La incertidumbre sobre la participación del Papa Francisco en las celebraciones de Semana Santa, pese a su mejora clínica, revela un equilibrio frágil entre su condición física y su rol como líder espiritual de 1.400 millones de católicos. Según la Oficina de Prensa del Vaticano, el pontífice argentino muestra avances en movilidad, respiración y voz, pero su capacidad para liderar los intensos ritos pascuales sigue bajo escrutinio.

Contradicciones médicas y gestos públicos
Tras casi 40 días hospitalizado en el Gemelli de Roma, los médicos recomendaron a Francisco dos meses de reposo, evitando actividades públicas y multitudes (marzo 2023). Sin embargo, el Papa ha desafiado estas directrices con apariciones estratégicas: desde bendecir a 20.000 fieles en silla de ruedas el Domingo de Ramos hasta encuentros privados con el rey Carlos III y visitas relámpago a basílicas romanas. Estos gestos, aunque breves, operan como símbolos de resiliencia institucional en un contexto donde su hospitalización avivó especulaciones sobre una posible renuncia.

Delegación pragmática vs. rituales irrenunciables
El Vaticano confirmó que Francisco delegará las misas centrales de Jueves y Viernes Santo a cardenales como Domenico Calcagno y Claudio Gugerotti, un hecho sin precedentes en su papado (desde 2013). No obstante, la incógnita radica en la bendición Urbi et Orbi del Domingo de Resurrección, un acto reservado exclusivamente al pontífice. Como explicó el sacerdote Giovanni Terragni a la AFP: «Esta bendición para todo el mundo solo la puede dar el Papa… es un gesto tanto para creyentes como no creyentes». La decisión final sobre este ritual, que trasciende lo religioso para convertirse en un mensaje geopolítico, podría definir el tono de su liderazgo post-hospitalización.

El miércoles pasado, Francisco mantuvo una breve audiencia privada con el rey Carlos III de Gran Bretaña y la reina Camila. El jueves hizo una rápida visita para saludar a los peregrinos y observar los recientes trabajos de restauración dentro de la Basílica de San Pedro, y el sábado visitó Santa María la Mayor en el centro de Roma, una basílica cercana al corazón del pontífice.Después de que su hospitalización desató renovadas especulaciones sobre una posible renuncia, aún quedan innumerables preguntas sobre cuánto podrá hacer el Papa, todavía convaleciente, durante la Semana Santa, que conmemora la pasión y resurrección de Cristo.

Pero dada su reciente serie de apariciones, parecería que la presencia del Papa el Domingo de Pascua, al menos en alguna forma, es probable. «Es evidente que su estado de salud está mejorando, en cuanto a la capacidad motora, la respiración y también la voz», indicó este martes a los periodistas la oficina de prensa del Vaticano. Era demasiado pronto, dijo, para comentar cualquier participación del Papa durante la Pascua.

El Vaticano decidió continuar con las misas de Jueves Santo, las celebraciones de Viernes Santo, los eventos del Sábado Santo y la bendición de “Urbi et Orbi” del domingo, pese a que Francisco no esté en las mejores condiciones por su estado de salud convaleciente. Se conoce que la Misa Crismal del Jueves Santo estará a cargo del cardenal Domenico Calcagno en la Basílica de San Pedro y el Viernes Santo quedará a manos del cardenal Claudio Gugerotti en la Basílica Vaticana.

Sin embargo, no está claro si el Papa delega la bendición del “Urbi et Orbi” como hizo en el pasado.

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