A diferencia de lo ocurrido hace cuatro años, cuando las principales prioridades del Gobierno entrante eran estabilizar la economía, contener la inflación y avanzar en una reforma de pensiones, el escenario que deberá enfrentar el próximo Presidente o Presidenta de Chile —José Antonio Kast o Jeannette Jara, cuyo triunfo se define este domingo en las urnas— será sustancialmente distinto.

El nuevo inquilino de La Moneda, que asumirá en marzo, recibirá un país marcado por un bajo crecimiento económico, un mercado laboral debilitado y los efectos acumulados de la crisis de seguridad que ha afectado al país en los últimos años.

Un crecimiento débil y persistente estancamiento

Todo apunta a que la economía chilena crecerá en torno al 2,5% este año, lo que implica que el promedio de expansión durante los cuatro años del Gobierno del Presidente Gabriel Boric estará por debajo del 2%, uno de los registros más bajos de los últimos 35 años.

No obstante, los expertos advierten que este bajo dinamismo no es un fenómeno exclusivo del actual ciclo político, sino que se arrastra desde hace al menos una década, período caracterizado por baja productividad, dificultades para generar empleo de calidad y un deterioro progresivo de las cuentas fiscales.

En ese contexto, el país enfrenta hoy un déficit fiscal estructural cercano al 2% del PIB, producto de un gasto fiscal por sobre lo prudente y una deuda pública creciente, factores que han debilitado la salud fiscal del Estado.

Desequilibrios pospandemia superados

Pese a este complejo panorama, los analistas coinciden en que los principales desequilibrios macroeconómicos derivados de la pandemia ya fueron corregidos durante la actual administración.

Se logró eliminar el déficit en cuenta corriente y el Banco Central consiguió reducir la inflación a niveles cercanos al 3% anual, meta que se proyecta para el cierre de este año, alejando así el riesgo de un retorno a tasas de inflación de dos dígitos como las observadas tras la crisis del Covid-19.

Una economía más equilibrada, pero con debilidades estructurales

Este será el escenario que recibirá el próximo Mandatario. Según Hermann González, coordinador macroeconómico de Clapes UC, existen elementos positivos relevantes.

“El nuevo gobierno recibirá una economía que superó los desequilibrios pospandemia, con un déficit en cuenta corriente acotado, inflación en torno a la meta, inversión recuperándose, expectativas en máximos de 7 u 8 años y un precio del cobre en niveles históricamente altos”, afirma.

Sin embargo, González también advierte sobre los desafíos pendientes.

“La economía está estancada y el desempleo es significativamente mayor que antes de la pandemia. El crecimiento potencial está en torno al 2% y existe una estrechez fiscal importante, con déficits elevados y persistentes, deuda pública cercana al nivel prudente y un bajísimo ahorro en los fondos soberanos”, sostiene.

A ello se suman factores no estrictamente económicos, como la inmigración irregular, el aumento del crimen y la delincuencia, que también actúan como lastres para el crecimiento.

El talón de Aquiles: empleo y crecimiento

Para Alejandro Fernández, socio de Gemines, el diagnóstico es similar.

“Tenemos una economía más equilibrada en términos de inflación y cuenta corriente, pero con un problema fiscal creciente, serias dificultades en la generación de empleo y, sobre todo, una baja capacidad de crecimiento, lo que es peligroso para la estabilidad político-institucional”, advierte.

En la misma línea, Andrés Pérez, economista jefe para Latinoamérica de Itaú, coincide en que el principal punto débil está en el mercado laboral.

“La economía está equilibrada desde el punto de vista macro, pero el talón de Aquiles es el empleo, cuya recuperación tomará tiempo tras las medidas impulsadas en los últimos años. Además, existen altas expectativas por avances rápidos en seguridad y orden público”, señala.

Expectativas del mercado y política monetaria

De acuerdo con la Encuesta de Expectativas Económicas (EEE) del Banco Central, el mercado anticipa una baja de 25 puntos base en la tasa de interés en la próxima Reunión de Política Monetaria del 16 de diciembre, lo que llevaría la tasa rectora al 4,5% al cierre de este año.

Según los expertos, la tasa solo volvería a recortarse una vez más, hasta el 4,25% en diciembre de 2026. Las expectativas de inflación para fines de 2026 y 2027 se mantienen en torno al 3%, mientras que el IPC de enero registraría una variación mensual del 0,4%.

En cuanto al tipo de cambio, el mercado proyecta una tendencia a acercarse a los $900 durante 2026. Para el crecimiento del PIB, las expectativas apuntan a una expansión del 2,3% en 2026, muy similar a la de este año.

Los grandes desafíos del próximo gobierno

Un reciente informe de JP Morgan identifica tres grandes desafíos para la próxima administración: acelerar el crecimiento económico, eliminar trabas estructurales en el mercado laboral y revertir el deterioro fiscal.

Los economistas coinciden en que elevar el crecimiento es urgente.

“El desafío más importante es generar condiciones para que el crecimiento se acelere de manera sostenible, lo que requiere mejoras en productividad, mercado laboral, educación y capacitación”, afirma Alejandro Fernández.

Hermann González agrega que el crecimiento debe traducirse en más empleo y mejores salarios, mientras que Andrés Pérez enfatiza la necesidad de consolidar la recuperación de la inversión privada, modernizar los permisos ambientales e invertir en capital humano.

Empleo, seguridad y disciplina fiscal

Uno de los principales problemas heredados será el deterioro del mercado laboral. La tasa de desempleo se ubicó en 8,4% en el trimestre agosto-octubre, acumulando 34 meses consecutivos sobre el 8%, lo que ha intensificado el debate sobre las rigideces laborales.

“Con las regulaciones introducidas en los últimos años, no será fácil reducir significativamente el desempleo”, advierte González, quien también subraya la dificultad de impulsar reformas sin mayorías en el Congreso.

Finalmente, los expertos coinciden en que mejorar la seguridad pública y controlar la inmigración ilegal tendrá efectos positivos sobre la economía, al igual que avanzar en una consolidación fiscal creíble, que permita estabilizar la deuda pública, reducir el déficit y reconstruir los fondos soberanos, aprovechando los altos precios del cobre.

Ese será, en síntesis, el complejo escenario económico y social que deberá enfrentar quien asuma la Presidencia de Chile a partir de marzo.

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