La reciente gira de José Antonio Kast a Buenos Aires, más allá de su potente simbología, tuvo un núcleo operativo preciso: la avanzada negociación para reclutar al economista José Luis Daza, actual secretario de Política Económica del gobierno argentino. Según fuentes de alto nivel cercanas a Kast consultadas por Ex-Ante, la oferta concreta presentada al técnico sería la dirección de un triministerio de Economía, Energía y Minería, una supercartera diseñada para ser el motor de la agenda pro-crecimiento del próximo gobierno chileno. Esta revelación sitúa a Daza en el epicentro de un complejo cálculo profesional y personal con implicaciones para ambas economías.
La gestión se hizo pública de manera informal a través del ministro de Economía argentino, Luis Caputo, quien en una entrevista confirmó la oferta y adoptó una postura de respeto hacia la decisión de su colaborador. Las declaraciones de Caputo, citadas textualmente, son reveladoras: “Iniciamos nuestra carrera juntos, le tengo una confianza enorme… le dije: hacé lo que el desafío te provoque”. Este testimonio no solo valida la negociación, sino que expone el prestigio “top class” de Daza, transformando su decisión en un barómetro de la percepción sobre la viabilidad y atractivo relativo de los proyectos económicos de Chile y Argentina.
El análisis de cercanos al economista, recogido en la cobertura, desglosa la disyuntiva en dos factores críticos. Primero, una dimensión de legado profesional: el desafío argentino, asociado a la posibilidad de un “milagro” económico de resonancia global y futura producción académica, se presenta como de una escala y proyección internacional superior a la tarea de recuperar la economía chilena. Segundo, una dimensión personal: su arraigo y comodidad en Buenos Aires constituyen un contrapeso no menor. Aunque la probabilidad de aceptar la oferta de Kast no se descarta, esta tensión entre el impacto histórico potencial en Argentina y la relevancia de liderar el motor regulatorio clave en Chile define el núcleo de su deliberación.
El perfil técnico de Daza lo dota de un capital único para este rol. Su estrecho vínculo con Kast, forjado en la campaña de 2021 donde su incorporación como jefe del programa económico aportó la credibilidad técnica faltante, va más allá de lo profesional. Esta relación de confianza, según el análisis, habría permitido que Kast lo consultara directamente sobre su disponibilidad, “pasando por alto el protocolo” habitual de sondeo previo mediante terceros. Su trayectoria, compartida con Caputo en la banca de inversión de Wall Street (JP Morgan y Deutsche Bank) tras un doctorado en Georgetown, lo posiciona como un puente natural entre el núcleo económico del gobierno argentino y el equipo en formación en Chile.
Cabe señalar que, si bien su nombre había sonado con fuerza para el Ministerio de Hacienda, el respaldo público que Daza dio a Jorge Quiroz en un seminario de Libertad y Desarrollo antes del balotaje parece haber consolidado a este último para esa cartera. No obstante, Daza permanece como una “carta fija” para ese u otro puesto de alto nivel, evidenciando su condición de figura de reserva estratégica para el gobierno de Kast, independientemente de su decisión inmediata.
La respuesta, según anunció el propio presidente electo, se conocerá a mediados de enero. Esta espera no es meramente administrativa; es el período en el que se pondera el peso simbólico y práctico de liderar una transformación regional desde Santiago frente a la posibilidad de ser arquitecto de un hipotético hito económico global desde Buenos Aires. La decisión de Daza será, en sí misma, un primer indicador analítico sobre la percepción de momentum y viabilidad entre ambos proyectos políticos hermanados en la retórica, pero ahora competidores en la captación de talento de élite.
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