En el aniversario de su reelección, el presidente Donald Trump retomó su habitual narrativa de fortaleza y renacimiento nacional durante un encendido discurso ante miles de empresarios en el American Business Forum, realizado este miércoles en el Kaseya Center de Miami. En una intervención de más de una hora, el mandatario afirmó que Estados Unidos “ha recuperado su soberanía” y atraviesa “la edad dorada de su economía”, combinando en su alocución balance de gestión, críticas a sus adversarios demócratas y proyecciones optimistas sobre el futuro económico del país.
“Es muy bueno estar de vuelta en Miami, en Florida, con verdaderos patriotas estadounidenses”, comenzó Trump, en un tono de campaña que buscó reforzar su conexión con el empresariado y el electorado conservador. “Hace un año reclamamos nuestro país, reclamamos nuestra soberanía. Hoy tenemos la economía más fuerte, las fronteras más robustas y el mejor espíritu de cualquier nación del mundo”, sostuvo, delineando un relato de continuidad entre su victoria electoral y lo que definió como un nuevo ciclo de prosperidad nacional.
El mandatario celebró lo que calificó como un “renacimiento económico sin precedentes”, asegurando que en los primeros nueve meses de su actual administración se habrían alcanzado “18 billones de dólares en inversiones”, con una proyección de llegar a “21 billones antes de fin de mandato”. En su discurso, Trump insistió en que Estados Unidos “pasó de ser un país muerto a ser el más dinámico del mundo”, enfatizando el crecimiento del empleo y los salarios: “Más estadounidenses están trabajando que en cualquier otro momento de la historia, y los sueldos en fábricas y minas aumentan al ritmo más alto en seis décadas”. También aseguró que la inflación “se está reduciendo rápidamente” y que el precio del combustible “pronto volverá a los dos dólares por galón”, en una promesa dirigida a los sectores más sensibles al costo de vida.
Sin embargo, el eje político de su intervención se centró en deslegitimar a la oposición demócrata, a la que acusó de haber “hundido al país” durante la administración de Joe Biden y de sostener “políticas de gasto masivo, fronteras abiertas y energía cara”. “Los demócratas no quieren que sigamos triunfando. Anoche instauraron a un comunista como alcalde de Nueva York. Han perdido el sentido común”, afirmó, aludiendo al triunfo del demócrata socialista Zohran Mamdani, apoyado por Bernie Sanders, en una elección que definió como símbolo del “declive moral y económico” de los Estados gobernados por sus adversarios.
En ese sentido, Trump consideró que Nueva York “ha perdido la soberanía” con la elección de Mamdani y lanzó una advertencia: “Nos haremos cargo”, sin detallar a qué medidas se refería. Con un tono cada vez más ideológico, el presidente trazó una línea divisoria entre su modelo y el de la oposición: “Miami será el refugio de quienes huyan del comunismo instaurado en Nueva York. La decisión que enfrentan los estadounidenses no podría ser más clara: sentido común o comunismo”.
El discurso, cargado de simbolismo electoral y autoafirmación política, refleja la estrategia de Trump de consolidar una narrativa de éxito económico y amenaza ideológica, en un contexto en que la polarización sigue siendo uno de los principales motores de la vida política estadounidense. Su apelación a la soberanía y al crecimiento interno busca reinstalar la idea de una nación recuperada, aunque los datos macroeconómicos y los desafíos estructurales del país —como la desigualdad y la dependencia energética— continúan siendo objeto de debate entre economistas y analistas políticos.
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