Naciones Unidas llegará al 1 de enero de 2027, fecha en que asumirá su nuevo secretario general, en medio de una de las crisis más profundas de su historia reciente. El organismo enfrenta dificultades financieras, pérdida de relevancia política, y serias limitaciones operativas en diversas zonas de conflicto. La situación se ha agravado con la reelección del presidente Donald Trump en Estados Unidos, cuyo gobierno ha recortado drásticamente el financiamiento destinado a la ONU, afectando directamente su capacidad de acción.

Recortes presupuestarios y déficit crítico

El problema económico es uno de los más apremiantes. El 5 de mayo de 2025, la ONU informó a sus Estados miembros sobre un recorte de 600 millones de dólares (equivalente al 17% de su presupuesto ordinario de 3.700 millones de dólares) con el objetivo de evitar la cesación de pagos. Este recorte incluyó congelación de contrataciones y la evaluación de medidas adicionales como el traslado de empleos desde Nueva York a Nairobi, según indicó un diplomático occidental.

En 2024, la organización ya había enfrentado un déficit de caja de 200 millones de dólares, pese a haber ejecutado solo el 90% del gasto planificado. Para este año, las proyecciones internas indican que el déficit podría llegar a 1.100 millones de dólares, dejando a la ONU sin capacidad para pagar sueldos y proveedores desde septiembre pasado, según reportó The Economist.

Demoras en los pagos y morosidad de los Estados miembros

La raíz del problema financiero es la morosidad de los países miembros. La ONU basa su modelo de recaudación en que las cuotas obligatorias se paguen a comienzos del año fiscal, pero esa práctica ya no se cumple. En 2024, el 15% de los fondos presupuestarios llegó recién en diciembre. Además, 41 países no pagaron sus cuotas obligatorias, acumulando 760 millones de dólares en contribuciones impagas.

Entre los países deudores figuraban Estados Unidos, Argentina, México y Venezuela. Aunque algunos podrían haber pagado posteriormente, la incertidumbre persiste. Estados Unidos y China, los dos principales contribuyentes (con alrededor del 20% del presupuesto cada uno), también se han vuelto menos confiables. Según Eugene Chen, del Centro de Cooperación Internacional de la Universidad de Nueva York, los pagos estadounidenses se retrasan desde los años 80, y durante el primer mandato de Trump hubo incluso impagos totales.

China, por su parte, pagó en 2024 recién el 27 de diciembre, cuatro días antes del cierre del año fiscal. Solo Corea del Norte pagó más tarde.

Debilitamiento político y desafíos en zonas de conflicto

Los problemas de financiamiento se suman a una creciente marginación política de la ONU en conflictos clave. En Gaza, Israel, con el apoyo de Estados Unidos, ha bloqueado la ayuda humanitaria de la ONU, acusándola de complicidad con Hamas. Mientras tanto, en Sudán, facciones en guerra han impedido la asistencia humanitaria, y en países como la República Democrática del Congo y Sudán del Sur, fuerzas rebeldes han atacado a los cascos azules.

La parálisis del Consejo de Seguridad es otra señal del deterioro institucional. Las discusiones sobre crisis en países como Haití y Somalia están estancadas, en parte debido a la falta de involucramiento de Estados Unidos. Conflictos prolongados como los de Sudán y Myanmar tampoco han tenido avances relevantes.

El sistema de la ONU lleva tiempo en mal estado, con tensiones entre las principales potencias que han frustrado repetidamente la diplomacia en el Consejo de Seguridad. Pero el regreso de Donald Trump a la presidencia estadounidense ha precipitado un deterioro aun más pronunciado en la situación de la organización”, afirmó un informe del centro de estudios Crisis Group.

Estados Unidos: recortes, unilateralismo y desprecio a la Carta de la ONU

Según Crisis Group, la nueva administración Trump ha optado por una estrategia unilateral, abandonando acuerdos multilaterales, recortando o congelando fondos clave para operaciones humanitarias, e incluso ignorando principios básicos de la Carta de la ONU, como el respeto a la integridad territorial de los Estados.

Los miembros de la ONU enfrentan ahora decisiones difíciles sobre cómo gestionar las consecuencias de las decisiones estadounidenses”, señaló el informe. “En muchos casos, la tarea será simplemente contener los daños”.

Crisis de representación y llamado a una reforma del Consejo de Seguridad

Además de sus problemas operativos y financieros, la ONU enfrenta una crisis de legitimidad estructural, especialmente en el Consejo de Seguridad, cuya composición ha permanecido casi inalterada desde 1971. Muchos Estados miembros sostienen que el órgano no refleja la realidad geopolítica actual y exigen una reforma.

Aunque existen propuestas que incluyen nuevos miembros permanentes o la creación de puestos electos con posibilidad de reelección, el Council on Foreign Relations considera que las probabilidades de reforma son escasas, ya que cambiar la Carta de la ONU requiere la aprobación y ratificación de dos tercios de los Estados miembros, incluyendo a todos los miembros permanentes del Consejo, quienes difícilmente aceptarán medidas que limiten su poder.

Ante la falta de avances estructurales, algunos Estados más pequeños han propuesto reformas procedimentales, como mayor transparencia y consultas más estrechas con países que aportan tropas.

Resumen

  • La ONU enfrenta una grave crisis financiera, política y operativa.

  • El regreso de Trump a la presidencia ha debilitado aún más a la organización.

  • Se proyecta un déficit de caja de US$1.100 millones para fin de año.

  • 41 países tienen cuotas impagas; EE.UU. y China se han vuelto poco confiables como donantes.

  • Zonas de conflicto como Gaza, Sudán y RDC muestran la debilidad creciente de la ONU.

  • El Consejo de Seguridad está en crisis de legitimidad, pero la reforma es improbable.

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