El Banco Central publicó este martes su segundo Informe de Política Monetaria (IPoM) del año, en el cual revisó levemente a la baja su proyección de crecimiento del PIB en 2023, ubicando el rango entre -0,5 y 0,25%, versus la estimación de -0,5% y 0,5% prevista en marzo pasado.

Eso sí, el ente rector elevó su estimación de crecimiento para 2024, y espera que la actividad se expanda entre 1,25 y 2,25% (en el IPoM anterior la variación vaticinada era de 1,0% y 2,0%.). Para 2025, en tanto, mantuvo su predicción, y prevé que el PIB aumente entre 2,0% y 3,0%.

«En este escenario, la brecha de actividad se tornará negativa durante la segunda mitad de 2023 y permanecerá en esos valores durante varios trimestres», indica la entidad presidida por Rosanna Costa en el documento.

«En los últimos meses, la evolución de la actividad y la demanda ha ido acorde con lo previsto en el IPoM de marzo. Por el lado del gasto, las principales novedades se concentran en el consumo. Descontada la estacionalidad, el consumo privado cayó 2,5% trimestre a trimestre, cifra mayor a la anticipada y explicada principalmente por el retroceso de 18,8% del consumo durable. El consumo de gobierno, por otro lado, tuvo un crecimiento mayor al proyectado», recalca.

En todo caso, menciona que «el ajuste del consumo privado se interpreta como el adelanto de la baja prevista para el transcurso de este año. Esto, acorde con lo que muestra información de alta frecuencia, como las importaciones. Por el lado de la oferta, destacó el peor resultado de la minería. En el agregado, el desempeño del consumo privado ha ido ajustándose a la par de un menor dinamismo del mercado laboral y condiciones financieras más restrictivas para las personas».

Inflación y tasas

Respecto a la inflación, el Banco Central considera que continuará bajando y su convergencia a la meta tendrá lugar en la segunda mitad de 2024. De esta forma, para diciembre de este año la autoridad monetaria pronostica una variación anual del IPC de 4,2% -inferior al 4,6% pronosticado en el IPoM de marzo-.

Sobre esto, el BC indica que «las proyecciones reiteran que, en el corto plazo, la inflación de servicios mantendrá variaciones mensuales por sobre sus promedios históricos. Esto incorpora las mayores rigideces que normalmente presentan estos precios y el impacto de la aún elevada inflación en los mecanismos habituales de reajuste. En cuanto a la inflación de bienes, esta se verá beneficiada por una trayectoria del tipo de cambio real (TCR) por debajo de la prevista en marzo».

En cuanto a la Tasa de Política Monetaria (TPM), el Central reiteró su mensaje de ese lunes, cuando, pese a contar con una votación divida, el Consejo decidió mantenerla en 11,25%. En ese sentido, se reitera que «la evolución más reciente de la economía apunta en la dirección requerida. De mantenerse estas tendencias, la TPM iniciará un proceso de reducción en el corto plazo. Su magnitud y temporalidad tomará en cuenta la evolución del escenario macroeconómico y sus implicancias para la trayectoria de la inflación».

Con todo, menciona que «los bordes del corredor de la TPM reflejan escenarios de sensibilidad donde la velocidad de la convergencia inflacionaria lleva a ajustes de la tasa distintos a los del escenario central. En esta ocasión, el Consejo estima que situaciones de este tipo están asociadas principalmente al ámbito local. En particular, por la dinámica que tengan la inflación y sus determinantes».

El borde superior, en tanto, señala que «está definido por eventos en los que la persistencia de la inflación local es mayor a la prevista. En este aspecto, será clave la información que entreguen los registros efectivos de gasto e IPC. El Consejo evaluará las implicancias inflacionarias de estos eventos, pues podrían significar que el proceso de reducción de la TPM sea más lento».

«El borde inferior del corredor da cuenta de un escenario en que el ajuste de la economía chilena es más rápido que lo esperado, lo que da paso a una convergencia más temprana de la inflación», añade.

Respecto de los riesgos, el Banco Central enfatiza en que «estos son significativos y emanan principalmente de la situación macrofinanciera global. Un deterioro mayor de ella podría desencadenar episodios de alta volatilidad, reducir la liquidez y fomentar la salida de capitales desde el mundo emergente».

«Esto llevaría a un estrechamiento de las condiciones financieras globales superior al previsto, que provocaría restricciones adicionales para la economía chilena, lo que reduciría de forma significativa las presiones inflacionarias. En ese escenario de riesgo, serían necesarios recortes de la TPM más pronunciados que los que indica el borde inferior del corredor», acotó.

Otras proyecciones

En relación a la inversión, medida como Formación Bruta de Capital Fijo (FBCF), el ente rector plantea que este escenario «sigue incorporando un escenario externo complejo, con elevada incertidumbre y condiciones financieras que continuarán restrictivas».

Así, para este año, se prevé una caída de la inversión de 3,0%, mayor al retroceso de 2,9% previsto en marzo.

En el escenario central, la cuenta corriente tendrá un déficit de 3,7% en 2023 -menor a la contracción de 4,0% anticipada en marzo-, cifra que descenderá a 4,0% en 2024, y volverá a anotar una baja de 3,9% en 2025.

Respecto a los precios de las materias primas claves se prevé una trayectoria estable respecto a los niveles actuales, al menos, para el cobre. De esta forma, para el metal rojo se anticipan precios promedio de US$3,85 y de US$3,65 la libra para este y el próximo año.

Caso contrario ocurre con el petróleo, pues se vislumbra que su valor aumente y se ubique en torno a US$75 y US$71 el barril para el mismo lapso.

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