucho mejor en los estados disputados que a nivel nacional, lo que le permitió derrotar a Hillary Clinton sin ganar el voto popular nacional y casi hacer lo mismo contra Joe Biden.

En 2020, perdió el voto popular nacional por 4,5 puntos, pero perdió los siete principales estados disputados por una media de solo 0,9 puntos, una diferencia de más de 3 puntos.

En los promedios de las encuestas actuales, la diferencia entre las encuestas nacionales y el promedio de los estados disputados cayó por debajo de 1 punto.

La posibilidad de que la ventaja de Trump en el Colegio Electoral se desvanezca un poco este noviembre no es necesariamente una sorpresa. En los últimos años, hubo muchos indicios de esto, desde los resultados de mitad de mandato hasta los patrones demográficos en las encuestas nacionales.

Sin embargo, estas teorías no explican necesariamente por qué las encuestas parecen tender en direcciones diferentes en las últimas semanas.

Dos historias de encuestas

La semana pasada se publicaron nueve encuestas nacionales de «encuestadores selectos» (lo que significa que cumplen ciertos criterios de fiabilidad), y no podrían haber mostrado una carrera más reñida. Tres mostraban un empate, incluida la encuesta del Times/Siena College, y tres mostraban a Harris en cabeza. La mejor, una encuesta de ABC News/Ipsos, la situaba 4 puntos por encima.

Por otro lado, tres de las encuestas daban ventaja a Trump; la mejor, la del Wall Street Journal, le otorgaba una ventaja de 3 puntos.

Si se toma la media simple de esas nueve encuestas, se encuentra a Harris por delante por menos de un punto. Las matemáticas que hay detrás de la media de las encuestas del Times son más sofisticadas, pero dan la misma respuesta.

En casi todos los casos, las encuestas nacionales de la semana pasada mostraron que Trump ganaba en comparación con la última encuesta de la misma empresa.

Los campos de batalla

¿Harris sobrevivió en los estados más disputados? Una posibilidad es que no lo haya hecho. La semana pasada hubo muchas encuestas nacionales de alta calidad de muchas encuestadoras diferentes, pero no hubo muchos sondeos estatales, y la mayoría procedían de sólo dos empresas. Esperamos los últimos sondeos estatales de muchas encuestadoras en la recta final; quizá muestren tardíamente un giro hacia Trump.

Otra posibilidad es que su resistencia sea el resultado de la intensa campaña en los campos de batalla. Los candidatos se gastan millones de dólares en anuncios en este pequeño grupo de estados. El resto del país no está experimentando este bombardeo, y es posible que eso haya contribuido a la relativa estabilidad de la carrera allí.

Hay una última posibilidad: una serie de encuestas -las nacionales o las estatales- podría ser más precisa que la otra. Tal vez Harris gane finalmente por un margen bastante cómodo en todo el país, o, alternativamente, Trump podría ganar fácilmente en los campos de batalla. Desde luego, no sería la primera vez que las encuestas de los estados disputados subestimaran a Trump.

¿Y si las encuestas se equivocan?

Hay precedentes de que las encuestas estatales y nacionales se equivocan en direcciones diferentes.

En 2012, las encuestas nacionales subestimaron a Barack Obama, pero acertaron en su clara ventaja en Ohio y, por tanto, en el Colegio Electoral.

La historia se invirtió en 2016 y en las elecciones de mitad de mandato de 2022. En esas dos elecciones, las encuestas nacionales fueron bastante buenas, mientras que las encuestas de los principales estados disputados fueron erróneas. Y, curiosamente, en direcciones diferentes: en 2016, las encuestas de los estados disputados subestimaron a Trump, mientras que las de los estados clave para las elecciones al Senado subestimaron a los demócratas en los comicios de medio término hace dos años

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