Siete bombarderos B-2 Spirit ejecutaron una de las misiones aéreas más complejas de la historia militar moderna: un viaje de ida y vuelta desde Misuri hasta Irán sin escalas (37 horas) para destruir tres blancos nucleares fortificados. Según CNN, la operación requirió una red logística sin precedentes: más de 125 aeronaves de apoyo, incluyendo cazas, aviones de reabastecimiento y una flota «señuelo» de B-2 volando en dirección opuesta como distracción.
El récord humano: Resistir más de un día y medio en combate
Melvin G. Deaile, coronel retirado y poseedor del récord de vuelo continuo en combate (44 horas sobre Afganistán en 2001), calificó la misión como «una hazaña increíble». Destacó un dato clave: «Tuvimos siete aviones sobre el área objetivo, ejecutando siete bombardeos diferentes, todo en el lapso de 30 minutos». Este nivel de sincronización, según el experto (ahora director de la Escuela de Estudios Avanzados de Disuasión Nuclear), marca un hito en la aviación bélica.
La preparación física era una batalla previa:
-
Ciclos de sueño forzado: Médicos suministraban pastillas para dormir días antes, buscando acumular descanso.
-
«Go pills» en vuelo: Anfetaminas autorizadas para combatir el agotamiento, aunque Deaile aclara que las políticas actuales podrían diferir.
-
Turnos de supervivencia: Solo un tripulante podía descansar en una litera improvisada entre reabastecimientos, mientras el otro pilotaba.
Dentro del B-2: Tecnología de punta, condiciones espartanas
El bombardero furtivo ($2,100 millones por unidad) es una maravilla técnica, pero su cabina es un desafío fisiológico:
-
Sanitario de emergencia: Un inodoro químico sin privacidad. «La privacidad es que el otro mire hacia otro lado», bromeó Deaile.
-
Deshidratación controlada: La altitud obliga a beber 1 botella de agua por hora. Para orinar usaban «piddle packs» (bolsas con arena para gatos).
-
Alimentación forzada: Apetito reducido por inactividad, aunque llevaban raciones especiales.
El arma secreta: Bombas que perforan montañas
La misión estrenó en combate las GBU-57 MOP (Massive Ordnance Penetrator):
-
Peso colosal: 13,600 kg (30,000 lbs) por bomba.
-
Letalidad subterránea: Diseñadas para destruir instalaciones enterradas, como los supuestos complejos nucleares iraníes.
-
Exclusividad operativa: Solo los B-2 pueden transportarlas. Cada avión llevó al menos dos.
El momento crítico: El despegue y el regreso
Steven Basham, teniente general retirado que pilotó B-2 en los Balcanes (1999), describió a CNN dos fases clave:
-
Despegue: «El momento más surrealista: ejecutan una misión que nadie en el mundo conoce».
-
Reabastecimiento final: «Los más difíciles para tripulantes exhaustos… pero al cruzar la costa de EE.UU., un controlador les dice ‘bienvenidos a casa’. Eso lo cambia todo».
Conclusión analítica:
La operación fusionó precisión técnica con resistencia humana extrema. Mientras las bombas MOP demostraron capacidad para destruir blancos «impenetrables», los pilotos enfrentaron límites fisiológicos: privación de sueño, estrés de combate y condiciones claustrofóbicas. El éxito dependió de una logística aérea colosal y de protocolos de supervivencia refinados en misiones previas, como el récord de Deaile en 2001. Esta hazaña reafirma al B-2 como un activo estratégico único, pero expone el costo humano de proyectar poder global en 37 horas ininterrumpidas.
- Esta noticia fue redactada utilizando los adelantos técnicos propios de este sitio web. Se acepta cualquier reproducción en otro medio, ojalá citando la fuente:www.eldiariodesantiago.cl
/gap