Jenna Ortega se consolidó como una de las protagonistas de la 77ª edición de los premios Emmy al irrumpir en la alfombra roja con un atuendo que generó conversación inmediata entre asistentes y en redes sociales. Reconocida globalmente por su papel en Merlina, la actriz de 22 años apostó por una reinterpretación del “naked dressing” con una camisa confeccionada íntegramente de joyas y cristales de diferentes formas y tamaños, acompañada de una falda negra de corte columna y zapatos de Christian Louboutin.
La propuesta visual evocó inevitablemente comparaciones con Isabella Rossellini en La muerte le sienta bien (1992), donde el vestuario de su personaje Lisle von Rhuman también proyectaba sofisticación y misterio. Ortega trasladó esa referencia a un “homenaje contemporáneo” que refuerza su imagen de actriz capaz de conectar la tradición cultural de los 90 con las sensibilidades actuales.
El maquillaje de labios rojo intenso y su peinado efecto mojado completaron la estética, reforzando una narrativa visual coherente. Uno de los detalles más comentados fue la forma en que el diseño, creación de Givenchy bajo la dirección de Sarah Burton, llegó al vestidor de Ortega: según reveló la periodista de moda Zanna Roberts Rassi en Live From E!: 2025 Emmys, la prenda fue enviada en una caja con forma de ataúd, un guiño directo al imaginario gótico que caracteriza los papeles más icónicos de la actriz.
“Está hecho con joyas extragrandes y no mucho más”, describió Rassi, anticipando que el conjunto se convertiría en un tema central en plataformas sociales.
Este tipo de decisiones estilísticas no son accidentales. Ortega ha cultivado una relación estratégica con la moda a través del denominado method dressing, iniciado durante la promoción de Merlina y potenciado en la gira de prensa de Beetlejuice Beetlejuice, de Tim Burton. Junto a su estilista Enrique Melendez, la actriz ha diseñado looks que funcionan como extensiones de sus personajes, generando códigos visuales de alto reconocimiento entre el público.
En agosto, por ejemplo, vistió una falda y suéter de cuadros de Thom Browne casi idénticos a los de Lydia Deetz (Winona Ryder) en el film original de 1988, y en el Festival de Venecia se presentó con un vestido rojo de Dior Haute Couture, percibido como tributo al icónico atuendo nupcial del mismo personaje. Ambos casos demostraron una estrategia clara: convertir cada aparición en un relato de continuidad entre su carrera y la cultura pop.
Aunque Ortega no estuvo nominada en esta edición de los Emmy, sí participó como presentadora junto a Catherine Zeta-Jones para entregar el premio a la mejor actriz de reparto en comedia, que recayó en Katherine LaNasa por The Pitt. La ceremonia, conducida por Nate Bargatze, destacó por la presencia masiva de figuras de la industria, con series como Severance y The Studio dominando las nominaciones.
Más allá de la gala, Ortega acaba de estrenar nuevos episodios de la segunda temporada de Merlina en Netflix y ya se prepara para regresar en la tercera entrega. Con cada aparición pública, reafirma no solo su estatus como referente actoral, sino también como figura que entiende la moda como un activo estratégico para amplificar su marca personal.
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