El desarrollo del acto de cierre de campaña de Jeannette Jara en la Plaza de Maipú se vio interrumpido por un elemento disruptivo que trasciende la anécdota: la consigna “el que no salta es paco”, coreada por un sector del público. Este episodio no fue una mera interrupción, sino un síntoma de la profunda tensión que recorre la candidatura de Jara: el desafío de construir una identidad de centroizquierda moderada mientras gestiona la herencia simbólica y los sectores más radicalizados del bloque oficialista.
La contradicción estratégica y el control del relato
El incidente puso en evidencia una contradicción central en el mensaje de campaña. Por un lado, Jara ha posicionado la seguridad como un pilar fundamental, lo que implica, necesariamente, una colaboración estrecha con Carabineros. Por otro, la consigna coreada emerge de un imaginario que, surgido durante el estallido social, sitúa a la policía en un lugar de confrontación. Esta incongruencia fue inmediatamente explotada por la oposición, cuyos candidatos—Evelyn Matthei, José Antonio Kast y Diego Schalper—condenaron los hechos, acusando a Jara de permitir la descalificación a las fuerzas policiales y de no deslindarse con suficiente contundencia de su base más radical.
Desde el comando de Jara, la reacción fue de control de daños, desvinculándose formalmente de los cánticos: “Cualquier tipo de manifestación de esta naturaleza, no tiene ningún tipo de relación con el comando o los equipos de la candidatura”. Sin embargo, esta declaración choca con la dificultad práctica de la candidata para imponer su autoridad sobre los asistentes. Sus intentos de redirigir el ánimo con frases como “hagamos que nuestra campaña, en vez de basarse en descalificar a los demás, se base en abrazarlos” demostraron la limitada eficacia de su narrativa de unidad frente a la energía movilizadora de las consignas opositoras al statu quo.
La sombra del pasado y la gestión de la propia biografía política
La controversia no puede desvincularse del pasado reciente de la candidata. La oposición, particularmente Kast, se apresuró a recordar la fotografía de Jara vistiendo una polera con la imagen del perro “Matapacos”, un ícono de las protestas de 2019. Este hecho, que la candidata ha calificado como una “tontera” de la que se arrepiente, actúa como un lastre que alimenta la narrativa opositora de que existe una conexión ideológica ineludible con el sector más confrontacional del oficialismo. El episodio de los cánticos reavivó este flanco débil, sugiriendo que el intento de moderación choca con una base simbólica y militante que no ha sido completamente resignificada.
El diseño de campaña y las omisiones estratégicas
El análisis del acto en su conjunto refuerza la tesis de una estrategia deliberada de moderación. El tono emocional y breve del discurso de Jara, la ausencia de menciones al Presidente Gabriel Boric y a su propio Partido Comunista, y la escasa presencia de simbología partidaria tradicional, apuntan a un intento de ampliación hacia el centro político. El protagonismo del alcalde Tomás Vodanovic (FRVS), con un mensaje de construcción estatal y memoria, en lugar de confrontación, parece ser parte de este mismo diseño.
Sin embargo, la irrupción de los cánticos octubristas revela la fragilidad de esta construcción. Demostró que, más allá del discurso oficial, existe un segmento de su coalición que no se alinea con el nuevo perfil moderado que se intenta proyectar. La respuesta de Jara—un llamado a la unidad y al respeto, compartiendo un video donde intenta calmar a los simpatizantes—fue coherente con su mensaje, pero insuficiente para contrarrestar la percepción de descontrol y la contradicción fundamental que el evento puso en primer plano.
En conclusión, el grito de “el que no salta es paco” operó como un revelador político. Expuso la dificultad de Jara para escindirse de un pasado reciente que la oposición utiliza en su contra, puso a prueba la solidez de su propuesta de seguridad y dejó al descubierto la tensión inherente a liderar una coalición que abarca desde el centro reformista hasta el sector más movilizado y crítico de las instituciones.
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