A pocos días de las elecciones de medio término en Argentina —donde el oficialismo de Javier Milei, La Libertad Avanza, obtuvo un triunfo legislativo decisivo—, el expresidente Mauricio Macri visitó Chile invitado por BICE. Su presencia, más que protocolar, buscó proyectar un mensaje político regional: la consolidación de una nueva derecha liberal en América del Sur, capaz de articular ideas, liderazgos y estrategias frente al desgaste del populismo.
Durante su exposición, Macri abordó los desafíos del panorama político argentino y latinoamericano. Consultado por el reciente resultado electoral, aseguró que “hay un consenso cada vez más absoluto de que el populismo es una estafa sin igual, es un peligro”. A su juicio, el voto de octubre “marca una mayoría importante que dijo basta; estos mentirosos que te regalan cosas no los quiero ver más. El rumbo claramente es hacia ideas más liberales”. En esa línea, valoró que el actual gobierno argentino “evitó una crisis económica terminal, producto del populismo que había y esa idea de imprimir billetitos. Hoy en Argentina hay de vuelta una expectativa positiva”.
Macri dedicó parte de su intervención a reflexionar sobre la necesidad de construir “puentes” entre las derechas del continente. Con una metáfora cargada de sentido político, sostuvo que “si uno no tiene equipo, llega hasta donde está tu brazo. Si haces un equipo, los encadenas y puedes cruzar la cordillera de Los Andes”. La frase sintetizó su llamado a la cooperación entre sectores liberales y conservadores, tanto en Argentina como en Chile, en un contexto donde las fronteras ideológicas se vuelven más permeables ante los desafíos económicos y sociales comunes.
El exmandatario recordó también su papel en la campaña presidencial de 2023, cuando —pese a las tensiones internas— facilitó la convergencia entre su partido, el PRO, y el espacio de Javier Milei. Esa alianza, nacida entre desconfianzas mutuas, terminó reconfigurando el mapa político argentino. “En su momento se hablaba de que si La Libertad Avanza mataba al PRO o si lo dividía, pero hoy eso está superado. Creí que si las ideas del cambio las había ganado él, porque nuestros candidatos no pudieron, lo correcto era apoyarlo”, explicó.
Consultado sobre las diferencias entre ambas corrientes, Macri apeló a una anécdota personal: “Recuerdo que mi abuela decía: hay que hacer lo correcto, no lo conveniente. Y eso lo confirmé cuando fui presidente de Boca Juniors, cuando le dije que no a Maradona como técnico y traje a Bianchi. Ahí empezó el mejor Boca de la historia”. Con ese ejemplo, justificó su decisión de respaldar a Milei pese a las discrepancias ideológicas, subrayando que “hoy la prioridad es apoyar ideas, y las ideas liberales que impulsa el señor Milei son las correctas. Él acepta que yo vaya y le diga lo que pienso. Y ha sido honesto conmigo”.
La reflexión del exmandatario se extendió hacia Chile, país al que observa con atención como referente regional. A su juicio, el país “está sufriendo la pandemia de las expectativas”, fenómeno que —según él— emergió con fuerza durante el estallido social de 2019. “El reclamo era ‘queremos más, porque alguien nos dijo que nos corresponde más’. Y después de mucho tiempo, no valoran lo que tienen”, afirmó, vinculando ese malestar con una pérdida de meritocracia y con el debilitamiento de los valores que, en su visión, sustentaron el crecimiento chileno.
En ese mismo tono, Macri destacó el sistema educativo chileno, al que consideró “mucho mejor que el argentino, donde más de la mitad de los chicos salen del colegio público sin comprender los textos que leen”. Añadió que “el sensacionalismo te puede dar un momento de ilusión pero no te lleva a ningún lado”, valorando que Chile “logró frenar, en el minuto final, una reforma constitucional que podía destruir lo que habían hecho”.
El exmandatario cerró su intervención con una advertencia y un consejo para los chilenos: “Deben aplicar la regla americana: si no está roto, no lo arregles. Chile tiene muchas cosas que le funcionan”. Con esas palabras, Macri no solo elogió la estabilidad institucional chilena, sino que reafirmó su visión de que el liberalismo económico y político, lejos de ser una ideología del pasado, representa —en su lectura— la única vía sostenible para el desarrollo y la libertad individual en la región.
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