El dictador de Venezuela, Nicolás Maduro, evitó referirse de forma directa al Premio Nobel de la Paz 2025 otorgado a la opositora María Corina Machado, pero lanzó duros ataques en su contra durante un acto público en Plaza Venezuela, en Caracas.
En un evento para conmemorar los 533 años de la llamada “Resistencia Indígena” —fecha con la que el chavismo reemplazó el Día de la Raza—, Maduro usó un lenguaje ofensivo para desacreditar a la dirigente política, sin siquiera mencionar su nombre. La calificó como “la bruja demoníaca de la Sayona”, en referencia a una figura mítica del folclore venezolano.
“Está repudiada por el 90 % de la población”, afirmó Maduro, quien insistió en que “el país quiere paz, pero una paz con soberanía, independencia e igualdad”.
Silencio oficial frente al Nobel y rechazo internacional al régimen
La omisión intencionada del nombre de Machado y del Nobel contrastó con el aluvión de reacciones internacionales tras el anuncio del Comité Nobel noruego, que otorgó el premio a la dirigente de 57 años “por su incansable labor en la promoción de los derechos democráticos del pueblo venezolano y su lucha por una transición pacífica hacia la democracia”.
Gobiernos de Noruega, Francia, Países Bajos, y otros países europeos, además de la Organización de Estados Americanos (OEA), felicitaron a Machado y destacaron su compromiso con los valores democráticos.
Desde el exilio interno, la opositora agradeció el galardón y lo dedicó “a todos los venezolanos dentro y fuera del país”. También expresó su apoyo al presidente estadounidense, Donald Trump, a quien reconoció como un actor clave en la presión internacional contra el régimen.
Milicianos indígenas y amenazas militares
Durante el mismo acto, Maduro ordenó conformar “brigadas milicianas indígenas” con pueblos originarios de toda Sudamérica, bajo el argumento de prepararse ante una supuesta “amenaza militar de Estados Unidos en el Caribe”.
Aseguró haber recibido “cartas de pueblos indígenas dispuestos a guerrear por la República Bolivariana” y pidió acelerar la expansión de estas unidades en todo el país.
El evento estuvo cargado de simbolismo ancestral y retórica militar: la ministra de Pueblos Indígenas, Clara Vidal, entregó a Maduro un penacho y un arma ceremonial, afirmando que esta “derrotó al imperio español”. El régimen presentó el gesto como reafirmación de Maduro como “jefe indio de Venezuela”.
Horas antes, desde el Panteón Nacional, Vidal advirtió que “hoy hay otros barcos en el Caribe, pero con misiles”, en referencia al despliegue naval estadounidense.
Cabello amenaza con “comérselos vivos”
La retórica bélica se replicó en actos regionales. En Maturín, el segundo hombre fuerte del chavismo, Diosdado Cabello, lanzó una amenaza directa: “Nos los vamos a comer vivos”, dijo, en alusión a una posible intervención extranjera. “Pasará un año, dos o diez, pero quien ponga un pie en nuestra patria sabrá que lo echaremos”.
Con este discurso, el chavismo intenta vincular la tensión internacional con la identidad nacional, mezclando la narrativa de resistencia indígena con una campaña de militarización interna.
Machado, Trump y el Nobel
La entrega del Nobel a María Corina Machado ha sido interpretada como un gesto de respaldo internacional a la oposición venezolana y una clara condena a la dictadura de Maduro. Sin embargo, el gesto de dedicar el premio a Donald Trump ha generado división dentro de la oposición venezolana y críticas de algunos gobiernos latinoamericanos.
En una entrevista con Fox News, Trump celebró la mención y afirmó que él también merecía el Nobel, alegando que “ha ayudado a resolver ocho conflictos en solo meses” y que su presión ha sido decisiva para que Venezuela esté ‘en el umbral de la libertad’.
Desde la Casa Blanca, sin embargo, se criticó al comité noruego, afirmando que “antepuso la política a la paz” al no premiar a Trump.
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