El ingreso de José Antonio Kast al balotaje presidencial reabre una de las discusiones más relevantes de la política chilena contemporánea: ¿qué derecha representa realmente el líder republicano y cómo dialoga su proyecto con la historia reciente del sector? Su ascenso no solo reactiva un debate ideológico, sino que también revela tensiones internas acumuladas desde el retorno a la democracia.

Aunque suele ser etiquetado como representante de la “ultraderecha” o la “extrema derecha”, Kast —abogado de 59 años— ha desestimado sistemáticamente estas clasificaciones. “Algunos dicen que soy extremo. Y siempre les pregunto: ¿extremo en qué?”, planteó en 2021, cuando también llegó a segunda vuelta y fue derrotado por el actual presidente Gabriel Boric. Sin embargo, su posición vuelve a cobrar centralidad ahora que enfrentará, el próximo 14 de diciembre, a la candidata comunista Jeannette Jara, quien obtuvo cerca del 27% de los votos y lo superó por tres puntos porcentuales.

El fenómeno Kast también debe leerse en clave comparada. Sus afinidades discursivas con figuras como Donald Trump, Javier Milei o Nayib Bukele —todos líderes que han redefinido el rol de las derechas en sus países— son evidentes. Sin embargo, también mantiene diferencias sustantivas en estilo, trayectoria y prioridades políticas. Lo que sí parece claro es que el Kast de esta campaña no es exactamente el mismo de 2021: mantiene convicciones, pero ajusta estrategias.

Una Derecha a la Derecha de la Tradición

Kast ha sido explícito en caracterizarse como una alternativa más firme que el expresidente Sebastián Piñera, quien marcó el retorno de la derecha al poder tras décadas de gobiernos de centroizquierda. “Las de Piñera eran nuestras ideas, pero muy, muy licuadas”, dijo Kast a ADN Chile en enero. Si Piñera intentó representar a una derecha liberal-conservadora con mayor vocación de acuerdos, Kast emerge desde un espacio que reivindica continuidades históricas con menor ambigüedad.

Las diferencias no son menores. Piñera votó en contra de Augusto Pinochet en el plebiscito de 1988, mientras que Kast respaldó la continuidad del régimen militar y, en diversas ocasiones, destacó aspectos de aquel periodo, aunque niegue condonar las violaciones a los derechos humanos. Llegó incluso a sugerir que “si estuviera vivo, Pinochet habría votado por él”, lo que refuerza la lectura de quienes lo sitúan como heredero político del sector más duro del antiguo pinochetismo.

Para Claudia Heiss, académica de la Universidad de Chile, Kast “viene del núcleo más a la derecha de lo que se llama la derecha tradicional, una derecha que respaldó a Pinochet y que no tuvo credenciales plenamente democráticas”. En su análisis, la candidatura republicana se distancia del conservadurismo pragmático que aceptó negociar y cogobernar tras el retorno a la democracia.

Del Estallido Social a la Consolidación Republicana

Aunque Kast había probado suerte en 2017 con apenas un 8% de los votos, su consolidación llegó después del estallido social de 2019 y del proceso constituyente que le siguió. Ahí logró instalarse como la voz de una derecha “pura”, ajena a pactos y negociaciones con el centro o la izquierda. “Kast y su Partido Republicano nacieron como respuesta al estallido social y a los procesos constituyentes”, afirma Heiss a BBC Mundo, explicando parte de su crecimiento electoral.

Conservadurismo en la Esfera Social y Cálculo Electoral

La identidad doctrinaria de Kast también descansa en un marcado conservadurismo social. Vinculado al movimiento católico Schoenstatt, se ha pronunciado históricamente contra el matrimonio igualitario y contra el aborto incluso en los casos permitidos por la legislación chilena. No obstante, a diferencia de su campaña de 2021, esta vez ha evitado confrontaciones directas en temas valóricos, concentrando su mensaje en seguridad pública y control migratorio. Para algunos, esto responde a un cálculo estratégico orientado a recuperar votantes mujeres, quienes se alejaron en la elección anterior.

Otros analistas matizan esta interpretación. Guillermo Holzmann, consultado por BBC Mundo, sostiene que Kast no buscaría revertir las leyes vigentes en materia de género y reproducción: “Se declara católico, apostólico romano, pero no va a ir en contra de las leyes que han sido aprobadas por el Congreso y han sido motivo de un largo debate”.

Holzmann sintetiza la identidad ideológica de Kast en tres conceptos: conservador, nacionalista y populista. El nacionalismo se observa en su retórica sobre migración irregular, con paralelos evidentes al discurso de Trump y propuestas de mayor control fronterizo. Su dimensión populista, explica el analista, emerge de promesas que no siempre cuentan con un plan detallado de implementación, como la idea de establecer un “gobierno de emergencia” centrado en seguridad y migración.

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