La humanidad se encuentra cada vez más cerca de un punto de inflexión histórico: la singularidad tecnológica, un concepto que durante años fue terreno exclusivo de la ciencia ficción, pero que hoy ocupa el centro del debate científico, económico y ético. Según estimaciones de tecnólogos y expertos, este momento —en el que la inteligencia artificial (IA) supere las capacidades humanas— podría producirse antes de que termine esta década.
Modelos avanzados como ChatGPT y progresos en áreas como la traducción automática, el razonamiento autónomo y la robótica han acelerado el paso hacia esta nueva era. El debate ya no gira en torno a si ocurrirá, sino cuándo y cómo afectará el empleo, la vida cotidiana y el orden mundial.
¿Qué es la singularidad tecnológica y por qué importa?
El término fue popularizado por el escritor y científico informático Vernor Vinge en 1993. Describía un escenario en el cual el progreso tecnológico se volvería incontrolable y superaría la capacidad humana de comprenderlo o manejarlo. La singularidad implica la aparición de inteligencia artificial general (AGI), capaz de aprender, razonar y tomar decisiones a un nivel superior al humano.
Sus posibles efectos incluyen descubrimientos médicos avanzados, revoluciones en la educación, el arte, el trabajo, y un replanteamiento profundo de la ética y la conciencia. Según Forbes, algunos expertos la ven como una oportunidad para resolver los mayores desafíos del mundo, mientras que otros advierten sobre la necesidad urgente de regulación para prevenir efectos no deseados.
Una métrica que marca el camino: Time to Edit
Una de las métricas más concretas para medir el avance de la IA proviene de la empresa italiana Translated, que introdujo el indicador Time to Edit (TTE). Esta herramienta mide el tiempo que un editor profesional tarda en corregir traducciones realizadas por IA.
Entre 2015 y 2022, el TTE se redujo de 3,5 a 2 segundos por palabra, acercando la calidad de la traducción automática a la humana. Si la tendencia continúa, la IA podría igualar a los traductores profesionales antes de 2030, según explicó el CEO Marco Trombetti. “El cambio diario es imperceptible, pero el progreso acumulado es sorprendente”, indicó.
Etapas hacia la singularidad: un proceso en marcha
De acuerdo con Forbes, el camino hacia la singularidad avanza por cuatro etapas sucesivas:
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Relinquishing Agency: Personas y profesionales comienzan a delegar decisiones y tareas rutinarias en asistentes de IA.
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Emergent Cognition: La IA desarrolla capacidades para planificar, tomar iniciativas y ejecutar tareas complejas con mínima supervisión.
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Cognitive Escape Velocity: Aparece la AGI, que mejora su propia arquitectura y rendimiento más rápido de lo que los humanos pueden anticipar.
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Threshold: La IA supera a la humanidad en inteligencia general, y el modelo económico y social global sufre una transformación total.
Escenarios posibles: entre el optimismo y la preocupación
Para líderes del sector como Sam Altman (OpenAI), el impacto de la IA ya es tangible. Altman afirma que la productividad científica y creativa se ha multiplicado gracias a sistemas como ChatGPT y proyecta que en 2025 surgirán agentes cognitivos autónomos, en 2026 sistemas capaces de generar nuevo conocimiento, y en 2027, robots funcionales en el mundo físico.
El futurista Ray Kurzweil, por su parte, predice que la singularidad se alcanzará en 2029, aunque no como un evento repentino, sino como un proceso acumulativo que pasará desapercibido hasta que ya estemos inmersos en él.
Sin embargo, también existen advertencias. Altman reconoce que una IA mal alineada podría tener consecuencias masivas e imprevistas, ya que “una pequeña desalineación multiplicada por millones de usuarios puede ser catastrófica”. Forbes enfatiza que, como en otras revoluciones tecnológicas, los efectos secundarios no deseados podrían ser significativos si no se gestionan adecuadamente.
Oportunidades inéditas… y riesgos profundos
La singularidad podría abrir la puerta a una superabundancia de inteligencia y energía, elementos que han limitado históricamente el desarrollo humano. Altman anticipa que la capacidad individual de acción en 2030 será mucho mayor que en 2020, y que la IA se convertirá en un recurso tan común como la electricidad.
Sin embargo, también alerta sobre efectos colaterales como:
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Pérdida masiva de empleos tradicionales.
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Modificación de la atención, la memoria y las relaciones humanas.
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Aumento de la desigualdad si los beneficios no se distribuyen equitativamente.
Un desafío clave: alineación, transparencia y gobernanza
Para evitar escenarios distópicos, se requiere una discusión global urgente sobre la gobernanza de la IA. La prioridad, coinciden los expertos, es garantizar que los sistemas de inteligencia artificial operen bajo los valores humanos, y que su desarrollo no quede concentrado en unas pocas manos.
Altman subraya: “Hacer que la superinteligencia sea barata, accesible y no controlada por una élite es esencial”.
Conclusión: entre la revolución y la responsabilidad
El avance hacia la singularidad tecnológica no será súbito, pero sí imparable. Está ocurriendo ahora mismo, con cambios graduales que ya afectan nuestras rutinas, trabajos y relaciones. La humanidad se encuentra ante un cruce de caminos, en el que deberá decidir cómo se integra esta nueva inteligencia en el tejido social.
El futuro no dependerá solo de lo que la IA pueda hacer, sino de lo que las sociedades estén dispuestas a permitir, regular y compartir.
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