En el contexto de un balotaje polarizado, el Partido de la Gente (PDG) optó por un mecanismo interno para definir su postura formal, tras el tercer lugar obtenido por su líder, Franco Parisi, con 2.552.649 votos (19,71%) en la primera vuelta. Entre las 15:00 y 18:00 horas del domingo, se habilitó un enlace exclusivo para afiliados con al menos tres meses de militancia. El proceso, gestionado mediante correos de los presidentes regionales, planteaba una pregunta directa: “¿Qué opción crees que el Partido de la Gente debe apoyar el 14 de diciembre 2025?”, con las alternativas de Jeannette Jara, José Antonio Kast y el voto nulo/blanco.

Los resultados, anunciados pasadas las 22:00 horas en un comunicado de la directiva comandada por Rodrigo Vattuone, revelaron una clara tendencia: un 78% de los participantes se inclinó por la opción nula o blanca, un 20% por Kast y solo un 2% por Jara. La declaración partidaria interpretó este resultado como «el descontento legítimo de nuestras bases con las alternativas» disponibles, alineándose así con la postura pública que Parisi ha venido sosteniendo desde semanas antes.

Sin embargo, el proceso adolece de una significativa opacidad. La directiva omitió deliberadamente divulgar el número total de votantes, impidiendo evaluar la representatividad real de la consulta. Según Francisco Leturia, expresidente del Consejo para la Transparencia, esta práctica expone falencias estructurales en la ley de partidos políticos, que los convierte en «entes ultra privados». Leturia critica que «las elecciones en general de todos los partidos son muy oscuras, igual que sus finanzas y afiliaciones». Esta opacidad se ve agravada por el hecho de que la consulta no fue auditada por una empresa externa, sino gestionada íntegramente por el equipo nacional y regional del PDG.

Analíticamente, la estrategia del voto nulo responde a una lógica dual. Primero, como señala el analista Pepe Auth, le permite a Parisi medirse simbólicamente en el balotaje, atribuyéndose el peso de una protesta electoral masiva. Segundo, busca evitar la migración de su electorado hacia cualquiera de los candidatos contendientes, preservando así su capital político propio. Esta maniobra encuentra un precedente en la consulta de 2021, donde, bajo un formato similar y también sin auditoría externa, el PDG terminó respaldando a Kast en la segunda vuelta tras una dinámica inicial diferente. La actual postura «ni fachos ni comunachos», reforzada por Parisi en redes sociales tras los resultados, subraya su intento de posicionarse como una tercera fuerza centrada en la «clase media», distanciada de los polos en pugna.

El contexto del retorno al voto obligatorio añade una capa de relevancia a esta estrategia. Los votos nulos y blancos, que en la primera vuelta sumaron 360.926 y 142.083 respectivamente, podrían incrementarse significativamente. Juan Pablo Lavín, gerente general de Panel Ciudadano-UDD, advierte sobre un posible «récord de nulos en segunda vuelta», interpretándolo como «un rechazo a la política, una protesta hacia el establishment». Para el PDG y su líder, capitalizar este descontento no solo es una herramienta de presión inmediata, sino también una forma de proyectar su rol como fuerza dirimente en el próximo Congreso, donde contará con 14 diputados.

En síntesis, más que un ejercicio democrático interno, la consulta del PDG emerge como un instrumento de narrativa política, marcado por la falta de transparencia y orientado a consolidar a Parisi como la voz de un electorado desencantado, utilizando el voto nulo como arma de protesta y medida de fuerza ante un escenario binario que busca desbordar.