En el centro de la polémica por el estancamiento del empleo, el ministro de Hacienda, Nicolás Grau, defendió la política de fuertes alzas del salario mínimo, argumentando que no es el factor determinante del desempleo. Su postura, que contrasta abiertamente con las advertencias del Banco Central y la crítica unánime del sector privado, marca el inicio de su gestión al mando de la cartera económica con un debate de fondo sobre el costo laboral.
La Tesis del Gobierno: Informalidad como Termómetro
Desde La Moneda, el ministro Grau planteó un contrapunto a las críticas. Su argumento central se basa en la evolución de la informalidad: “si el salario mínimo incidiera de forma determinante en el desempleo, habría aumentado la informalidad”. En cambio, destacó que esta cayó del 29% en prepandemia al 26% actual.
Con cautela, pero con claridad, el secretario de Estado restó peso al factor salario mínimo: “Mi primera mirada es que el salario mínimo no está teniendo un efecto de primer orden, pero hay que estudiarlo mejor”, afirmó. Complementó que “la evidencia es muy débil respecto a que el salario mínimo es lo que explica lo que está ocurriendo en el mercado laboral”.
Las Críticas del Mercado: “No Hay Almuerzo Gratis”
La lectura del ministro fue calificada de “simplista” por economistas del sector privado, quienes esgrimieron datos y análisis para refutarla.
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Carolina Grunwald (Principal): “Las remuneraciones crecieron muy por sobre la productividad. Eso protege al que tiene empleo, pero desprotege al que busca trabajo, porque no lo encuentra. El propio Banco Central ha reconocido que el alza del salario mínimo está detrás del aumento en los costos laborales”.
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Andrés Pérez (Itaú): “En la economía no hay almuerzo gratis. En Chile se implementaron medidas que elevaron significativamente el costo del trabajo en un período acotado (…). Difícilmente se dinamizará el mercado en el corto plazo si se continúan discusiones que rigidizan el mercado laboral, como la negociación ramal”.
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Alejandro Fernández (Gemines): En su visión, el alza acelerada del salario mínimo real y otras reformas laborales “son una parte relevante de lo que ocurre en el mercado del trabajo”.
La Advertencia del Banco Central: El Impacto en Cifras
El Instituto Emisor ha sido claro en sus reportes. Su minuta más reciente cuantifica el efecto: las empresas con alta proporción de trabajadores que reciben el sueldo mínimo redujeron el empleo en promedio un 4,8% durante el período de alzas.
El BC identificó un efecto dual: mientras mejora el poder adquisitivo de los trabajadores con empleo, encarece la contratación de nueva mano de obra, un impacto particularmente severo para el comercio, servicios y pymes. Incluso estimó que un alza de 1% en el salario promedio inducida por el mínimo reduce el empleo en 1,16% en esas compañías, un efecto en el rango superior a lo observado internacionalmente.
Un Salario Mínimo «Singular» y el Peso de Otras Reformas
El debate se enmarca en un ciclo inédito de reajustes. El salario mínimo pasó de $410 mil en 2023 a $529 mil en junio de 2025, una escalada que lo posiciona en un lugar singular: en Chile representa alrededor del 75% del salario medio, una proporción muy superior al 26% de EE.UU. o el 46% de Japón, lo que, según los analistas, amplifica su impacto en los costos.
Los economistas añaden que el salario mínimo es solo una pieza de un rompecabezas más complejo. Leyes como la de 40 horas, Karin, de delitos económicos y la cotización adicional con cargo al empleador han incrementado colectivamente el costo laboral para las empresas.
La Tensión Política: Negociación Ramal en la Mira
La defensa de Grau se produjo en paralelo al anuncio del envío del proyecto de negociación ramal, una medida rechazada frontalmente por el empresariado. La presidenta de la CPC, Susana Jiménez, lo dejó en claro: “Fuimos invitados a una instancia que promueve empleo y productividad y la negociación ramal va justo en el sentido contrario”.
Este movimiento gubernamental, lejos de apaciguar las aguas, profundiza la tensión con un sector que identifica en estas políticas la razón de que la desocupación se mantenga obstinadamente alta en 8,7%, frustrando la reactivación económica. Para los analistas, este episodio marca el nuevo y más protagónico rol de Grau, cuyo discurso deja de ser una «anécdota» para convertirse en la voz oficial de una política económica que busca defenderse de las críticas con datos, pero que choca con la evidencia de otros actores clave.
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