Un análisis del escenario político actual revela una tensión estructural dentro del oficialismo: la figura del Presidente Gabriel Boric emerge como un actor determinante, cuya sombra proyecta tanto ventajas como obstáculos críticos para la campaña de Jeannette Jara. Esta dinámica ha generado un malestar tangible en el comando de la candidata, expresado de manera elocuente por sus principales voceros, los senadores Ricardo Lagos Weber y Alejandra Sepúlveda, en un lapso de menos de 24 horas. La preocupación central radica en que el protagonismo presidencial, materializado en sus constantes embestidas contra José Antonio Kast, corre el riesgo de reconfigurar el conflicto electoral, instalándolo como una pulseada directa entre Boric y el líder republicano, y relegando a Jara a un segundo plano.
Esta estrategia, aunque busca energizar la base progubernamental, refuerza inadvertidamente la narrativa que Kast ha utilizado con eficacia: presentar a Jara como la mera «opción de continuidad» de un gobierno con elevados niveles de desgaste. Frente a esta encrucijada, la candidata, estancada en los sondeos y con un voto duro que no supera el 30%, ha iniciado una metódica operación de distanciamiento táctico de La Moneda. Su objetivo es claro: ampliar su radio de acción electoral más allá de la coalición de gobierno. Esta maniobra se ha traducido en críticas concretas y públicas, como su cuestionamiento a la ausencia de una glosa de libre disposición en el Presupuesto 2026—una tradición desde la administración de Ricardo Lagos—, sus señalamientos a los déficits en la reconstrucción de Viña del Mar bajo el ministerio de Carlos Montes, y su firme postura exigiendo responsabilidades políticas, como en el caso del ministro de Energía, Diego Pardow.
Paralelamente, la intervención de Boric ha adquirido un carácter sistémico y multifacético. No se limita a declaraciones aisladas, sino que incluye una agenda legislativa de alto impacto electoral—como el reimpulso de la ley de aborto libre o el fin del secreto bancario—, pese a su escasa viabilidad política inmediata. Este activismo, que se intensificó a partir de agosto coincidiendo con el estancamiento de Jara, responde, según fuentes del comando, a «decisiones personales del Mandatario» más que a una coordinación estratégica. Esta lectura alimenta en el ambiente político, tal como lo expresa el analista Ignacio Imas, la hipótesis de que Boric podría estar ejecutando una operación de más largo alcance: defender su legado y posicionarse como el líder natural de la oposición a Kast en una eventual contienda futura.
La percepción dentro del equipo de Jara es que este «abrazo del oso», en la certera metáfora de la senadora Sepúlveda, genera un «ruido» que distrae del mensaje central de la candidatura. Lagos Weber lo expresó con similar crudeza al señalar que preferiría que el gobierno se concentrara en «mejorar la gestión hasta el último día» en lugar de «enfrascarse en la lucha presidencial». Esta pugna soterrada por el control del relato no ha pasado desapercibida para la oposición. Kast ha capitalizado el momento, acusando a Boric de actuar como «jefe de campaña» de Jara y de desatender sus funciones ejecutivas en medio de crisis de seguridad pública y energética. Su réplica, de 45 segundos y que podemos ver a continuación, busca explotar esta grieta, presentando al Presidente como un actor partisan que privilegia la contienda electoral sobre la gobernanza.
Los errores de este gobierno lo pagaron millones de chilenos con el alza injustificada de la cuenta de la luz.
Es hora de que el Presidente Boric le pida disculpas a todos los chilenos y le exija la renuncia a todos los funcionarios responsables de estos graves errores. pic.twitter.com/O6OubRZGb8
— José Antonio Kast Rist 🖐️🇨🇱 (@joseantoniokast) October 21, 2025
En conclusión, la campaña presidencial se desarrolla en dos frentes simultáneos para Jeannette Jara: el frente externo, contra Kast, y un frente interno, menos visible pero igualmente crucial, por definir su autonomía frente a un Presidente cuya sombra es, al mismo tiempo, su principal respaldo y su mayor desafío táctico. La capacidad de la candidatura para escindirse estratégicamente del lastre gubernamental, sin fracturar la coalición que la sustenta, se perfila como el factor determinante para su viabilidad electoral.
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