El contundente triunfo de José Antonio Kast en la segunda vuelta presidencial no solo reconfiguró el mapa político chileno, sino que también dejó en evidencia el fracaso de uno de los pronósticos más reiterados durante la campaña del balotaje: la expectativa del Partido de la Gente (PDG) de transformar a su electorado en un bloque decisivo de voto nulo.

Pese a los reiterados llamados de su líder, Franco Parisi, a anular el sufragio, los resultados finales demostraron que esa estrategia no logró materializarse en las urnas. Muy por el contrario, el comportamiento electoral de quienes respaldaron al economista en primera vuelta terminó alejándose de la hoja de ruta definida por la directiva del partido.

Con el 99,94% de las mesas escrutadas, José Antonio Kast alcanzó un 58,16% de los votos (7.244.197 sufragios), mientras que Jeannette Jara obtuvo un 41,84% (5.217.197). En paralelo, los votos nulos sumaron 782.969 (5,83%) y los blancos 165.342 (1,23%), cifras muy inferiores a los 2.552.649 votos (19,71%) que Parisi había conseguido en la primera vuelta, cuando el PDG emergió como la tercera fuerza política del país.

La brecha entre ambos registros es reveladora: la gran mayoría de quienes apoyaron a Parisi en noviembre no siguió la instrucción de anular. Lejos de consolidarse como un “bloque nulo” con capacidad de alterar el resultado, ese electorado se dispersó entre las dos candidaturas en competencia o, derechamente, terminó inclinándose por Kast, en una definición muy distinta a la promovida públicamente por la colectividad.

El propio Parisi, tras conocerse los resultados, reconoció implícitamente ese fenómeno en entrevista con Radio Cooperativa. “Uno podría decir que los votos del PDG se fueron a Kast. Pero también lo importante es que hay un sentimiento anticomunista muy fuerte, un miedo muy grande a eso que representaba Jara”, afirmó, sugiriendo que factores ideológicos y emocionales pesaron más que la consigna partidaria.

La consulta interna y sus límites

El contraste resulta aún más marcado si se considera la consulta interna realizada por el PDG el domingo 30 de noviembre, destinada a fijar postura frente a la segunda vuelta. En esa votación online, restringida a militantes, un 78% optó por el voto nulo o blanco, mientras que Kast obtuvo un 20% y Jara apenas un 2%.

El resultado fue presentado por la dirigencia como una señal política clara, reforzada tanto por el discurso de Parisi como por figuras del partido, entre ellas la diputada Pamela Jiles, quien escribió en X: “#VotoNuloYBlanco en segunda vuelta… Ni Kast ni Jara, vamos por Parisi 2030”.

Sin embargo, el impacto real de esa definición quedó desde el inicio bajo sospecha, dado que el PDG nunca transparentó cuántas personas participaron efectivamente en la consulta, ni qué tan representativa era respecto del total de su electorado.

Un antecedente que pesaba

La experiencia previa tampoco jugaba a favor del diseño estratégico del partido. En la elección de 2021, tras el llamado de Parisi a votar por Kast en la segunda vuelta frente a Gabriel Boric, diversos estudios posteriores mostraron que cerca del 70% de sus votantes terminó apoyando al entonces candidato de Apruebo Dignidad. Ese episodio dejó secuelas profundas en el PDG, incluyendo el quiebre de su bancada parlamentaria.

Con ese antecedente, en esta elección Parisi intentó evitar una fuga similar bajo la consigna “Ni fachos ni comunachos”, apostando a canalizar el descontento a través del voto nulo en un escenario de sufragio obligatorio. No obstante, los resultados del balotaje confirmaron que el electorado del PDG volvió a comportarse de manera autónoma, desoyendo la instrucción formal del partido y dejando en evidencia los límites reales de su capacidad de conducción política.

  • Esta noticia fue redactada utilizando los adelantos técnicos propios de este sitio web. Se acepta cualquier reproducción en otro medio, ojalá citando la fuente:www.eldiariodesantiago.cl

/gap