El Presidente Gabriel Boric entregó este jueves su segunda Cuenta Pública ante el Congreso Pleno en Valparaíso, en un discurso que se extendió por más de tres horas y media, batiendo la marca que ostentaba hasta ayer su antecesor Patricio Aylwin del discurso de este tipo más extenso desde el retorno de la democracia.

Hacia el final del repaso que hizo por el año de su gestión y los anuncios para los próximos meses, el Mandatario adelantó que a fines de julio se insistirá con la reforma tributaria, esta vez, en el Senado -lo anterior, considerando que el proyecto original fue rechazado por la Cámara en su idea de legislar a principios de marzo-. Pero esta no fue la única mención del nuevo pacto fiscal que La Moneda busca impulsar, a cuya aprobación, por cierto, supeditó el avance de buena parte de sus compromisos.

De hecho, en al menos una decena de ocasiones durante su alocución Boric enfatizó en que existen medidas que no serán posibles de concretar si es que no se aprueba la reforma tributaria. «Ni este gobierno ni ningún otro podrá avanzar responsablemente en materializar estos derechos si no es con una reforma tributaria», apuntó.

«Hemos presentado un horizonte, sabemos las deudas que debemos saldar, y estamos abiertos a construir una hoja de ruta común para lograrlo. Lo que corresponde ahora es saber si este Congreso comparte o no estas prioridades. Si es así, confío en que seremos capaces de encontrar las herramientas para construir un nuevo pacto fiscal», añadió.

Ahora bien, pese a que expertos reconocen que a través de un cambio a la estructura impositiva sería posible allegar más recursos, también esgrimen que existen otras alternativas. Sobre este punto, Hermann González, economista y coordinador macroeconómico de Clapes UC, comentó a Emol que «es necesario y responsable fiscalmente que, si se quiere impulsar medidas que impliquen un mayor gasto permanente, se financien con fuentes de recursos que también lo sean».

«Una reforma tributaria permite cumplir con esa premisa, pero no es la única opción. En ese sentido, se debió haber puesto énfasis también en la eficiencia del gasto y en el crecimiento económico como fuentes de financiamiento», acotó González, agregando que, a su juicio, «se busca trasladar a la oposición la responsabilidad de un eventual incumplimiento de ciertos compromisos en materia de gasto, en caso de que la reforma tributaria no prospere».

Alejandro Weber, ex subsecretario de Hacienda y decano de la Facultad de Economía de la Universidad San Sebastián, en tanto, sostuvo que «es una mala noticia que el Gobierno quiera insistir en la reforma tributaria, porque esa reforma tributaria no va a generar incentivos a la creación de empleos y a la inversión. Al contrario, va a seguir frenando nuestra economía».

Mientras que el economista jefe de BCI, Sergio Lehmann, indicó: «me parece que el foco no debiera estar allí, sino más bien en dar señales para dar un impulso a la economía. Se reconoce que la distancia entre el Gobierno y la oposición en materia tributaria es enorme, por lo que avanzar por este lado buscando consensos va a ser lento, sosteniendo además un factor de incertidumbre que limitaría la recuperación».

«Es fundamental establecer un diálogo que permita llegar al Congreso con un proyecto que concite acuerdos y no repetir el camino de la propuesta inicial del Gobierno», agregó.

Según el director de riesgo financiero en Deloitte, Patricio Jaramillo, «por la ley de presupuestos es efectivo que la política fiscal ha sido conducida de manera responsable. Esta es una característica positiva de nuestra institucionalidad económica; pero, de todas formas, lo esperado para este año es una contracción en la actividad que tendrá complicado a hogares y empresas».

Lo que se extrañó

Respecto de los anuncios que hicieron falta, o lo que se extrañó en materia económica, González hizo hincapié en que no hubo alusión a la reactivación. «Eché de menos mucho más énfasis en lo que haremos para sacar a la economía del estancamiento en que se encuentra. Parece que el Gobierno está conforme con el desempeño de la economía, y con las cifras del año pasado que fueron mejores a lo esperado», indicó el economista.

En ese sentido, dijo que «no se reconoce que gran parte de las mejores cifras se explicaron por un mejor escenario internacional, y por el rechazo de reformas que tenían el potencial de dañar significativamente a la economía y que el Gobierno impulsó con mucha fuerza».

Por su parte, Weber cuestionó que «no hubo una autocrítica racional del Presidente respecto de la paupérrima situación de nuestra economía, con un desempleo que crece, con una economía que se contrae, con los salarios reales que caen y con una inflación muy abultada».

Junto con ello, el académico de la Universidad San Sebastián remarcó que «las medidas propuestas por el Presidente no son suficientes para reactivar nuestra economía. Lo que se necesita hoy día es más ahorro, más inversión. Eso es lo que permitirá generar más y mejores empleos. Las expresiones de deseo son completamente erráticas, y por el contrario, lo que uno debiera esperar es una agenda profunda de inversión».

Mientras que Lehmann expuso que «faltaron en mi mirada señales más potentes que permitan recuperar la confianza. Temas de calidad de la educación los vi algo ausentes, un tema ya estructural a estas alturas, así como elementos que permitan reducir la incertidumbre en relación a la crisis de las isapres».

Jaramillo cerró diciendo que «los datos de actividad de marzo y abril, y los esperados hasta julio no son buenos, lo que debiera impactar en la evolución del mercado laboral el segundo semestre, por lo que en la segunda mitad del año Hacienda posiblemente tenga que impulsar algún tipo de medidas reactivadoras».

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