Este miércoles, Irán empleó por primera vez su misil hipersónico «Fattah» (Vencedor) contra Israel, apuntando al centro del país. La Guardia Revolucionaria (IRGC) afirmó en un comunicado que el proyectil «superó las defensas antiaéreas israelíes» y alteró «la seguridad de los refugios». Más aún, declaró que permitió a Irán «controlar completamente el espacio aéreo israelí», un reclamo que contrasta con la operatividad normal observada en Tel Aviv.

Narrativa de Poder vs. Contexto Militar

La ofensiva se enmarca en un doble escenario:

  • Propaganda disuasiva: Una pancarta desplegada en Teherán proclama: «400 segundos para Tel Aviv», enfatizando la velocidad y alcance del misil como herramienta de intimidación.

  • Respuesta a ataques israelíes: Según el texto, el despliegue busca contrarrestar operaciones de Israel que estarían «desmantelando la cúpula militar y dañando plantas nucleares» persas.

Trasfondo Estratégico
El Fattah fue presentado oficialmente en junio de 2023 en una ceremonia con la presencia del entonces presidente Ebrahim Raisi y altos mandos de la IRGC. Su nombre —elegido por el líder supremo Alí Khamenei— carga simbolismo religioso-militar: en árabe significa «apertura» o «conquista», asociado a victorias islámicas históricas.

Simbolismo Político

Khamenei reforzó este relato tras el ataque, compartiendo en redes un cartel con misiles iraníes sobre Tel Aviv y la frase: «Victoria de Dios y la conquista está cerca». Este gesto subraya:

  1. La narrativa de resistencia divinamente respaldada contra Israel.

  2. El intento de proyectar superioridad tecnológica (hipersónica) pese a las limitaciones prácticas observadas.

Conclusión Analítica
El uso del Fattah opera más como arma psicológica que como cambio táctico real: mientras Irán celebra su «control aéreo» y amenaza con 400 segundos de destrucción, la efectividad concreta sigue en duda. Su despliegue refuerza una estrategia de disuasión basada en simbolismo —donde el nombre, los eslóganes y la iconografía buscan suplir vulnerabilidades militares— en medio de una escalada que prioriza la percepción de poder sobre resultados verificables.